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ABC Cultural

la larga guerra del siglo XX (VIII). Entreguerras. La guerra de papel

Así lo vieron nuestros cronistas: «Amo a Rusia»

El escritor ruso Máximo Gorki (1868 -1936), autor de «Los bajos fondos» o «La Madre», está considerado como una de las figuras más relevantes de la cultura de su país. Identificado con el movimiento revolucionario, fue también crítico con los excesos de la revolución y la guerra civil. ABC publicó este artículo de Gorki, traducido por «Danubio», firma del corresponsal en Viena, Aniceto Sardó y Vilart

Así lo vieron nuestros cronistas: «Amo a Rusia»

ABC, 3 de marzo de 1918

Poco tiempo ha alguien escribió en un cierto diario: «Gorki se ha vendido a los alemanes; Gorki ha traicionado a Rusia»... Y hace pocos días fui acusado públicamente de haberme vendido a los «cadetes», y hoy los diarios rusos afirman que todos mis esfuerzos tienden a traicionar a los obreros [...].

Es verdaderamente ridículo que los obreros rusos, que han dado pruebas de tener dos deditos de frente, vean en mí, puedan ver en mí al traidor, al enemigo de la clase obrera, esta misma clase obrera que, según mi más firme convicción, representa la fuerza cultural más importante en nuestra desgraciada Rusia [...].

Amo a los obreros rusos, a quienes me unen estrechos lazos de amistad y simpatía, y me descubro ante la grandiosa obra que están construyendo; amo a los obreros rusos y amo a Rusia. Los «comisarios del pueblo» acogen con una estruendosa carcajada mis confesiones, no importa; no por eso he de callar la verdad [...].

Las ideas de los maximalistas podrán ser útiles para el alma rusa... y podrán despertar en ella nobles pensamientos; pero el maximalismo de los anarcocomunistas del «Instituto Smolny» es para Rusia y para la clase obrera un gran peligro... Los señores comisarios tratan al pueblo como muchos médicos noveles a ciertos enfermos...; para ellos el pueblo ruso viene a ser igual que un caballo para los bacteriólogos, quienes le inyectan materia tífica al pobre animal para luego aprovecharse de su sangre como remedio antitífico [...]. ¡Qué les importa a ellos que durante el experimento reviente la «bestia»!

Me es completamente igual el calificativo que me den los señores gobernantes actuales, pues estoy muy por encima de sus ataques al gritarles a los obreros rusos: Compañeros, os están conduciendo a la ruina; para los hombres que se llaman vuestros representantes y los representantes de la Rusia republicana, no sois hombres...; sois, ¿queréis que os lo diga francamente, sinceramente?... Sois hurones de experimento.

Así lo vieron nuestros cronistas: «Amo a Rusia»

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