Turing, indultado 59 años después
Isabel II revoca la condena por homosexualidad del gran matemático. Piden que se reabra el caso de su muerte

La Nochebuena trajo consigo una noticia que, aunque perseguida durante años por un importante sector de la población británica, fue recibida con sorpresa y aleg ría: el indulto otorgado por la reina Isabel II a Alan Turing , padre de la inteligencia artificial, y figura clave en los logros del desciframiento de los códigos nazis durante la Segunda Guerra Mundial que, para muchos historiadores, lograron acortar la duración del conflicto unos dos años, con el consiguiente ahorro de centenares de miles de vidas.
Turing había sido condenado en 1952 por un delito de «conducta obscena» , definición bajo la que se escondía la criminalización de los actos homosexuales entre varones, según una ley decimonónica que no sería derogada en Inglaterra y Gales hasta 1967. Con la sentencia, el tribunal ofreció al matemático dos opciones: ir a la cárcel o someterse a una castración química ; el científico optó por la segunda, y durante meses recibió un tratamiento de fármacos que afectó a todo su cuerpo. Junto a ello, le fue prohibido volver a realizar trabajo alguno para el Gobierno. Poco después, en 1954, Turing fue encontrado muerto en su cama, en lo que una investigación apresurada dictaminó como suicidio por ingestión de arsénico; tenía 41 años.
Héroe nacional
Lo más curioso de esta historia es que, aunque en realidad Turing era un héroe nacional, esa condición permanecía oculta para sus contemporáneos. Sus trabajos en el desciframiento de la red alemana Enigma habían salvado a Gran Bretaña, sí, pero habían sido clasificados y no podían ser conocidos. De hecho, para los ávidos lectores de los tabloides, Turing era tan sólo un excéntrico científico involucrado en la construcción del primer computador británico, que comenzó a funcionar en 1948, y los detalles de su gran labor no fueron desclasificados hasta julio de 2012 , coincidiendo con el centenario de su nacimiento.
Ya en el 2009, el por entonces primer ministro Gordon Brown había expresado una disculpa pública en nombre del Gobierno, pero dos años después una iniciativa que logró recoger 34.000 firmas en internet fue desestimada al considerar el departamento de Justicia que el procedimiento seguido había sido perfectamente legal. Finalmente, el indulto llegó tras una campaña puesta en marcha por la doctora Sue Black , una científica experta en computación, que consiguió que el Parlamento presionara al ministro de Justicia, Chris Grayling, para que pasara el indulto a la firma de la Reina. Grayling se apresuró a mostrar su satisfacción por la anulación de «una sentencia que ahora consideramos injusta y discriminatoria. Turing merece ser recordado por su fantástica contribución al esfuerzo de guerra y su legado a la ciencia».
Sir Clive Sinclair, quien se destacó en la introducción de los ordenadores en los hogares en los 80 con su mítico Spectrum, manifestaron su indignación por lo que consideran un gesto vacío que poco alivio aportará a quien murió hace 59 años sumido en la ignominia: «Francamente, creo que todo esto es ridículo», dijo en declaraciones a la BBC.
Dudoso suicidio
Es de prever que, a lomos de este indulto, tome fuerza la petición para que se reabra el caso de la muerte de Turing, que para muchos (entre ellos, su biógrafo B. Jack Copeland, de quien Turner acaba de publicar en España su libro «Alan Turing. El pionero de la era de la información») fue precipitadamente clasificada como suicidio. La realidad podría ser más compleja: Turing tenía acceso a muchísimo material sensible, y la condena por homosexualidad le habría puesto en una situación muy vulnerable.
Copeland considera que la posibilidad de que los servicios de inteligencia británicos puedan tener algo que ver con su muerte (se encargaron de impedir que un amante de Turing que viajó a Gran Bretaña para apoyarle durante el tratamiento pudiera llegar a verle) es digno de estudio. Son cada vez más los expertos que consideran que las conclusiones de la investigación policial son demasiado endebles . Turing murió a causa del consumo de arsénico, pero no está claro cómo llegó a ingerir esa sustancia.
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