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Todos los ojos puestos en el asteroide peligroso 2024 YR4: la ONU activa por primera vez el protocolo de seguridad planetaria

Si bien la probabilidad de que no impacte es casi del 99 por ciento, su tamaño, que podría llegar hasta los 100 metros, y cercanía han motivado esta decisión

Todo lo que sabemos sobre el asteroide que puede chocar contra la Tierra en 2032: dónde impactaría, qué daños causaría y si podemos evitarlo

La primera imagen del asteroide 2024 YR4 NASA / Magdalena Ridge 2.4m telescope / New Mexico Institute of Technology / Ryan / AFP
Patricia Biosca

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Desde hace unos días, el asteroide 2024 YR4 se ha hecho mundialmente famoso: detectado el pasado 27 de diciembre, los astrónomos han determinado que esta roca espacial cuyo tamaño podría llegar a los 100 metros de diámetro, podría impactar contra la Tierra el próximo 22 de diciembre de 2023. Algo que ha motivado un informe sin precedentes de la ONU que pone en marcha a los dos grupos de reacción ante asteroides: la Red Internacional de Alerta de Asteroides (IAWN) y el Grupo Asesor de Planificación de Misiones Espaciales (SMPAG). Un protocolo que fue creado en 2013 pero que, hasta la fecha, aún no se había activado.

En concreto, la IAWN, que se ha reunido este martes para evaluar los datos existentes, es un organismo encabezado por la NASA responsable de coordinar el grupo internacional de organizaciones que participan en el seguimiento y caracterización de asteroides. Si fuera necesario, sería el encargado de elaborar una estrategia para ayudar a los gobiernos del mundo a analizar las consecuencias del impacto de estas rocas espaciales y a planificar las respuestas de mitigación necesarias.

Por su parte, el SMPAG, presidido por la ESA, es responsable de facilitar el intercambio internacional de información, desarrollar misiones colaborativas y realizar actividades de planificación para la mitigación de amenazas de objetos cercanos a la Tierra. El grupo se reune este jueves para determinar los pasos a seguir. Si la probabilidad de impacto del asteroide se mantiene por encima del umbral del 1 por ciento, el SMPAG proporcionará recomendaciones a la ONU y podrá empezar a evaluar las distintas opciones de respuesta que podrían implicar que se pusiera en práctica misiones de defensa planetaria a semejanza de DART, la misión de la NASA que demostró la posibilidad de desviar un asteroide chocando una nave espacial contra él.

Calma ante la posible amenaza

Aún así, todos los astrónomos piden calma, ya que la probabilidad de impacto es baja: aunque se han llegado a estimaciones de impacto de hasta el 1,7 por ciento, los últimos estudios descienden el número hasta el 1,2 o 1,3 por ciento. Es decir, existe más de un 99 por ciento de posibilidades de que finalmente esta roca espacial no impacte contra nosotros.

«Con mucho, el resultado más probable es que, a medida que se realicen más observaciones, finalmente quede claro que el asteroide no chocará con la Tierra en 2032, ¡pero aún así, se acercará bastante!», señala al SMC Jonti Horner, astrónoma y astrobióloga del observatorio de exoplanetas Minerva-Australis, con sede en la Universidad del Sur de Queensland. «Sabremos más en 2028, cuando el asteroide vuelva a pasar por la Tierra, y las observaciones que haremos entonces nos permitirán aprender sobre el riesgo potencial de impacto y comenzar a planificar si resulta que el impacto va a ocurrir».

De hecho, no es la primera vez que este asteroide nos visita: la última vez fue en 2016, pero entonces nuestros observatorios no pudieron detectarlo. Y su nuevo acercamiento tampoco será eterno: el asteroide será visible para nuestros telescopios un par de meses, por lo que apuntar con más y más ojos a esta roca catalogada de «potencialmente peligrosa» por su trayectoria cercana a la Tierra es clave para saber más acerca de su viaje en el futuro y su riesgo efectivo.

Qué ocurriría en el caso de impacto

Si bien, además de su trayectoria, su tamaño (calculado entre 40 y 100 metros de diámetro) ha sido el detonante para activar el protocolo de la ONU, todos los expertos señalan que, en el caso de impactar contra la Tierra, su daño sería local. «Se cree que el evento de Tunguska, que ocurrió en 1908, pudo ser provocado por un asteroide de 60 metros de diámetro, que devastó unos 2.000 kilómetros cuadrados de bosque», señala José María Madiedo, del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC). «En Google Earth es fácil trazar un círculo que abarque un área de ese tamaño, que equivale aproximadamente a la mitad de la superficie de una provincia española de tamaño medio».

El daño se podría ampliar, aunque de forma menos directa, por la onda expansiva derivada del choque. «Hay testimonios de que la onda expansiva de la colisión tiró al suelo a personas situadas a unos 400 kilómetros de distancia -indica Madiedo-. Por ejemplo, de producirse el impacto en Tarifa, habría tirado al suelo a gente que anduviese por las calles de Madrid».

Aún así, el mensaje de todos los expertos rebaja la alerta: «Lo primero que hay que destacar aquí es: ¡no hay que entrar en pánico!», recalca Horner. «Aunque parezca una historia aterradora, en realidad es un muy buen ejemplo de cómo funciona la coordinación internacional para la búsqueda de asteroides potencialmente peligrosos».

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