Así fue la persecución de Hitler contra los escritores nada más llegar al poder
Lo que le ocurre a la literatura cuando desaparece la democracia se parece bastante al infierno. Esa es, en términos gruesos, la tesis del último libro de Uwe Wittstock, que lleva por título 'Febrero del 33. El invierno de la literatura'
![El canciller Hitler saluda al presidente del Reich Paul von Hindenburg en 1933](https://s1.abcstatics.com/media/cultura/2022/01/11/invierno-U30920346632hTG-U26380476355Obz-1248x698@abc.jpg)
Lo que le ocurre a la literatura cuando desaparece la democracia se parece bastante al infierno. Esa es, en términos gruesos, la tesis del último libro de Uwe Wittstock , periodista, editor y crítico literario de los más prestigiosos Feuielleton alemanes, que lleva por ... título ' Febrero del 33. El invierno de la literatura '. Con afán de docudrama, hace un exhaustivo seguimiento de los pasos de escritores alemanes como Thomas y Heinrich Mann, Erich Mühsam, Egon Erwin Kisch, Erich Maria Remarque, Alfred Döblin, Else Lasker-Schüler y muchos otros que igualmente sucumbieron al ascenso del nazismo. Recapitula cómo experimentaron la toma del poder por parte de Hitler y las consecuencias terribles que acarreó para sus carreras literarias y sus propias vidas. La mayoría disfrutaba de un estatus respetable, eran reconocidos y famosos, incluso algunos ricos. Pero su mundo se disolvió ante sus propios ojos después del nombramiento de Hitler como canciller del Reich. En días, semanas o como mucho meses, unos desaparecieron en campos de concentración, la mayoría se exilió y ninguno de ellos pudo poder volver a llegar a sus lectores. Y la literatura que tanto había logrado ahondar en el alma humana sufrió la humillación de ni siquiera haber visto venir desde lejos la avalancha política que sepultaría a la Cultura. El 4 de febrero de 1933, Heinrich Mann le daba al régimen nazi «como máximo medio año». El 22 de ese mismo mes no tuvo más remedio que huir a pie, a través de un puente sobre el Rin, a Francia.
Uwe Wittstock arranca su relato, editado por C.H.Beck, en los últimos días de enero. Y lo extiende hasta después de las elecciones del 5 de marzo, en las que los nazis obtienen el 43,9%. Ya en las primeras 48 horas tras el cierre de las urnas, miles de opositores fueron deportados a los sótanos de tortura de las SA . «Cualquiera que fuera antinazi sabía que su vida corría peligro, se escondía, pasaban las noches con miedo a la muerte», describe Wittstock , que cita como ejemplo de reflejos de supervivencia los de Walter Mehring, que reconoció a tiempo en la calle a los secuaces encargados de su detención «y se metió con lo puesto en el siguiente tren hacia la frontera«, sin siquiera una maleta. «Fue el mes más peligroso de la historia literaria alemana», dice, «la soga alrededor de los escritores críticos se cerró en solo tres o cuatro semanas. La resistencia que, sin embargo, trataron de ofrecer siempre me ha impresionado».
Wittstock tiene la sensación, desde hace unos años, de que más intelectuales en Alemania están coqueteando con tendencias políticas radicales y por eso pensó en escribir este libro, «para recordar lo rápido que una democracia puede morir después de un fatal error de cálculo intelectual y político». «Los escritores tomaban notas, escribían cartas, diarios, por eso he podido reconstruir al detalle sus reacciones, día a día, y hacerlas pasar como una película frente al lector, todo un espectro de actitudes, desde la huida inmediata hasta la resistencia».
Joseph Roth , por ejemplo, abandona el país el mismo día en que Hitler juró el cargo de canciller. Escribió 'El infierno gobierna' e inmediatamente se dio cuenta de que su vida ya no valía nada en suelo alemán. Thomas Mann , sin embargo, no advirtió el peligro que corría y escapó finalmente por casualidad, gracias a un viaje de trabajo. Hubo autores que asumieron riesgos increíbles, por ejemplo para intentar proteger la Academia Prusiana de las Artes de los nazis. Alfred Döblin y especialmente Ricarda Huch mostraron un gran coraje, pero fracasaron. Por otro lado, hay escritores como Gottfried Benn , que fue útil a los nazis, o como el dramaturgo Hanns Johst , miembro de las SS, que glorificó a Hitler y disfrutó de una carrera fulgurante.
![Hitler, en una imagen de 1933](https://s1.abcstatics.com/media/cultura/2022/01/11/hitler-2-U309203466320WB-U25201480222YHo-510x349@abc.jpg)
« Bertolt Brecht se dio cuenta rápidamente de que las SA le pisaban los talones y abandonó su apartamento. Los hoteles reportaban los datos de todos los huéspedes a la policía, pero reparó en que los hospitales no, así que fue a un hospital privado en el centro de Berlín para un procedimiento de rutina, que debía realizarse de todos modos. Durante unos días fue un escondite perfecto», resume el autor en clave de aventura. «Su mayor problema fue que tenía familia: él y Helene Weigel no tenían pasaporte para su hija Barbara, de dos años. No podían cruzar la frontera con ella», señala en la novela. «En la mañana del 28 de febrero, el día después del incendio del Reichstag, se subió a un tren a Praga en el Anhalter Bahnhof de Berlín, después de alojar a la niña con el padre de Brecht, en Augsburgo».
El destino de aquellos escritores compone un retrato coral de contrastes. Joseph Roth morirá en la pobreza extrema en París, pero Erich-Maria Remarque tendría un gran éxito con la novela pacifista 'Nothing new in the West' y su adaptación cinematográfica, que le proporcionó una vida financieramente despreocupada en Hollywood. Con Walter Benjamin , Ernst Bloch o Ernst Cassirer el mismo ser alemán tomó la vía del exilio. Kurt Tucholsky , por su parte, optó por el exilio más trágico y definitivo, una sobredosis de pastillas para dormir.
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