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Los humanos modernos sufrieron cambios en los grupos sanguíneos tras abandonar África

Estos nuevos alelos en el RH aparecieron por presiones selectivas en la meseta persa y aún perduran. Son cruciales en la transfusión de sangre y el control del embarazo

Los primeros de nuestra especie, descubiertos en Marruecos

Representación de la salida de África de los sapiens Archivo
J. de Jorge

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Los humanos anatómicamente modernos que hoy pueblan el planeta sufrieron cambios en sus grupos sanguíneos después de abandonar África, hace entre 70.000 y 45.000 años, y antes de que se extendieran por Eurasia. Estos cambios adaptativos provocaron la aparición de nuevos alelos en el Rh (RHD y RHCE) que hoy aún perduran y son cruciales en la transfusión de sangre y el control del embarazo.

Stéphane Mazières y sus colegas de la Universidad de Marsella en Francia estudiaron datos genéticos de 22 Homo sapiens y 14 neandertales de Eurasia que vivieron hace entre 120.000 y 20.000 años. Pretendían evaluar si la diversidad de grupos sanguíneos de los neandertales era compartida con las poblaciones de sapiens del Paleolítico superior hace entre 40.000 y 10.000 años. El motivo es que ambas especies se cruzaron y tuvieron hijos repetidamente en la costa mediterránea de Asia y los montes Zagros (actuales Irán e Irak) desde hace 100.000 años. Por ese motivo, todos menos los africanos llevamos en nuestro ADN una huella neandertal.

Según explican en la revista 'Scientific Reports', el análisis genético desveló que si bien los neandertales tenían alelos ancestrales similares a los encontrados en los pueblos actuales del África subsahariana y un raro 'rhesus' (proteína en los globulos rojos) que se encuentra en Oceanía, los primeros sapiens de Eurasia habían desarrollado nuevos alelos Rh que no están presentes en los neandertales, por lo que los autores sugieren que pudieron haberse diferenciado en los sapiens después de salir de África. El estudio también identifica tres alelos ausentes en los humanos actuales, que podrían pertenecer a un linaje de sapiens cuya ascendencia no contribuyó a las poblaciones euroasiáticas actuales.

«El RH está formado por ocho haplotipos principales, u ocho formas principales de los genes RH: uno ancestral, encontrado en poblaciones subsaharianas, del que derivaron los otros siete. Sabíamos, y confirmamos con el presente estudio, que los neandertales portaban este perfil RH ancestral. Descubrimos que los primeros sapiens de Eurasia portaban una de las siete formas derivadas. Y actualmente, esta forma de RH es exclusiva de poblaciones no africanas, alcanzando el 40% en Eurasia», explica a este periódico Mazières. «Esto implica dos cosas sobre la llegada del Homo sapiens y la repartición actual del sistema RH: habría aparecido en algún lugar entre África y Eurasia y podemos datarlo en unos 60.000 a 45.000 años (la edad de la salida de África y de las muestras), y la repartición del RH en Eurasia actual se origina en esa salida de África. Se necesitan muestras más antiguas para inferir la edad de las otras formas de RH«, agrega.

Los autores creen que la población de sapiens que llegó a la meseta persa permaneció allí durante al menos 15.000 años, tiempo suficiente para desarrollar alelos Rh. Estos alelos pueden haber proporcionado una ventaja evolutiva a las poblaciones de sapiens que estuvieron expuestas a presiones selectivas diferentes a las de las poblaciones que permanecieron en África.

«El destino de una mutación depende de dos factores: la deriva genética a lo largo de las generaciones, que es aleatoria, y la selección natural, el impacto del entorno, como la altitud o los patógenos, en la genética. Pero algunos grupos sanguíneos confieren una ventaja selectiva sobre enfermedades infecciosas como el cólera, la malaria, uno de los virus de la gastroenteritis y, como hemos visto recientemente, el Covid-19», dice Mazières. «El Rh no es el mejor candidato para demostrar la selección natural, pero probablemente los grupos sanguíneos encontrados en los primeros sapiens podrían haber sido ventajosos. Sin embargo, es demasiado pronto para decir qué patógeno o patógenos estuvieron involucrados. Así que yo diría que estos cambios en el Rh se produjeron primero por casualidad, y luego se mantuvieron en el Homo sapiens por una mezcla de azar y selección positiva«, concluye.

Desde un punto de vista biomédico, añade el investigador, «estos cambios han dotado a los seres humanos de más grupos sanguíneos que intervienen en las incompatibilidades madre-feto o la enfermedad hemolítica del recién nacido. Esto ocurre cuando el feto tiene un tipo de sangre distinto al de la madre, por lo que ésta puede inmunizarse y atacar a los glóbulos rojos de su feto, lo que podría ser letal para él».

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