Pablo Álvarez, astronauta: «Llevaré jamón o cecina al espacio para dar envidia a los astronautas de la NASA»
Está previsto que al ingeniero español ahora bajo las órdenes de la Agencia Espacial Europea se le asigne una misión a la Estación Espacial Internacional entre 2027 y 2030
Pablo Álvarez, astronauta: «Se me pone la carne de gallina si pienso en pisar la Luna»
![El astronauta Pablo Álvarez](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/ciencia/2024/12/17/1490076408-Rzd6tm1zYyUtrFVYD3eSzkI-1200x840@diario_abc.jpg)
El 23 de noviembre de 2022 al ingeniero leonés Pablo Álvarez (1988) le cambió la vida: la Agencia Espacial Europea (ESA) le nombró parte de la nueva generación de astronautas llamados a ser los últimos moradores de la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus ... siglas en inglés), que dejará de prestar sus servicios después de tres décadas en 2030; y los primeros de la colonización permanente de la Luna, el nuevo 'lejano oeste' espacial sobre el que diferentes países y empresas privadas pugnan para hacerse con su trozo de pastel. Desde aquel anuncio retransmitido en directo desde los cuarteles generales de la ESA en París, Álvarez ha tenido que pasar por un duro año y medio de formación que él califica de «muy intenso», pero también de «muy divertido».
Astronomía, geología o biología se mezclaron en sus clases con medicina (ahora sabe, por ejemplo, cómo suturar una herida o cómo sacar una muela), supervivencia o la ya mítica 'centrifugadora'. Todo para saber hacer todo lo que deben hacer siete personas solas flotando en un laboratorio que da una vuelta a la Tierra cada 92 minutos. Su siguiente reto, que le asignen una misión a la ISS, donde está planeado que viaje entre 2027 y 2030. El tercer español (después de Pedro Duque y Michael López-Alegría) está preparado para viajar al espacio.
-¿Qué ha sido lo más duro de su formación?
-Sin duda, el entrenamiento para las caminatas espaciales. Estás dentro de un traje de 145 kilos, en una piscina de 13 metros de profundidad, con una réplica de la Estación Espacial Internacional. Cada entrenamiento dura unas seis horas y requiere mucha concentración, porque tienes que seguir de forma escrupulosa un procedimiento: son determinadas técnicas que tienes que seguir por tu seguridad. Y, además, es tremendamente duro físicamente: el traje es tan pesado que solo con hacer un movimiento con la mano tienes que hacer mucha, mucha fuerza. Y eso tiene sus consecuencias: agujetas, que se te caiga alguna uña, moratones, rasguños…
-Su grupo ha estado un par de veces en los Pirineos preparándose en su entrenamiento como astronautas. ¿Es tan dura la montaña española como el espacio?
-(Ríe). Bueno, ha coincidido que la empresa que organiza todo este entrenamiento hace bastantes actividades en España y el Valle de Arán es un sitio muy bonito con bastante nieve. Las dos veces que hemos estado ahí había un metro de nieve y hacía bastante frío. También tenemos unas condiciones ideales de luz: podrías intentar hacerlo en el norte de Europa, pero no tendrías casi luz para entrenar distintas habilidades que necesitas. Así que sí, por ese lado, España ha sido perfecta para nuestro entrenamiento.
-Ya hablando de futuro: le veremos en el espacio antes de 2030. ¿Sabe fecha ya?
-No, aún no lo sabemos. En nuestra clase somos cinco astronautas y dos (la francesa Sophie Adenot y el belga Raphaël Liégeois) ya van a volar en 2026 a la ISS. Quedamos tres para las siguientes misiones, en las que está previsto que se incluyan astronautas de mi promoción. Siempre bromeo con ellos que como soy el más mayor de los tres, me toca a mí (ríe). Pero aún no sabemos nada.
-¿Qué es lo que más ganas tiene de experimentar en el espacio?
-Tengo ganas de subir, del despegue. Y una vez que esté arriba, seguro que lo que más me apetecerá será la caminata espacial
-¿Y a qué le tiene más miedo?
-Cada parte tiene sus riesgos asociados y somos muy conscientes de ellos. No le tengo miedo a tal como nada, sí mucho respeto.
-¿Pero si se tuviera que quedar con alguna parte que le da más respeto?
