Eduardo Dato, el último canovista e impulsor de las políticas sociales en España
En el centenario de su muerte, es un referente poco recordado por el centro derecha español, a pesar de ser el mayor pionero en el camino a la seguridad social y el Ministerio de Trabajo

Eduardo Dato fue un hombre extremadamente educado, elegante y simpático , con un gran don de gentes y un fuerte espíritu familiar con su mujer y sus tres hijas. Puesto que actuó de hecho como el secretario general del partido liberal conservador ... fundado por Cánovas, recibía auténticos ríos de recomendaciones y peticiones, como atestigua la gran mayoría de su inmensa correspondencia. Un denominador común de casi todas ellas alababa su generosidad y eficacia , lo que le retrata como una buena y paciente persona, a prueba de interesados y malintencionados. Sus relaciones con los principales exponentes del partido al que perteneció fueron siempre cordiales, al menos por su parte. Su disposición siempre fue apreciada por Cierva, pero hubo más reticencias y, tal vez celos, en otros conservadores muy capaces como Sánchez de Toca o Allendesalazar. En todo caso, la atracción de su simpatía y buen carácter le aportó también relaciones cordiales con muchos de los políticos liberales: Moret, García Prieto y muy claramente Canalejas , mientras Alba se aferraba a él con fines electorales. Para personajes del reformismo como Azcárate o Melquiades Álvarez , Dato era alguien no sólo respetable en las facetas profesional y política, sino al que poder confiarse llegada la necesidad. Y lo mismo ocurría con Lerroux , cuyo carácter belicoso supo manejar. Ciertamente no fue este el caso de Cambó .
Era asimismo alguien eficaz, resolutivo y, muy al contrario que Maura , a quien profesó siempre una profunda consideración y lealtad, no empleaba nada de su tiempo en rendir culto a su propia personalidad. Nunca se creyó un ser excepcional ni un político irremplazable. Dato era también un gran abogado . Alguien cuyo buen hacer ganó la confianza de los Rothschild en España, donde también mantuvo una estrecha amistad con Gustavo Bauer y su familia. Personaje importante en las compañías ferroviarias, en particular la M-Z-A, empresas que padecieron una profunda crisis en España y en Europa con motivo de la Primera Guerra Mundial, se encontraba muy a gusto en los medios aristocráticos, donde era altamente apreciado, lo mismo que le ocurría con la gran mayoría de los integrantes de su partido. En Palacio, Dato era un político que inspiraba confianza.
Pues bien, este mismo hombre que se elevó por sus méritos y carácter a lo más alto de la elite española, sentó las bases del posteriormente conocido como Estado de bienestar en nuestro país. Lo hizo tanto en el plano legislativo, empezando por la ley de descanso dominical hasta la de seguros de accidentes, como en el plano institucional, con su impulso al Instituto de Reformas Sociales y el de Previsión, lo que culminaría en la creación del Ministerio de Trabajo en su último gobierno de 1920-21. Gran jurista y académico, miembro de la Real Academia de Jurisprudencia, que llegó a presidir, y de la de Ciencias Morales y Políticas, Dato aparece en sus intervenciones como alguien muy culto, un iusnaturalista férreo , convencido de que el entonces llamado problema social, lo resolverían mancomunadamente la ley y el Estado y no el obrerismo revolucionario del que fue víctima.
Pero, sobre todo, Dato me parece importante por su posición política. Aunque no fue un canovista ortodoxo y participase destacadamente en la disidencia de Silvela en 1892 y luego apoyase a Maura frente a Villaverde, cada vez pesaron más en su pensamiento las ideas de Cánovas a medida que aumentó su protagonismo político. De modo que se mantuvo firme en dos de las “verdades madre” de aquél: la Monarquía como fuente incuestionable de legitimidad del Estado constitucional y de la unidad de la nación, pues esta se había forjado a lo largo de los siglos en torno a la Corona. Y la necesidad absoluta de que al menos dos partidos se alternaran en el poder con lealtad a la misma Constitución y sus instituciones. Por eso le dijo que no a Maura . Pese a que los liberales con Moret en 1909 se aliaron con republicanos y socialistas a raíz de la crisis de la Semana Trágica, Dato consideró incuestionable la consociación con los liberales.
Y cuando cuatro años después Maura negó su colaboración a la Corona para formar gobierno y desafió a ésta y a ambos partidos constitucionales tratando de colapsar el régimen con su negativa, Dato trazó la raya y aceptó el gobierno que un Maura desaparecido había rechazado. No se trataba de simple ambición. Encaró con determinación y éxito momentos muy difíciles , todos vinculados a las repercusiones en España de la guerra mundial. De ellos aquí sólo cabe mencionar: la neutralidad española en el conflicto mundial; la derrota del golpe de las lamentables Juntas Militares de Defensa, y el plan de nacionalistas catalanes, republicanos y socialistas para un más que incierto proceso constituyente, impulsado por la sedición militar y una huelga general, que para el obrerismo debía pasar de la república “burguesa” a la imitación del Octubre ruso en el mismo año de 1917.
Su último gobierno llevó a cabo un esfuerzo denodado por restablecer el bipartidismo, que Maura, y no digamos Cambó, boicotearon con determinación. La imprecisa alternativa de éstos, junto a García Prieto, Alba, Romanones y los reformistas pasaba por gobiernos de pseudoconcentración, integrados por los grupos afines a líderes fracasados en mantener siquiera la unidad de sus propios partidos e incapaces de encarar con la suficiente determinación y eficacia los problemas sociales, territoriales y económicos del momento cada vez más apremiantes, en particular el de Marruecos. Su opción fue preservar un gran partido liberal conservador , facilitar la reunificación liberal y volver al turno. La ferocidad del terrorismo sindicalista le obligó a pasar de los métodos negociadores que aplicó con generosidad en los primeros meses, a los expeditivos de Martínez Anido. Fue su sentencia de muerte que él intuía y para la que preparó su ánimo con gran serenidad. En un momento de grave crisis de los partidos constitucionales y de incapacidad para la movilización democrática constructiva de los minoritarios y en crisis republicanos y socialistas, por no hablar de la locura terrorista del sindicalismo, Dato se mantuvo firme en la solución del pacto y la alternancia bipartidista que había mantenido en pie casi cincuenta años la Monarquía constitucional, a la espera de tiempos mejores que en España tardarían muchísimo en llegar.
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Luis Arranz es académico correspondiente de la Real Academia de Historia
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