Armstrong se sorprende del «milagro cultural español»
El 4 de noviembre Richard Armstrong se estrenará como nuevo director de la Fundación Solomon R. Guggenheim, al frente del museo de Nueva York y con autoridad ante los de Bilbao, Venecia, Berlín y el que está aún en construcción en Abu Dhabi. Richard Armstrong, 59 años, ex director del museo Whitney de Nueva York, dejará la dirección del Museo Carnegie de Pittsburgh, que ocupaba desde 1996, para sustituir en el Guggenheim a Thomas Krens, que se marcha tan envuelto en leyenda como en polémica.
Armstrong llega, en cambio, envuelto en buen humor. Al comentarle qué significa para él haber sido elegido por unanimidad por la junta de la fundación el pasado día 24, se ríe y responde: «Supongo que significa que les gusto». Inmediatamente se pone formal y afirma: «Lo que se espera de mí es que haga la transición hacia un liderazgo de futuro».
La presidenta de la junta elogió de Armstrong su «rara combinación de habilidades: tiene visión artística, tiene diplomacia y tiene inspiración». ¿Lo segundo es una manera de decir que se espera de él que no se enfrente con algunos patronos y donantes, como hizo Krens? Para Armstrong la diplomacia es importante pero, a su juicio, la cualidad más importante para dirigir el imperio Guggenheim es la visión artística. No habrá revolución rupturista con la era Krens. Si acaso, sensibles ajustes estratégicos. Armstrong promete continuidad en la línea de «seguir ofreciendo muy buenas exposiciones» y dice que hay que mantener el importante progreso logrado en los últimos años. Da a entender que piensa construir su autoridad sobre una sólida pirámide en equipo. En cinco semanas planea volver a España y visitar el Guggenheim de Bilbao, que ya conoce, para ver y oír a todo el mundo.
En lo que al principio parece una nueva muestra de su alabada diplomacia empieza a decir maravillas del Guggenheim de Bilbao y se declara impresionado por el impacto social del arte en España. Habla de «milagro cultural español». «En serio, mi primer contacto con España fue a través del Palacio Velázquez en Madrid, y siempre me ha impresionado lo rápido que crecía todo allá. De los sesenta a los ochenta ya era otro país. Cuánta energía, es algo enormemente excitante, por supuesto es uno de los progresos económicos más espectaculares de Europa, pero es que no es sólo un milagro económico, hay también un verdadero milagro cultural», concluye.
Interrogado sobre en qué se diferencia este museo de todos los demás que ha dirigido, no lo duda: «Ahora mi trabajo va a ser conectar las élites artísticas del mundo». ¿Vivir en un permanente milagro?
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