En Noruega se decidió el acceso de la «Kriegsmarine» al Atlántico
El control de los fiordos permitió a la marina alemana una salida al mar abierto de la que había carecido durante la Gran Guerra
El 16 de febrero de 1940, en el fiordo de Jossing, el destructor británico «Cossack» interceptaba y abordaba al buque germano «Altmark», perteneciente a la flotilla de abastecimiento del acorazado «Graff Von Spee» cuando éste regresaba a Alemania con 300 prisioneros británicos, que serían liberados tras el abordaje.
Esta acción naval produjo —aparte de las protestas del gobierno de Oslo por la violación de su soberanía— el convencimiento en Hitler de que los británicos no iban a respetar la neutralidad Noruega. En efecto, días antes de la invasión alemana, las marinas británicas y francesas habían iniciado el minado de las aguas noruegas (Operación Wilfred) con objeto de bloquear la ruta naval del hierro sueco que se embarcaba en Narvik para ser transportado a Alemania.
Inicialmente prevista para el día 5, finalmente el 7 de abril partía de Scapa Flow la flota británica mientras embarcaban las primeras tropas destinadas a la invasión . En esos mismos momentos, la marina alemana zarpaba de sus puertos con el mismo objetivo. Desde entonces, la Kriegsmarine y la Royal Navy se enfrentaron violentamente durante los meses de abril a junio por el control del Mar del Norte y los fiordos noruegos.
Durante los primeros días de la invasión, la marina alemana sufrió también diversas pérdidas frente a las defensas costeras noruegas y la acción de los submarinos que patrullaban la zona. A lo largo de toda la costa atlántica escandinava, se desarrollaron los combates navales , con un balance de hundimientos parejo por ambas partes.
Sin embargo, el control de los puertos noruegos y los fiordos permitió a la Kriegsmarine una salida al mar abierto, de la que había carecido durante la Gran Guerra . Por primera vez, la flota de superficie germana, tenía acceso libre al Atlántico, tras romper las barreras que la encerraban en el Mar del Norte.
De forma suplementaria, pero no menos importante, gozaba de una serie de bases desde donde sus cruceros y acorazados pudieron patrullar y hostigar sin descanso las rutas de convoyes del Atlántico Norte y el Ártico.
El «Bismarck», «Gneisenau», «Scharnhorst», «Hipper», «Tirpitz»…, los buques más emblemáticos de la Kriegsmarine tuvieron sus bases permanentes o temporales en los fiordos noruegos, pudiendo salir a mar abierto escapando a la vigilancia de la marina y la aviación británicas y representando una amenaza real durante toda su vida operativa de tales bases.
La neutralización de estos buques y sus bases constituyó una prioridad absoluta para el Almirantazgo británico a lo largo de toda la guerra, pero más si cabe tras la entrada de la URSS en la contienda al lado de los aliados, cuando el mantener abierta la ruta del Ártico para el abastecimiento a la URSS por mar se convirtió en un factor crítico.
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