Resuelto el misterio de la ausencia de cráteres gigantes de Venus
A diferencia del resto de los planetas rocosos del Sistema Solar, donde hay cráteres de miles de km de diámetro, los mayores hallados en Venus no superan los 300 km. Ahora los científicos saben por qué
La vida en Venus solo fue posible durante sus primeros mil millones de años
![Imagen de radar de Haastte-baad Tessera, cortada por un conjunto de anillos concéntricos únicos que registran un tipo de cráter de impacto recientemente reconocido en Venus y anteriormente solo identificado en las lunas heladas de Júpiter](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/ciencia/2024/11/06/1teselasVenus-RQSplRL0eUMUPngc8vCqBsO-1200x840@diario_abc.jpg)
Hace unos 4.000 millones de años, nuestro recién nacido Sistema Solar era un lugar extremadamente violento, con rocas de todos los tamaños (algunas tan grandes como planetas) chocando continuamente con los mundos que acababan de formarse. Las huellas de aquel intenso bombardeo, que duró ... más de 1.000 millones de años, son aún bien visibles en las superficies de Mercurio, Marte, la Luna o la propia Tierra, aunque aquí los procesos geológicos y la erosión se han encargado de borrarlas casi por completo. Algunos de esos cráteres son realmente enormes, como el de Utopía, en el hemisferio norte marciano, con un diámetro de 3.300 km; o la conocida cuenca del Polo Sur-Aitken, en la cara oculta de la Luna, con sus 2.500 km de ancho.
Pero hay un planeta que no encaja con el resto: Venus. Allí no hay procesos geológicos que puedan borrar las huellas. Es más, entre sus más de 1.000 cráteres, Venus alberga algunos de los mejor conservados de todo el Sistema Solar. Pero a pesar de ello ninguno tiene más de 300 km. ¿Por qué no hay en Venus grandes cuencas de impacto como en el resto de los planetas? La pregunta lleva varias décadas intrigando a los científicos.
Ocultos a plena vista
Ahora, un pequeño equipo de investigadores, entre ellos el español Ivan López, de la Universidad Rey Juan Carlos, de Madrid, acaba de darse cuenta de que, en realidad, esas enormes cicatrices sí que están ahí. Solo que no hemos sabido verlas.
En un artículo recién publicado en 'Journal of Geophysical Research: Planets', los investigadores explican que la clave del misterio está oculta en una característica geológica llamada 'terreno de teselas', una serie de anillos concéntricos que se aprecian en la superficie de Venus y que tiene unos 1.500 kilómetros de diámetro. Según él artículo, esta región, llamada Haastte-Baad Tessera, fue el resultado de dos impactos gigantes, uno tras otro, con un planeta que todavía estaba blando y fundido bajo una delgada corteza sólida, hace unos 3.500 millones de años.
![El cráter Valhalla, en la luna de Júpiter Calisto, similar al recién identificado en Venus](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/ciencia/2024/11/06/2Valhalla_crater_on_Callisto_20241106105254-U37746437331LFb-760x427@diario_abc.jpg)
«Si se trata realmente de una estructura de impacto -asegura la geóloga Vicki Hansen, del Instituto de Ciencias Planetarias en Tucson, Arizona, y coautora del estudio- sería la más antigua y grande de Venus, lo que nos permitiría vislumbrar el pasado del planeta conocer los primeros procesos planetarios. Y lo que puede ser aún más importante es que nos muestra que no todas las estructuras de impacto son iguales. Las estructuras de impacto resultan de un bólido (un cuerpo de composición no especificada) que choca con un planeta objetivo. La naturaleza del bólido es importante, pero también lo es la naturaleza del objetivo».
Planetas muy calientes
Cuando los planetas rocosos estaban recién formados eran mucho más calientes de lo que son ahora, ya que la mayor parte de su volumen se encontraba sus interiores fundidos, cubiertos por una delgada corteza sólida. Hansen y sus colegas crearon modelos para estudiar los procesos de formación que podrían haber llegado a crear la Haastte-Baad Tessera, y determinaron que un doble impacto era el escenario más plausible.
Según el estudio, dos impactadores, uno detrás del otro, habrían atravesado la corteza de 10 kilómetros de espesor de Venus y esparcido alrededor parte del manto fundido de debajo. El magma habría 'salpicado' la superficie, que alrededor del punto de impacto circundante se arrugó para formar el patrón de teselas concéntricas que se observa hoy en día.
Se sabe que este proceso puede ocurrir realmente porque ya se ha visto en otras partes del Sistema Solar. Por ejemplo en Calisto, la luna de Júpiter, donde hay una estructura de múltiples anillos de unos 3.800 kilómetros de diámetro llamada Valhalla, la mayor de este tipo que se conoce el Sistema Solar y que los científicos creen que se formó cuando algo muy grande chocó contra la luna helada.
Dos rocas de 75 km
El modelo creado por los investigadores sugiere que los impactadores que formaron la Haastte-Baad Tessera eran grandes, de unos 75 kilómetros de diámetro cada uno. Un suceso, por otra parte, bastante raro en el Sistema Solar, pero no inaudito. De hecho, existen características geológicas en la Tierra que pueden haberse formado de la misma manera, como un enjambre de diques en el lago Victoria, en África.
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«¿Quién habría podido pensar que un cráter de impacto en Venus podría verse como un terreno de teselas plano y bajo? -dice Hansen-. Habíamos estado buscando grandes agujeros en el suelo, pero para que eso suceda se necesita una litosfera gruesa, y el Venus primitivo no la tenía. Marte tenía una litosfera espesa. La Luna tenía una litosfera espesa. Es probable que la Tierra también tuviera una litosfera delgada cuando era joven, pero su registro ha sido modificado o borrado en gran medida por la erosión y la tectónica de placas».
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