La India aspira a convertirse en el cuarto país en llegar a la Luna
Tras el fracaso de la misión rusa, su sonda intentará mañana posarse en el polo sur lunar
No solo intenta demostrar su auge como superpotencia, también es visto como una oportunidad de negocio
Batalla espacial histórica entre Rusia e India: ¿quién conquistará antes el polo sur de la Luna?

Como toda carrera, la espacial se basa en los éxitos propios tanto como en los fracasos ajenos. Tras la pérdida de control y accidente de la misión rusa, la India aspira este miércoles a convertirse en el cuarto país en llegar a la Luna ... y el primero en alcanzar su polo sur. Si todo sale según lo planeado tras separarse el pasado jueves de la nave Chandrayaan-3, su sonda Vikram se posará sobre la superficie lunar a las seis de la tarde (dos y media de la tarde, hora peninsular española). De ella saldrá un vehículo de 26 kilos, llamado Pragyaan, que tomará imágenes y muestras durante un día lunar (dos semanas terrestres) hasta quedarse sin energía en sus baterías solares. Entonces habrá concluido un viaje que empezó el 14 de julio, pero que se remonta quince años atrás.
El error de 2019
En 2008, la India puso en órbita su primera sonda alrededor de la Luna, Chandrayaan-1, que descubrió agua congelada en su superficie. Aunque en 2019 lanzó otra nave que intentó alunizar, Chandrayaan-2, su módulo se estrelló durante la maniobra, frustrando las ambiciones espaciales de esta potencia emergente. Aprendiendo de aquel fallo y corrigiendo sus errores, la India se lanza de nuevo a la conquista de la Luna.
«Al descender, se produjo una inclinación por un error en el programa informático y el módulo se precipitó contra la superficie lunar», explica el director del Centro de Aplicaciones Espaciales de Ahmedabad, Nikesh M.Desai, a un grupo de medios internacionales, entre ellos ABC. En una visita a sus instalaciones, que se dedican a diseñar y probar equipamiento de las misiones espaciales como sus consolas de control y cámaras, se respira confianza en la misión, pero también tensión contenida. «Para esta operación, hemos cambiado hasta 21 subsistemas del alunizaje y hemos hecho innumerables pruebas con el fin de que nada falle», explica Desai.
Aunque su centro no es el que controla la misión, aporta una parte esencial para la carrera espacial india, como sus satélites e instrumentos de cálculo y medición. A las afueras de Ahmedabad, la ciudad más populosa del estado de Gujarat, sus técnicos e ingenieros experimentan también con la tecnología cuántica mientras siguen la cuenta atrás. «Como en la Luna hay un sexto de la gravedad de la Tierra, tenemos que calcular, entre otras cosas, la masa, aceleración y velocidad para posar la sonda sobre su superficie, que es la operación más difícil», confiesa uno de sus responsables durante una demostración de su consola de control. Al igual que en muchos otros campos de la ciencia, reconoce que «nuestras investigaciones avanzan mediante la técnica de prueba-error, que forma parte de la vida».
Bajo fuertes medidas de seguridad del Ejército, que impide la entrada de móviles y mochilas al recinto, sus laboratorios muestran los avances en satélites y cámaras de precisión. Precisamente, el módulo de aterrizaje ha empezado ya a enviar fotos de la superficie lunar en la que tiene previsto posarse. Si lo logra, la India se convertirá en el cuarto país en alcanzar este hito después de Estados Unidos, la extinta Unión Soviética y China. Pero, al contrario que las misiones americanas y soviéticas de los años 60 y 70, su objetivo es el polo sur de la Luna, una zona mucho más accidentada con cráteres y desniveles donde es más complicado aterrizar.
Agua y minerales
Los riesgos tienen su premio, ya que, además de agua congelada, la Luna atesora metales como titanio, aluminio y otros recursos que pueden servir para investigaciones científicas y para preparar la futura instalación de bases humanas. Tras salir de la sonda Vikran, que pesa 1.500 kilos, el vehículo Pragyaan, de solo 26 kilos, empezará su investigación. En total, la India ha gastado unos 6.100 millones de rupias (67 millones de euros) en la nave Chandrayaan-3, que supone un ensayo para llevar a cabo su primera misión tripulada espacial en los dos próximos años. En sus planes también figuran expediciones no tripuladas a la órbita de Venus y luego a Marte, así como el intento de llevar al primer astronauta indio a la Luna dentro de 25 o 30 años.
Aprovechando su crecimiento económico, explosivo pese a sus todavía abismales desigualdades sociales, la India se suma así a una carrera espacial dominada por EE.UU., Rusia y China. Solo esos tres países han conseguido llegar a la Luna y los otros que recientemente lo han intentado, como Israel y Japón con Emiratos Árabes Unidos, han fracasado. Tras el éxito chino de posarse sobre la cara oculta de la Luna en 2019, lo que demuestra los progresos de su ambiciosa carrera espacial, Estados Unidos tiene previsto enviar de nuevo sus astronautas en los dos o tres próximos años, su primera misión de estas características desde 1972.
Otras oportunidades de negocio
Con esta expedición, la India no solo intenta demostrar su auge como superpotencia bajo el liderazgo de su primer ministro, Narendra Modi, sino también abrir otras jugosas oportunidades de negocio. Después de que el doctor Vikram Sarabhai pusiera en marcha su programa espacial en 1962, cuando todavía faltaba la electricidad en buena parte del país, el centro de investigación de Ahmedabad fue fundado hace 50 años y ha sido pionero en satélites, con sus consecuentes efectos comerciales.
Para el futuro, el mercado aeroespacial global doblará en 2030 los 350.000 millones de dólares (320.000 millones de euros) que genera actualmente, llegando al billón de euros en torno a 2040. Como la India solo recibe ahora 7.000 millones de dólares (6.400 millones de euros) de esta jugosa tarta, su Gobierno quiere implicar a la empresa privada y el éxito de llegar a la Luna sería un poderoso acicate. Tal y como dice el director del centro de Ahmedabad citando a Gandhi, «el futuro depende de lo que hacemos en el presente».
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