Investigadores del CSIC podrían haber recuperado el ADN de Luis XVI

La sangre del monarca, guillotinado el 21 de enero de 1793, se encontraría dentro de una calabaza profusamente decorada

Investigadores del CSIC podrían haber recuperado el ADN de Luis XVI CSIC

manuel de la fuente

Aquel terrible ruido metálico, aquel crujir cuando el hierro hendía la carne ya se había hecho cotidiana y tristemente familiar entre los parisinos. El Comité de Salud Pública no se andaba con bromas, la guillotina funcionaba a pleno rendimiento, y las cabezas rodaban por la Plaza de la Bastilla. Pero aquel día, 21 de enero de 1793, el verdugo Sansón tenía un cliente muy, pero que muy especial, el rey, el mismísimo rey Luis XVI. Acusado de traición y de intentar fugarse para poner en pie un ejército contrarrevolucionario, su cabeza, por muy noble que fuera, rodó como las demás. Muchos ciudadanos bailaron y cantaron, muchos otros lloraron en silencio. Y algunos, para no olvidar aquel fatídico día, decidieron enjugar sus pañuelos con la sangre del monarca, como un postrer y dramático recuerdo.

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Más de doscientos años después, un grupo de expertos del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas), con el investigador Carles Lalueza-Fox a la cabeza, ha examinado la sangre procedente de uno de esos pañuelos y ha llegado a la conclusión de que "sus patrones genéticos podrían corresponderse" con los del rey francés.

Del citado pañuelo no han llegado restos hasta nosotros, pero sí ha viajado en el tiempo una calabaza a la que habría ido a parar la sangre real, actualmente una sustancia marrón. A partir de ella, los científicos han recuperado el ADN mitocondrial y el cromosoma Y del individuo, y comprobaron que es un varón europeo, cuyos datos genéticos son difíciles de encontrar en las actuales bases de datos. Como explica Lalueza, "“el ADN mitocondrial corresponde a un raro linaje N1b, presente en sólo dos europeos de un total de casi 21.000 estudiados. El Y corresponde a un linaje G2a no descrito entre 21.800 europeos analizados”. También se da otra afortunada circunstancia. Tal y como fue retratado en su tiempo, Luis XVI tenía los ojos azules. Pues bien, los investigadores han comprobado que el mencionado individuo de la calabaza tenía la mutación que produce ese color, mutación localizada en el gen HERC2. No obstante, Lalueza asegura que no se puede "autentificar absolutamente que sea la sangre de Luis XVI, ya que no tenemos con quien compararla, porque los genealogistas no han encontrado ningún pariente vivo". Otra solución sería comparar el cromosoma Y con el perfil genético del corazón momificado atribuido a su hijo Luis XVII, que al parecer se conserva se conserva en la Basílica de Saint Denis, en París, y así se auten tificarían el unto al otro. Pero, como subraya Carles Lalueza, "es muy difícil, imposible que los franceses nos den permiso para hacer el estudio".

En cámara acorazada

En cualquier caso, la citada calabaza tiene su historia. Y vaya historia. Pertenece desde hace más de cien años a una familia noble italiana que prefiere mantener el anonimato, y la tiene guardada, incluso, en una cámara acorazada. Está decorado pirográficamente y muestras los retratos de varios prohombres de la Revolución como Robespierre, Danton, Desmoulins y Marat, y también de la reina María Antonieta y el propio Luis XVI. Además, incorpora un texto en el que se cuenta la historia de un testigo de la ejecución real, un tal Maximilien Bourdaloue que habría mojado su pañuelo en la sangre del monarca para, posteriormente, pedir a un artista parisino, Jean Roux su decoración, trabajo que terminó el 18 de septiembre de ese año 1793.

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