Juan Pablo Fusi: «El nacionalismo vasco fue un factor de división desde el primer momento»

Nació en San Sebastián -urbe proustiana- y su vida es pasión y maestría inalcanzable sobre la Historia y su enseñanza. En su nueva e imprescindible obra, «Identidades proscritas», disecciona la existencia del no nacionalismo en sociedades nacionalistas

El profesor Fusi analiza en «Identidades proscritas» otras voces, otras culturas, otras tradiciones no necesariamente nacionalistas

En las seis sociedades estudiadas en «Identidades proscritas» (Seix Barral) -País Vasco, Irlanda, el judaísmo, Sudáfrica, Escocia y Québec-, y en otras no examinadas -Cataluña, Córcega, Gales, Flandes, Serbia...-, Fusi ilustra cómo siempre existieron sentimientos de identidad y pertenencia no nacionalista, más congruentes con la verdad histórica. Analizamos con el historiador el País Vasco.

-La savia que circula por el gran árbol de la cultura vasca es española...

-Son unas provincias, un territorio, una nacionalidad, una Comunidad Autónoma que históricamente tuvo muchísima vinculación con el resto de España y cuyas minorías profesionales desarrollaron su labor en español y en universidades y medios españoles. Los empresarios vascos tuvieron una fortísima presencia en el desarrollo contemporáneo de España, como pintores, arquitectos, historiadores, escritores...

-¿El nacionalismo falsea su pasado?

-El nacionalismo suele tener una visión histórica, relativamente mitificada, legendaria y poco crítica de su propio pasado por aquello que decía Renan de que todo nacionalismo tiende a falsear su historia. La visión no nacionalista no tiene el compromiso «nacional» ni el peso del mito y la leyenda.

-¿Descuidar el estudio del no nacionalismo es un grave error que distorsiona esa verdad histórica?

-La atención de la historiografía al «conflicto» distorsiona las etapas de convivencia, paz... que pueda haber en una sociedad. La atención preferente, lógica y natural, al nacionalismo hace olvidar que en muchas sociedades donde el nacionalismo es dominante existen otras culturas, otras voces, otras tradiciones políticas que no son nacionalistas.

-¿El País Vasco es ejemplo de identidad dividida y pluralidad política?

-Si uno repasa la historia del País Vasco, en el siglo XIX las ciudades eran liberales y el campo tendía a ser carlista. A partir de 1880-90 irrumpen el Partido Socialista y el Partido Nacionalista, pero hay un fuerte monarquismo liberal, un monarquismo conservador. Y el carlismo, que es una fuerza muy activa en el interior de Guipuzcoa y de Vizcaya y en la casi totalidad de Álava hasta la Guerra Civil. Cuando reaparece la democracia a partir de 1975 vemos que aún existiendo una hegemonía nacionalista desde luego hay una fragmentación y una pluralidad políticas evidentes.

-¿Siguen siendo ETA y el terrorismo los referentes del nacionalismo?

-Lo ha sido durante los años en que ETA ha practicado el terrorismo. No sabemos lo que puede ocurrir a partir de ahora. Sin duda, igual que en Irlanda el IRA y el Sinn Fein han protagonizado, y lo siguen haciendo, la vida pública de Irlanda del Norte -no así en absoluto la de Irlanda, la República irlandesa-, pues de momento entre proceso o no proceso la persona que aparece en el País Vasco de manera más frecuente en los medios de comunicación es el líder de Batasuna. De momento seguimos con la visión de lo vasco y de la realidad vasca y española muy condicionada...

-¿Cómo valora el «alto el fuego»?

-Con esperanza y cautela.

-Jon Juaristi nos abrió los ojos descubriendo que muchos de los elementos míticos y legendarios de la identidad vasca que se creían seculares no eran sino invenciones literarias...

-...En el siglo XIX, la literatura costumbrista y romántica -que no es necesariamente una buena literatura- gesta muchísimas de las visiones legendarias del País Vasco, desde el vascocantabrismo a Roncesvalles como hazaña vasca o el pueblo que lucha por su independencia en las montañas vascas. En fin, tantas tradiciones de ese tipo que no van más allá de principios del XIX.

-¿El País Vasco está invertebrado?

-Es una nacionalidad o Comunidad Autónoma muy fragmentada porque, además del pluralismo ideológico y de la diversidad, una cosa es Vizcaya, otra es Guipuzcoa, otra es Álava, una cosa es la Costa, otra el interior, una cosa es la ría de Bilbao, que tiene una fuerza, personalidad y cultura de tradición obrera española muy fuerte, otra cosa es San Sebastián como ciudad que ya no lo es tanto, pero aún urbe proustiana y de verano. Otra cosa es la cultura de la llanada alavesa y de las tierras del cereal y del vino que, claro, no tienen nada que ver con las anchoas y el atún de Bermeo. Ahí hay una fragmentación, unas fracturas en la sociedad vasca, junto a un sentimiento de unidad.

-¿El no nacionalismo existe porque no se necesita politizar la identidad?

-Todos tenemos un sentimiento de identidad y de pertenencia a algo. Uno entiende el entorno en el que ha nacido y la circunstancia, por decirlo en términos orteguianos, le afecta más. Conoce casi por ósmosis las tradiciones e historias, las lealtades emocionales y no hay nada extraño ni censurable en esa identidad emocional. Otra cosa es convertir eso en sujeto y objeto de la política. Entiendo que uno puede ser liberal, demócrata, conservador, socialdemócrata, progresista... lo que fuese, y creer en los derechos de los individuos y en una determinada territorialidad, sea una nación, sea un estado nacional, sea una nacionalidad. Pero el nacionalismo es, entre otras cosas, politizar la identidad.

-¿Por qué el País Vasco es una nacionalidad escindida?

-Porque el nacionalismo vasco fue un factor de división desde el primer momento. El País Vasco, las provincias vascas -por lo menos Álava, Vizcaya y Guipuzcoa- bascularon hacia Castilla y después hacia España desde el siglo XII. Han sido bilingües desde la Alta Edad Media. Han contribuido sustantivamente a la Administración de la Corona de Castilla y a la del Imperio español en América. Muchos de sus nombres que cuelgan en las calles del País Vasco -Elcano, Loyola, Unamuno, Baroja, Maeztu, Zuloaga...- han estado muy vinculados a la cultura española. La aparición de un nacionalismo que define lo vasco como «lo euskaldún» y que aspira a una idea soberanista de lo vasco que incluía -y en parte sigue incluyendo- Navarra y el País Vasco francés es, por definición, un elemento de cohesión porque lesiona lo que es una parte de la Historia del País Vasco. Y plantea unos problemas que implican cambios territoriales y de identidad que dividen a la sociedad.

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