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Un experto sitúa en Los Pedroches tres hitos de las aventuras de El Quijote

Un ingeniero de Puertollano defiende tras 8 años de estudio que los batanes, el yelmo de Mambrino y la liberación de los Galeotes se ubican en Torrecampo

J. M. C.

No andaba muy desencaminado el malogrado Aurelio Teno cuando se empeñó en hacer cabalgar a sus representaciones de Don Quijote por su querida comarca de Los Pedroches.

Ahora, tras un profundo estudio de campo y de investigación hundiendo durante ocho largos años la nariz en innumerables mapas y sus zapatos en más de un charco o barrizal, el ingeniero agrícola de Puertollano José Arias Mora acaba de plasmar en su obra «La ruta del segundo viaje de Don Quijote desde tierras manchegas a Andalucía» la idea de que tres importantes hitos de las aventuras del ingenioso hidalgo tuvieron lugar en tierras cordobesas, todas ellas en el término municipal de Torrecampo.

Esos tres episodios son, por este orden: el susto de los batanes, el yelmo de Mambrino que llevaba el barbero y la liberación de los galeotes y su posterior huida de la Santa Hermandad hacia las estribaciones de Sierra Morena, ya en la provincia de Ciudad Real.

Evidentemente, José Arias es consciente de que sus reflexiones van a ser punto de polémica, entre otras cuestiones porque el suceso del molino de los batanes hace tiempo que se creía que estaba ubicado en Fuencaliente y ahora él asegura que se encuentra en Córdoba, nada más pasar el límite provincial a través de la Cañada Real Soriana Occidental por el río Guadalmez que sirve de frontera con Ciudad Real, frente al cerro Cantalobos y cerca también del arroyo Guadamora.

Como buen ingeniero agrícola, al autor de la obra no le bastó con localizarlo en el mapa, sino que se personó en el lugar y, siguiendo los pasos de Don Quijote y su fiel Sancho Panza, acabó topándose con los restos del molino del Turruñuelo, del que apenas quedan unas piedras, merced a las indicaciones que le dio un lugareño.

El hallazgo

«Era agosto, entre las dos y las tres de la tarde, y me encontraba frito de calor dando ya demasiadas vueltas cuando el corazón me dio un vuelco al seguir las indicaciones de los 200 pasos desde la Cañada Real Soriana y me topé con él», recuerda emocionado.

Desde allí, y bajando por la Cañada -que en la parte cordobesa cambia de nombre para denominarse Cañada Real de la Mesta- en dirección sur llega Don Quijote a un cruce de caminos donde se topa con el barbero «que va de un pueblo mayor a otro menor». «Yo calculo que el mayor aludía a Torrecampo y el menor a San Benito, en Ciudad Real, y ahí, en el cruce de la actual carretera entre ambos municipios y la Cañada Real Soriana tiene lugar el suceso del yelmo de Mambrino», confirmó el autor, quien, además, notó cierto alivio al comprobar «in situ» que, en efecto, el terreno, tal y como se indica en la archiconocida novela «es llano».

Una vez conseguida su nueva defensa para la cabeza, el Quijote se vuelve al batán, hacia la Cañada Real, tomando el camino conocido como El Atajo en dirección norte hacia Sierra Morena. «Ahí es donde yo sitúo la liberación de los galeotes que se los encuentra yendo en dirección contraria hacia Sevilla, mientras que él regresaba a Ciudad Real», explicó.

La huida

Y ahí no acaba todo. Una vez que el Quijote y Sancho huyen evitando el acoso de la Santa Hermandad es cuando el escudero avisa a su señor de que era necesario salirse del camino para encaminarse bien a Almodóvar del Campo o hacia El Viso. En este punto, los estudiosos de la geografía daban por hecho que se refería a El Viso del Marqués, aldea perteneciente a Santa Cruz de Mudela, pero en opinión de José Arias, se refiere al El Viso de Córdoba. «Según mi experiencia sobre el terreno, si hubiesen salido a la izquierda del camino se hubiesen topado con la Cañada Real Soriana y una vez allí, al girar a la derecha, hubiesen llegado a Almodóvar, pero encaminándose a la izquierda hubiesen llegado a El Viso cordobés, que es un sitio que sí está a ocho leguas de Almodóvar y no el otro», advirtió.

El inicio de esta aventura surgió de casualidad, durante una investigación suya sobre la Cañada referente a un entroncamiento en el Puerto de Veredas donde se unen la Soriana y la Segoviana, «a pesar de que el Ministerio no lo tiene reconocido como tal». En ese momento le llegó la inspiración al comprobar los paralelismos entre sus dos cañadas y los sucesos descritos en El Quijote. «Cada una de esas dos cañadas que confluyen allí recogen ganado de tres cañadas importantes y Cervantes, a través de Alonso Quijano describía a dos ejércitos con dos jefes y cada uno de ellos con tres caballeros importantes; era claramente la batalla de las ovejas».

Según Arias, por lo que describía El Quijote sobre lo que veía a su frente y a su espalda «todo cuadraba, incluso el altillo que refiere y cuando le dice a Sancho que el miedo no te hace huir por la derecha. Es por ese lado donde yo sitúo que viene el enemigo».

A partir de ahí, únicamente tuvo que seguir las indicaciones que apuntaba Cervantes, quien, por cierto, con ascendencia cordobesa por parte de abuelo, y destinado por su trabajo a esta provincia, conocía bastante bien esos caminos que acabó describiendo en su inmortal obra.

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