Batalla espacial histórica entre Rusia e India: ¿quién conquistará antes el polo sur de la Luna?
Aunque la nave india Chandrayaan-3 fue lanzada a mitad de julio y la sonda rusa hace apenas una semana, ambas se encuentran en el mismo punto: la órbita lunar
Rusia tiene la intención de intentarlo entre el 21 y el 23 de agosto y adelantarse a India, cuyo alunizaje está previsto para el 23
Rusia alcanza la órbita de la Luna: comienza la recta final por conquistar el polo sur de nuestro satélite

En este mismo momento hay dos naves, una rusa y otra india, orbitando la Luna y dispuestas a hacer historia. Ambas pugnan por convertirse en la primera sonda que alunice en el cotizado polo sur lunar, un lugar donde se cree que hay ... grandes reservas de agua en forma de hielo y donde las principales potencias espaciales piensan llevar a sus nuevas generaciones de astronautas. No solo eso. Allí se plantean construir bases permanentes que sirvan para fines tan dispares como la explotación de recursos (dispone de depósitos de titanio y aluminio, así como de metales preciosos y gemas semipreciosas, entre otros), la investigación científica y como campo de pruebas para el siguiente horizonte humano a conquistar: Marte.
Pero todo esto, de momento, está únicamente sobre el papel. Porque ninguna agencia espacial ha podido alunizar nunca sobre ese suelo, más rocoso y accidentado que el elegido por los programas lunares de EE. UU. y la antigua URSS de los años sesenta y setenta. La situación podría cambiar a partir del lunes 21, momento en el que Rusia tiene previsto posar su nave sin tripulación, adelantándose a la misión india con idéntico objetivo (aunque, como ellos mismos admiten, 'low cost') Chandrayaan-3, que intentará la misma operación pero el miércoles 23.
Aunque pueda parecer que Roscosmos con su misión Luna-25 lleva la delantera, lo cierto es que la ventana de alunizaje de los rusos se amplía hasta el mismo día 23, por lo que no está claro quién será el primero conseguir la proeza histórica. O, al menos, intentarlo, porque probar no es sinónimo de éxito, que es lo único que escribiría sus nombres en la Historia. Si bien de momento todo ha ido según lo esperado en el viaje de ambas, las dos cuentan con diferentes obstáculos: Rusia ya tiene experiencia en alunizajes, pero lleva sin posar una sonda sobre nuestro satélite medio siglo; además de que su presupuesto está a años luz del destinado en su momento por la URSS (y todo sin contar con el conflicto abierto con Ucrania). Por su parte, India es una 'recién llegada' al mundo espacial y ya ha visto cómo una de sus naves, la Chandrayaan-2, fracasaba justo antes de alunizar.
Sin embargo, ambos países se muestran optimistas. «Estamos seguros que esta misión será exitosa y aportará orgullo y reconocimiento a quienes han trabajado para ella», declaró para AFP Ahil G. Verma, responsable de la empresa Godrej & Boyce, principal proveedor de motores y componentes del IRSO, la Organización India de Investigación Espacial. Vladímir Putin tampoco se quiso quedar atrás en entusiasmo y afirmó acerca de su programa espacial que su país está guiado por la «ambición» de sus «ancestros» para seguir adelante, «pese a las dificultades y los intentos para obstaculizarnos».
Rusia no se quiere quedar fuera de juego
Pese a que su peso y su influencia no son los mismos que durante la Guerra Fría, Rusia no quiere quedarse demasiado rezagada en la carrera lunar. Si bien nuestro satélite nunca llegó a recibir visitas de astronautas rusos, sí que ha sido escenario de pioneras misiones de recogida de muestras. Sin embargo, tras la llegada de EE. UU. a la Luna, abandonó ese escenario y viró primero hacia la estación espacial rusa (MIR) y, después, hacia la construcción de la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés), que ejecutó en colaboración con la NASA, en el marco de cooperación tras el conflicto entre ambas potencias.
Y ese ha sido su 'feudo espacial' hasta ahora: aparte de enviar regularmente a sus cosmonautas, tras la cancelación del transbordador espacial de EE. UU. se convirtió con sus Soyuz en el único transporte de las tripulaciones al laboratorio en órbita. Además, fue la primera en ofrecer vuelos a turistas espaciales, recogiendo pingües beneficios.
Ahora que el fin de la ISS está cerca (en 2030 se desorbitarán los módulos para que se desintegren en su roce contra la atmósfera), Rusia busca seguir activa en el espacio. La idea es crear una nueva y propia base en órbita (la Estación de Servicio Orbital Rusa, ROSS) y, después, junto a China, construir otra en la Luna. Si bien estos proyectos ya llevaban anunciados desde hacía tiempo, no se ha filtrado mucha información de su avance. De hecho, no fue hasta el pasado 12 de abril cuando, con motivo del aniversario 62 del vuelo de Yuri Gagarin, Putin anunció su decisión de «reanudar con urgencia» sus ambiciones lunares. Así es como el Programa Luna, que no había tenido misiones desde hacía medio siglo, se reactivó casi por sorpresa.
