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ABC Cultural

Breve historia de una vieja tejedora de sueños

La destitución de Livinio Stuyck como director de la Real Fábrica de Tapices ha puesto de actualidad una institución tricentenaria. Su historia está plagada de anécdotas sabrosas, tejidas con el pasado de los españoles, desde su fundación por orden de Felipe V, o los trabajos de Goya.

Las tejedoras permanecen semiocultas tras los hilos de un tapiz en esta foto de archivo que data de los años sesentaABC

Es una larga historia entretejida con el corazón de España y cuyos latidos se remontan a lo largo de nueve generaciones. Cuando Felipe V llega al trono no existían en el país industrias capaces de satisfacer la demanda de objetos suntuarios, así que su Superintendente negocia con Jacobo Vandergoten, un prestigioso maestro tapicero flamenco de Amberes, para instalarse en Madrid en 1720. De este modo se montan distintas Reales Fábricas para vestir y embellecer los distintos palacios. De todas ellas, prácticamente, la Real Fábrica de Tapices es la única que ha sobrevivido.

A su llegada les instalaron en la zona de Santa Bárbara en la vieja «Casa del Abreviador». Más tarde, como este edificio se derrumbaba, Patrimonio Nacional decidió cambiarla de lugar y la instaló en el Olivar de Atocha donde se encuentra en la actualidad, tanto la empresa como la vivienda de las distintas generaciones de Stuyck. Incluso el actual Livinio Stuyck no nació en un hospital sino en la Real Fábrica. Con el dinero de la venta del antiguo solar se construyó este edificio y con el dinero sobrante se edificó un ala del Palacio Real, donde se encuentra ahora el Museo de la Armería.

La primera empresaria

La Corona atraviesa momentos difíciles y las Reales Fábricas se van cerrando, pero en 1774 la familia propone rentabilizar su trabajo y se realiza en España el primer contrato de explotación de una empresa privada en un edificio de la Corona.

El caso es que, en 1727, muere Jacobo Vandergoten «el Viejo» y le suceden sus hijos. Mientras Cornelio se encuentra al frente, entra en el taller a trabajar Francisco de Goya para pintar sus cartones para tapices. Permaneció allí 17 años y conoció a un nuevo director que inicia la saga de los Stuyck. Se trata de un sobrino nieto de Cornelio llamado Livinio Suyck que viene a España procedente de Amberes. Sin embargo, muere muy joven, cuando su descendiente llamado Gabino es todavía un niño. En ese momento se hace cargo de la Real Fábrica de Tapices su mujer, doña Nieves Álvarez, que se convierte en una abanderada de la causa femenina. Se trata de la primera mujer empresaria en España en el siglo XVlll. Y en esta fantástica historia, a lo largo de siete generaciones, dirigen la Real Fábrica o bien un Livinio o bien un Gabino. En las Reales Fábricas europeas no se puede encontrar nada semejante. Por ejemplo, la famosa Fábrica de Gobelinos de tapices, sobrevivió sólo tres generaciones y la asumió el Estado perdiendo su propia identidad.

La Real Fábrica de Tapices española sobrevivió como pudo en situacions atípicas, desarrollando siempre un espléndido trabajo de una calidad que constituía la admiración de las cortes europeas.

Así llegaron a la segunda República y la fábrica se encontraba atravesando una honda crisis. En ese momento, se encontraba al frente, Livinio Stuyck Millenet y, al no encontrar otra salida para su situación, se fue a hablar con Azaña para comunicarle que ya no podía hacerse cargo de la Real Fábrica ni mantener a sus empleados. En ese momento, Azaña le planteó: «Mire usted yo no quisiera que la historia cargue sobre mis espaldas la desaparición de una institución como la Real Fábrica de Tapices». De hecho se puso en contacto con el Director de Bellas Artes para buscar una fórmula que permitiera darles trabajo y ayudarles de este modo a salir adelante.

En efecto, bajo el patrocinio del Estado, se mandó restaurar una serie espléndida de tapices del siglo XV, una de las mejores colecciones del mundo que se encontraba en los depósitos del Museo del Prado y que ahora se pueden admirar en la Colegiata de Pastrana. Se terminaron en el año 1947, después de 15 años de intenso trabajo en la restauración y reproducción de los tapices. Fue un negocio redondo porque, un año después, el Gobierno portugués se interesó por los tapices reproducidos, ya que describían escenas de batallas de su propia historia. Con la cantidad pagada, se cubrió la restauración de los tapices antiguos, la elaboración de los nuevos y además el Estado obtuvo un pingüe beneficio, 150.000 pts. de aquella época.

En la época de la guerra civil, Gabino Stuyck San Martín vivió una alucinante experiencia que le hizo identificarse con el mismísimo Godoy en el Motín de Aranjuez. Era el año 1937 cuando llegó la noticia de que le iban a detener. Sobre la marcha, le enrollaron en una alfombra y, mezclada con otras piezas, cargaron un un carromato que salió por la «Puerta de los Carros» para refugiarse finalmente en la Embajada de Bélgica.

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