-Supongo que el lanzamiento, quizá porque es lo primero que haces. Te enfrentas a una experiencia desconocida, en lo alto de un cohete a 70 metros que se va a encender y te va a lanzar fuera del planeta. Vas a pasar en unos minutos de 0 a 7,7 kilómetros por segundo, así que eso tiene que impresionar bastante. De hecho, en la centrifugadora, que es donde simulas el lanzamiento y la reentrada, notas durante varios minutos una aceleración constante y una presión en el pecho muy grande. Te cuesta mover los brazos. Tiene que ser toda una experiencia, seguro. Y si a eso le añades que estás encima de un cohete y que miras hacia abajo y te estás alejando del planeta, pues me imagino que será de lo más fuerte, emocionalmente hablando.
-Es célebre la historia de Alan Shepard, quien se llevó sus palos de golf para jugar en la Luna. Sin ir más lejos, su compañero, el astronauta francés Thomas Pesquet, subió su saxofón a la ISS. A los astronautas les dejan portar cierta cantidad de objetos personales. ¿Ha pensado qué se llevará en su primer vuelo?
-Sí, nos dejan llevarnos objetos que pesen como máximo un kilo ochocientos gramos, y eso sin contar con tu ropa o la comida de tu preferencia que te puedes llevar de aquí. En general los astronautas escogen cosas pequeñas que les ayuden a acordarse de su gente en la Tierra, como fotos. Creo que en mi caso me llevaré sobre todo cosas que después regalaré a mi familia y amigos, para tener un detalle con ellos y hacerlos partícipes de esta aventura.
-¿Y qué comida llevará?
- Habrá que llevar jamón o cecina, para enseñarles a los astronautas de la NASA las cosas que tenemos por aquí y darles envidia (ríe). Luego veremos, porque también puedo llevar platos un poco más elaborados.
-¿Piensa llevarse una paella?
-Ya se llevó Michael López-Alegría a la ISS una paella que había hecho el chef José Andrés. No creo que sea la mejor opción, porque la paella buena tiene que tener los granos sueltos. ¡Imagina si abres una lata de paella en el espacio, eso se pone a flotar y te bloquea los ventiladores! Quizás no sea la mejor opción, pero algo un poco más líquido se podría llevar…
-Soñando un poco más allá: su generación será la primera que vuelva a la Luna. ¿Sueña con pisar nuestro satélite?
-Sí, es cierto que la ESA tiene tres asientos asegurados, de momento, en el Programa Artemis. Pero nuestra generación todavía está muy enfocada en misiones de larga duración a la Estación Espacial Internacional, que es donde la Agencia Espacial Europea se siente más cómoda enviando a un astronauta novato. Una vez que tengamos un poco más de bagaje, y de cara a 2030 ó 2040, sí que tendremos una estación lunar como Gateway y más misiones a la superficie de la Luna. De momento es para la anterior generación. Todos han sido comandantes de la ISS, han estado un año en el espacio y tienen mucha más experiencia. Pero espero estar aquí los próximos 20 o 30 años e intentaré aprovechar todas las oportunidades que surjan.
-Volviendo al presente. Ya como astronauta ha tenido que vivir el episodio de los astronautas 'atrapados' en la ISS como consecuencia de una nave con fallos de Boeing.
-Sí. De hecho, les conocí cuando fui a Houston, un poquito antes de que despegaran. Cuando eres astronauta profesional, sabes que vas a un entorno relativamente controlado y seguro, pero que todo puede pasar. Estamos de verdad empujando los límites del conocimiento, la tecnología y la ciencia. Tienes que estar preparado para cualquiera de estas eventualidades, como que vaya a ser una misión de diez días y te quedes ocho meses. Algo parecido sucedió hace unos años con Frank Rubio, que es un compañero de la NASA de origen salvadoreño que estuvo un año en vez de los seis meses planeados. También puede ser que al mes te tengas que volver por cualquier emergencia médica o por cualquier situación de la estación espacial. Es parte del trabajo.
-En paralelo, su nuevo trabajo también le ha convertido en un personaje público. ¿Cómo lleva la fama y los 'haters'?
-Casi todos los mensajes y las palabras de la gente que te cruzas por la calle son positivos. A todo el mundo le gusta la exploración espacial y la ciencia, y se agradece mucho sentir ese calor, sobre todo al volver a España. Hay alguno malo también, pero de esos hay que pasar. ¿Qué me importa a mí la opinión de alguien que no conozco?
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