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«El problema de los políticos no es la corrupción, sino el abuso de poder»

El historiador repasa los últimos dos siglos de la vida española en «Los señores del poder»

«El problema de los políticos no es la corrupción, sino el abuso de poder» JOSÉ RAMÓN LADRA

MANUEL DE LA FUENTE

Historiador de fuste y presidente de la Fundación José Ortega y Gasset-Gregorio Marañón, José Varela Ortega acaba de publicar su nuevo y enjundioso ensayo, «Los señores del poder» (Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores), que plantea algunas interrogantes de la Historia española contemporánea desde la Guerra de la Independencia mientras buena parte de España se había echado al monte contra el francés y otros soñaban con la Pepa, la Constitución de 1812.

Varela Ortega recuerda, por ejemplo, la alternancia de partidos políticos en el último tercio del XIX como un «pacto entre políticos profesionales», repasa el papel de la Monarquía española, en muchas ocasiones un árbitro de poder entre los partidos, antes de situarse en las puertas de la República, el régimen que murió en la Guerra Civil.

«En primer lugar -explica-, debemos subrayar que la República no es una persona, es un régimen, y quienes llevaron a la República al fracaso fueron los políticos, republicanos, socialistas y también los de una derecha no del todo constitucionalista. La responsabilidad fue de los políticos de la época que manejaron una realidad complicada en un contexto internacional explosivo de una manera poco prudente, poco cautelosa. En cualquier caso cabe resaltar que la república es una forma de gobierno y por cierto para una democracia la más coherente, lo que sucede es que en muchos países europeos nos ha ido bastante bien usando estas muletas que llamamos monarquía parlamentaria».

Más adelante, José Varela Ortega ofrece un plano esclarecedor de la España de Franco. «En principio, no creo que fuera un régimen especialmente corrupto. Por supuesto, no hay nada más corrupto que una guerra, y desde 1936 a 1950 aproximadamente, creo que más que ante un régimen corrupto nos encontramos ante un régimen de botín de guerra, de vencedores que se repartieron el país como una finca, pero después empezó a rehacerse una administración civil independiente y se fue reconstruyendo cierto estado de derecho, fraccionado y limitado, claro, pero no me parece un régimen particularmente corrupto. Más bien al contrario, en los sesenta y setenta es un régimen de abogados del Estado, de economistas del Estado, de técnicos comerciales, del Banco de España, una administración independiente de funcionarios que son los que llevan el país. Gracias a ello se puede hacer la Transición, porque la Administración no era franquista, los servidores del Estado no eran falangistas, las oposiciones no eran de uniforme y pistola como en los 40».

El gran mito de la España contemporánea

Llegamos, pues, ante el gran mito de la España contemporánea, la Transición. Varela Ortega reflexiona sobre este período tan apasionante. «Quienes dieron los primeros pasos de ese proceso, aunque no la hubieran vivido directamente, tenían muy presente la Guerra Civil, tanto en la izquierda como en la derecha, y sabían de la necesidad de una democracia pactada, que no es una democracia traicionada. El pacto es la expresión de un acuerdo y así debe ser una Constitución si quiere ser estable, así ha sido desde los griegos. El pacto no se consideró nefando, ni que sirviera para tapar vergüenzas, se hizo voluntariamente, con conocimiento y paso firme. La Transición fue un acto positivo, democrático, del que nadie se avergonzaba; la vergüenza era la guerra, no el pacto».

Y llegamos a este presente de fotocopias, de descreimiento en la política tradicional por una parte de la ciudadanía, de corruptelas y apaños. «No creo -subraya José Varela Ortega- que el problema de los políticos sea la venalidad, la codicia y la corrupción. El problema de los políticos es su soberbia y su abuso de poder, en contra de esa versión popular sobre su corrupción. Estos corruptos son gente que no son políticos, pero se aprovechan de los resquicios del sistema. No creo que Rajoy ni Rubalcaba sean corruptos ni que tengan el menor interés en llevar y traer maletas, pero sí hay gente dispuesta a hacerlo. Resumiendo, no creo que los políticos maximicen el dinero, maximizan el poder, que creo que casi es más peligroso».

«El problema de los políticos no es la corrupción, sino el abuso de poder»

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