Y, a pesar de las aparentes 'prisas', todo parece marchar en orden. «Todos los sistemas Luna-25 funcionan normalmente; la comunicación es estable. Se están tomando sesiones para medir los parámetros de navegación actuales», señalaron desde Roscosmos justo después de que la sonda se insertara en la órbita lunar. La idea, si se consigue el alunizaje, es permanecer allí alrededor de un año y recoger diferentes muestras, entre ellas agua de la Luna, y diferentes datos gracias a ocho instrumentos a bordo de un módulo de aterrizaje que intentará ser el primero en posarse sobre el polo sur lunar.
La ambiciosa India
A la tercera, va la vencida. O eso al menos intentará ISRO que se cumpla con Chandrayaan-3, una sonda que se lanzó a mitad de julio pero que ha tardado casi un mes en llegar (una eternidad en comparación con los seis días que ha empleado Rusia en el mismo viaje). La razón: ahorro de costes. La nave india ha estado impulsada por motores mucho menos potentes, además de apoyarse en la gravedad de la Tierra y la Luna para llegar a su destino, lo que abarata el proyecto, pero también lo ralentiza.
Aún así, todo va según lo planeado y este jueves el módulo de aterrizaje comenzaba su viaje en solitario. «Gracias por el viaje, amigo», tuiteaban desde ISRO refiriéndose al módulo de propulsión, que se separaba de forma exitosa de la nave que se posará sobre la Luna, si todo va según lo previsto, el próximo miércoles 23. La nave que se posará sobre la Luna, llamada Vikram, lleva a bordo un pequeño rover bautizado como Pragyan. La misión requiere que el dúo explore la superficie durante un día lunar (aproximadamente 14 días terrestres) hasta que la oscura y fría noche de nuestro satélite agote las baterías de ambos.
El programa lunar indio va despacio: tras el lanzamiento en 2008 de la sonda Chandrayaan-1, cuyo objetivo era orbitar nuestro satélite durante un año, hubo que esperar hasta 2019 para ver despegar la misión Chandarayaan-2. Diseñada para, esta vez sí, alunizar, la nave perdió el contacto con la Tierra poco antes del fin de las maniobras, estrellándose finalmente sobre el regolito.
EE.UU. y China, la verdadera batalla
India no es la única que ha visto truncados sus sueños de conquistar la Luna. Casi al mismo tiempo del fiasco de la Chandrayaan-2 se estrellaba el módulo de aterrizaje Beresheet, financiado por una empresa privada de Israel llamada ILSpace. Con ella viajaba una polémica carga: decenas de tardígrados (conocidos también como osos de agua), unos animales microscópicos que pueden sobrevivir en condiciones tan extremas que incluso se especuló con que aún estén vivos en la Luna y sean los primeros colonizadores de nuestro satélite.
Más recientemente, en concreto el pasado mes de abril, la nave Hakuto-R de la empresa japonesa Ispace, también perdía la comunicación con la torre de control poco antes del alunizaje. En su interior, un pequeño robot de exploración desarrollado por la agencia espacial nipona JAXA, así como un vehículo lunar diseñado por los Emiratos Árabes Unidos. «Lo que aprendamos con esta misión repercutirá en las siguientes», decía el CEO de Ispace, Takeshi Hakamada, tras reconocer el fracaso de las maniobras.
Aunque sin duda la verdadera pugna se encuentra entre EE.UU. y China, las dos potencias más avanzadas hasta la fecha (a pesar de que aún no han posado ninguna nave sobre el polo sur lunar). La NASA tiene como objetivo llevar allí a la nueva generación de astronautas en la misión Artemis 3, cuyo lanzamiento está previsto para finales de 2025 o principios 2026. Ese aterrizaje sería el primer alunizaje tripulado desde el del Apolo 17 en 1972.
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Por otra parte, China está despegando de forma meteórica en el sector espacial: no solo ha conseguido ser el único país que ha alunizado en la cara oculta de la Luna, sino que ha construido en tiempo récord su propia estación espacial y, además, ha logrado llevar un rover a Marte. En cuanto a los planes de posar al primer taikonauta (nombre por el que llama el gigante asiático a sus astronautas) sobre la Luna, el ingeniero adjunto de la Agencia Espacial Tripulada de China (CMSA), Zhang Hailian, explicó en la inauguración del Foro Aeroespacial Comercial en Wuhan hace un mes que su intención es que ocurra antes de 2030. Sin duda, la Luna como destino, está de moda esta década.
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