Donna Leon: «Corrupción es una palabra que se usa demasiado»
La escritora norteamericana regresa al panorama literario con 'Dad y se os dará', la entrega número 31 de la saga de novelas que protagoniza el comisario Brunetti
«Se puede ser sutil dando ejemplos de maldad», sostiene la autora, que incluye a la crisis sanitaria como parte de una trama en la que se muestra la cara oculta de las instituciones benéficas y ONG

'Dad y se os dará' . El nombre de la nueva novela de la escritora norteamericana Donna Leon (Nueva Jersey, 1942), la entrega número 32 de las andanzas del ya famoso comisario Brunetti publicada por Seix Barral, bien podría definir el carácter ... de la autora , generosa en sus respuestas y que, además, busca no dejar con ganas de más a los lectores y confirma que habrá próximamente otra novela sobre las investigaciones de su protagonista más conocido. En el caso de este nuevo libro, Brunetti se debate entre cumplir con la ley o ser leal a una amiga de la infancia en una trama en la que la pandemia se cuela como parte del escenario y se investiga la cara oculta de una ONG mientras el crimen organizado sigue estando a la sombra en la Venecia que tan bien retrata Leon. La novelista , que ha vendido más de 20 millones de ejemplares , bucea de nuevo en la parte más oscura gracias a un 'thriller' cargado de misterio. Algo que lleva haciendo muchos años gracias a historias como 'Muerte en la Fenice', que publicó en 1992.
-¿Por qué no se cansa de Brunetti? ¿Qué tiene esta unión literaria para durar más de tres décadas?
-Que nos casamos cuando yo ya tenía 50 años (ríe). Cuando lo creé, pensé que esta relación duraría ocho o nueve meses, pero gustó. He tenido la suerte de poder moldearlo como a mí gusta, como una persona inteligente, que se puede reír, que no es salvaje y le interesa el cine, la música y la lectura.
-¿Y en qué le ha moldeado él a usted? ¿Le ha cambiado literariamente?
-Me ha hecho pensar en su pasado. Y revisando el pasado nos convertimos en quienes somos.
-Se podría decir que el mundo ha cambiado mucho en este tiempo, en más de treinta años, pero leyendo sus novelas, no ha sido así. ¿Mantiene esa visión tan pesimista del mundo?
-Sí. Supongo que soy pesimista en mi visión del mundo. En mi vida personal, no es así. Ahí sí soy optimista. Tengo mi familia, mis amigos, vivo en un lugar seguro. Pero mi visión del mundo global es pesimista.
-En esta nueva novela ahonda en ciertas organizaciones, instituciones benéficas o de caridad, que tienen una doble cara. Además, también vuelve a hablar del crimen organizado en Venecia, un tema recurrente en toda la saga. ¿El poder corrompe más que nunca?
-Corrupción es una palabra que se usa demasiado. ¿Qué es corrupción? Imagina que accede al un puesto de trabajo el primo del amigo del hermano de no sé quien. Por sus contactos, ha llegado al trabajo por alguna recomendación. Pero es que lo hace muy bien. ¿Eso es corrupción? No sé si lo es o es debilidad o fragilidad que tiene el ser humano. Hace cuatro años, un amigo me contaba que más del 90% de los recursos que la ONU destinaba a la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura), se iba en gastos, en pagar sueldos... Sólo el 10% de los fondos llegaba a los más necesitados. ¿Eso es corrupción? Es complicado porque ahora esa palabra se usa demasiado.
"¿Qué es corrupción? A veces es fragilidad o debilidad del ser humano", afirma Leon
-En la novela, se cuela la situación derivada de la pandemia del covid. En el inicio, pone el foco sobre las personas que se han enriquecido haciendo negocio con la salud. ¿Se ha dado mucho?
-He leído mucho sobre este tema. Se compraron mascarillas defectuosas en China y hay quien hizo negocio con ello. Sobre todo, sabiéndolo, ahí sí hay corrupción. Por suerte a mí no me ha tocado, pero hay quien se ha enriquecido con la crisis que hemos pasado.
-¿Era inevitable que la crisis sanitaria se colara en las páginas de la novela? Algunos escritores han declinado servirse de la pandemia a la hora de crear sus obras...
-Era de sentido común. La crisis sanitaria nos sacudió como sociedad. Si te contagiabas te morías en unos días. Sería una tontería no hablar de ello. Es como si quieres escribir una novela sobre la Italia de los años 50 y 60 y no hablas de las Brigadas Rojas... La pandemia era el contexto, no es la protagonista pero sí la música de fondo de la historia.
-Asegura que la novela negra es un buena forma para explicar los problemas sociales, pero por otra parte la he leído que no busca adoctrinar ni sentar cátedra. ¿Dónde encuentra el equilibrio?
-No señalando con el dedo. No hay que predicar solamente. Hay que predicar con el ejemplo. Porque una vez empiezas a adoctrinar, no te escucha nadie. Tú puedes contarle al lector que una empresa contamina mucho una laguna, le das los datos de los residuos que ha enterrado en ese enclave... Pero si quieres tocarle el corazón, nárrale la de pájaros muertos que se encuentra el protagonista cuando llega a ese paraje. Es mucho más eficaz y se toca el corazón del lector, se apela a sus emociones. Se puede ser sutil dando ejemplos de maldad.
"Nunca he tenido presión. Me felicitan por poner sobre la mesa problemas reales", manifiesta la escritora
-¿Ha sufrido alguna vez algún tipo de presión por retratar este tipo de conductas?
-No. Al contrario. Me felicitan por poner sobre la mesa un problema real.
-La preocupación por el cambio climático, por la ecología, por el turismo masivo... es una constante en su obra literaria. ¿Por qué cree que el mensaje no termina de calar, sobre todo en la clase política?
-Ayer (por el domingo) llegué a Zúrich procedente de Berlín. Aquí hace 35 grados. Esto es Suiza y estamos a esa temperatura. El cambio climático es muy real. Nos tenemos que decir a nosotros que tenemos que cambiar las cosas. No compremos coches, usemos el transporte público. Lavadoras sí, pero secadoras, no. Tenemos que entender que no podemos comemos tomates todo el año, sólo cuando sea la temporada de tomates. Decirnos: no me voy de vacaciones a Maldivas, ni a Isla Mauricio, ni a España. Pero nadie se va a negar a esas cosas. Ni yo misma. ¿Cómo he llegado a Zúrich? En avión. Es muy complicado cumplir con los mandamientos ecologistas.
-Ahora hay un auge por dar voz a las escritoras, pero en muchos momentos no fue así. ¿Ha tenido que pelear mucho para que se la tuviera en cuenta? Cuando echa la vista atrás, ¿cree que ha valido la pena?
-Si me está preguntando si soy feminista, cuando alguien lo hace, siempre digo que lo soy si serlo significa que hombres y mujeres tienen la misma consideración. Yo no he sido consciente de que se me haya discriminado. Pero creo también que no es porque no pasara, sino porque yo no me daba cuenta.
-¿Ya tiene la próxima entrega de Brunetti, la número 32?
-Sí. Ya está escrita. Espero poder descansar los dos próximos meses de vacaciones. Quiero estar en mi casa, cuidando mi jardín y leyendo. Creo que no hay mejor plan que la lectura.
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