Lola Beccaria: «Ya no hay represión sexual, pero vivimos una gran opresión emocional»

Lola Beccaria (Ferrol, 1963) bucea en su nuevo libro entre las emociones sumergidas que rodean al amor en nuestros días para sacarlas a flote. Y, sí, en «Mientras no digas te quiero» (Planeta) también hay sexo. Pero nada de «Cincuenta sombras de Grey» . «Me encanta recrear escenas de sexo, pero aquí están integradas en la historia. En las sociedades occidentales la represión sexual femenina es cada vez menor y el sexo se va convirtiendo en una parte más de la vida misma, como el comer», apunta la escritora.

Sin embargo, la opresión emocional sigue manteniéndose en los mismos niveles. Aquí surge el problema. «Se comparte el sexo, pero no el alma. Y cuando uno de los dos plantea que quiere más, se produce el cisma», dice la autora. Para evitarlo, se acallan las necesidades emocionales y, como consecuencia, «nos sentimos decepcionados y rabiosos con el sexo opuesto», afirma Beccaria.

Ante esta tesitura vital, la escritora ha volcado en «Mientras no digas te quiero» su bajage como terapeuta Gestalt (corriente de psicoterapia fundada por un discípulo de Freud que surge de una postura crítica del psicoanálisis). «Con este libro he querido hacer una labor pedagógica –aunque no quiero sonar pretenciosa, nada más lejos de mi intención- de todo lo aprendido. Recoger las claves más importantes de la personalidad humana que necesitaría saber la gente de a pie para conocerse de una manera muy sencilla y muy práctica», explica Beccaria.

Y ello lo consigue a través de las diferentes personalidades de las protagonistas, con el fin de «cubrir el abanico de la tipología de actitudes que existen hoy en día y que pudieran resultar útil a todo el que se acerque a la novela», puntualiza. Se trata de seis mujeres muy distintas que se apuntan al taller de seducción impartido por una psicóloga.

Las armas infalible para Lola Becarria pasan por el regreso al corazón y por lo que ella denomina «romanticismo activo»: Frente a una mujer pasiva y sumisa, reivindica una que «exprese sus emociones en libertad –continúa- y que, al mismo tiempo, viva esa entrega amorosa sin pérdida de identidad, sin necesidad de anularse». Auténticas conquistadoras de hombres «que necesitan ser descubiertos emocionalmente», apostilla la autora.