Atlantropa, un plan para drenar el Mediterráneo
El escritor Matthias Lohre recuerda en una novela el ambicioso proyecto del arquitecto alemán Herman Sörgel
![El plan de Herman Sörgel](https://s3.abcstatics.com/media/cultura/2021/08/24/atlantropa-kL1--1248x698@abc.jpg)
Levantar una presa en Gibraltar y cerrar el Mediterráneo . Así de sencillo. El resto lo haría la naturaleza. La evaporación causaría un descenso anual de 1,65 metros el nivel del agua y, cuando se alcanzasen los 200 metros, los dos continentes quedarían ... fundidos, formando un nuevo territorio: Atlantropa . En 1928, el arquitecto alemán Herman Sörgel diseñó este proyecto , que incluía además la regulación del agua mediante diversas presas que proporcionasen grandes cantidades de energía a bajo coste. Y fue tomado muy en serio.
Tan en serio, que tras la llegada de los nazis al poder el proyecto trascendió el objetivo de ganar 660.000 kilómetros cuadrados y fue percibido como un eficiente medio para la invasión de África. Pero hasta ese momento, se trató de dar una solución científica a unos problemas que, como había demostrado la I Guerra Mundial, ni los nacionalismos ni la política eran capaces de resolver. En consonancia con las actitudes racistas y colonialistas de la época, Sörgel imaginaba que África, con sus inmensos recursos naturales y sus 30 millones de kilómetros cuadrados de superficie, estaría completamente a disposición de Europa, algo que permitiría al viejo continente plantar cara a América y Asia.
«En esos años 20 muchos europeos pensaban que la civilización occidental estaba en decadencia, que Europa sucumbía entre los comunistas y los fascistas, y Sörgel ideó una solución técnica que devolviese el optimismo y que permitiese salvar el mundo », describe brevemente, Matthias Lohre , autor de la novela basada en hechos reales ' Der Kühnste Plan seit Menschengedenken ' (El plan más audaz que se recuerda). Lohre se dejó fascinar por esta utopía pacifista y ha firmado una novela que los alemanes leen con gusto mientras toman el sol en las playas del Mediterráneo, imaginando el mundo que habría surgido de semejante proyecto.
«Hoy, al igual que entonces, el mundo se percibe en crisis. Crisis del capitalismo, crisis de la democracia… A eso se suma hoy la crisis del clima, que a su vez suma la crisis de refugiados… la semana pasada los científicos advirtieron, por ejemplo, que está cambiando la Corriente del Golfo, y por todo esto la gente hoy también siente que necesita grandes soluciones », dice Lohre, que compara el contexto en el que Sögel ideó Atlantropa con el presente, pero cree que « si hoy se presentase un proyecto como este, la resistencia sería tanta que lo haría imposible ».
Lohre se ha documentado en los libros técnicos sobre el proyecto, el del arquitecto Wolfgang Vogt y del historiador Alexander Gall. Ha escudriñado en los archivos y ha rastreado los detalles de la vida personal de Sögel, descubriendo por ejemplo que su esposa había nacido como judía en Alemania, una circunstancia que marcó el destino del proyecto y las decisiones que tomó la pareja en torno al sueño de Atlantropa.
«Hay muchos expertos en construcciones que han examinado el proyecto y que consideran que técnicamente sería factible, pero a efectos reales es demasiado complicado . Se necesitarían más de cien mil trabajadores turnándose cada ocho horas, por ejemplo, y hoy en día, además, los problemas medioambientales que Sögel no examinó pero que serían ahora de primer orden, lo harían imposible». Otros detalles técnicos, como la desalinización del agua, o la presión que se dejaría de ejercer sobre la tierra debido a la ausencia de la ingente masa de agua del Mediterráneo, que tendría consecuencias sobre los volcanes italianos, suponen otros retos infranqueables . «Hoy hay poderosos movimientos de motivación medioambiental que tendrían en cuenta lo que cambiaría el ecosistema y que impedirían que se llevase a cabo. Y sobre todo, entonces había fe en el poder de la ciencia , mientras que hoy la Humanidad tiene miedo de esa técnica todopoderosa», se recrea en la hipótesis.
Pero en 1928 fueron varios los jefes de estado los que se interesaron por la idea y, en algún momento, incluso las Naciones Unidas. Sörgel proponía construir varias centrales hidroeléctricas de un tamaño inimaginable . La más grande de todas estaba en Gibraltar, pero había otras presas descomunales entre Sicilia y Túnez y en los Dardanelos. El proyecto final, además de dividir al mar Mediterráneo en dos cuencas (en la occidental se previó que el nivel del mar descendiera 100 metros y en la oriental el doble), contemplaba también construir varias represas en el río Congo y propiciar un mar interior en el centro de África que el arquitecto alemán esperaba que moderara el clima africano, haciéndolo más agradable para los colonos europeos.
Barcelona y Valencia habrían quedado alejadas varias decenas de kilómetros del mar y las islas de Mallorca y Menorca, así como las de Córcega y Cerdeña, se habrían fusionado con el continente. En el Egeo, en lugar de un reluciente mar turquesa, emergerían de las profundidades los restos del Coloso de Rodas. Una esclusa con paredes de hasta 100 metros de altura permitiría el paso a los transatlánticos y un símbolo triunfal de 400 metros de altura, un rascacielos de acero y cristal, 70 metros más alto que el Empire State Building, coronaría Gibraltar. Esa era al menos la idea de Sörgel, que creía poder regar unos tres millones de kilómetros cuadrados del Sáhara, que devendría cultivable. Lo que hizo tan atractivo el plan de Sörgel fue la visión de que la paz mundial no llegaría a través de la política, sino de la tecnología , una idea que muchos suscribirían hoy, a la espera de algún gran proyecto.
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