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La Vuelta rinde culto al Chava Jiménez

Dedica la etapa reina al abulense, suaviza su perfil montañoso y termina con una crono en Santiago

J. CARLOS CARABIAS

Se presentó la Vuelta y se habló de ciclismo en Cádiz. El deporte del pedal, que bracea en España para salir de su antiguo estado moribundo, se tomó la temperatura como cada año en una reunión que congrega a todos los actores : ciclistas, deportistas, patrocinadores, organizadores, el Tour, el Giro, diputaciones, comunidades autónomas. Como todos los años, el recorrido se conocía de antemano, faltaban corredores extranjeros de lustre y el auditorio se preparó para una sobredosis de montaña y finales en alto. El director general de la Vuelta, Javier Guillén, especialista en sacar conejos de la chistera, aún se reservó un último número. La Vuelta 2014, ocho finales en alto, tres contrarrelojes, yermo para los velocistas, rendirá culto a uno de sus primeros artistas, tal vez el más genuino, Chava Jiménez, muerto hace diez años en una clínica del norte de Madrid.

La gente preguntó por Fernando Alonso, disertó sobre la nueva dimensión del ciclismo más allá de Europa en los nuevos canales (Australia, China, los Emiratos Árabes, Iberoamérica), debatió respecto a la modernidad y las posibilidades de la alta definición y lamentó, una vez más, que España solo tenga un equipo ciclista en manos de un histórico, como Eusebio Unzué, antiguo director de Induráin. Pero todos respetaron la esencia de un deporte que se nutre de héroes. El personal valoró la iniciativa de Guillén: el homenaje al Chava.

Jiménez, un ciclista a la altura de Pantani en la montaña, no fue capaz de ganar nunca una etapa en el Tour, una clasificación en el Giro o una clásica de primer nivel. Sin embargo, estableció una relación idílica con la Vuelta a España. En su país se sentía como el flautista de Hamelín, incontrolable y altruista, torero y triunfal. Consiguió diez etapas, cuatro reinados de la montaña, una clasificación de la regularidad y casi una Vuelta que entregó camino de Aitana en 2001. No quiso responsabilidades y vivió al límite, dentro y fuera de la carretera.

«Hacía las cosas como las sentía», dijo su cuñado Carlos Sastre, ganador del Tour 2008, ante un auditorio silencioso. La etapa reina de la Vuelta, la que lleva de Orense al puerto de Ancares, llevará su nombre y entregará un trofeo del escalador abulense al vencedor. El ciclismo evoluciona pero conserva su esencia.

La Vuelta a España mantiene sus señas de identidad en la edición de 2014. Lleva años en busca de un sello propio que poco a poco va consolidando. Etapas nerviosas, cortas, dinámicas, con bonificaciones en las metas y muchos finales en alto. Ocho en esta ocasión, menos que otras veces. La ronda concederá más oportunidades a todos los especialistas y no solo pondrá en bandeja las victorias a los escaladores. Hay tres contrarrelojes (una por equipos, de salida en Jerez, y dos individuales, incluida la etapa final) y ocasiones para los velocistas. La ronda cambia su destino. Concluirá en Santiago de Compostela, en la plaza del Obradoiro, en el final de la peregrinación, y no en Madrid. Una contrarreloj muy corta, diez kilómetros, como epígrafe al previsible duelo que mantendrán los tres mejores ciclistas españoles, Contador, Purito y Valverde, junto a algún francés de la nueva hornada. Francia ha superado su travesía por el desierto en los años oscuros del ciclismo y alumbra una nueva generación que dará mucho que hablar.

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