Ya hubo grandes tsunamis en el Mediterráneo, y es prácticamente seguro que habrá más
Un equipo de investigadores localiza en el Cabo Cope, en Murcia, una serie de rocas de 4 metros y casi 18 toneladas que fueron arrastradas por un tsunami hace entre 800 y 1.400 años
El Mediterráneo espera un gran tsunami

En junio del año pasado, la UNESCO advirtió de que, durante los próximos 30 años, las probabilidades de que haya en el Mediterráneo un tsunami con olas de más de un metro y de consecuencias potencialmente catastróficas es extremadamente alta. Y varios estudios científicos, ... entre ellos el llevado a cabo en septiembre de 2022 por el Institut de Ciències del Mar (ICM-CSIC) de Barcelona y la Institució Catalana de Recerca i Estudis Avançats (ICREA), han señalado sin ambages que hasta ahora el riesgo de tsunamis en el litoral mediterráneo español ha sido ampliamente infravalorado.
Lo cierto es que nuestro país se encuentra en una zona geológica muy activa, donde confluyen numerosas placas tectónicas, entre ellas la euroasiática y la africana, cuyos roces e interacciones pueden causar, y causan a menudo, seísmos de gran magnitud. Terremotos que a su vez pueden provocar tsunamis. La situación es ampliamente conocida por los expertos y España cuenta, desde el 18 de mayo de 2021, con un Plan Estatal de Protección Civil ante el riesgo de maremotos del que es responsable el Instituto Geográfico Nacional (IGN).
Y no es para menos. Desde el año 1522, año en que se produjo un terremoto en las costas de Almería que costó la vida a más de 2.500 personas y que provocó un tsunami, se han registrado hasta 13 maremotos en nuestro país. Uno de los más destructivos, causado el 1 de noviembre de 1755 por el terremoto de Lisboa, el mayor de los registrados hasta ahora en tiempos históricos, golpeó el suroeste de la península ibérica causando estragos, y por lo menos otras 1.000 víctimas mortales, en las costas españolas, portuguesas y marroquíes.
El tristemente célebre terremoto de Messina, en Italia, que costó la vida a más de 75.000 personas, también provocó una enorme ola de tsunami de 12 metros de altura que arrasó las costas de Sicilia y Calabria y que afectó, aunque ya con menos fuerza, a todo el litoral levantino. Más recientemente, el 21 de mayo de 2003, un terremoto de magnitud 6,8 y cuyo epicentro se situó en Argelia desató un tsunami que se propagó por todo el Mediterráneo Occidental, con olas de entre uno y dos metros.
Y estos son solo algunos ejemplos
Ahora, un equipo internacional de investigadores, entre ellos varios españoles, acaba de confirmar que en las costas mediterráneas de nuestro país hubo en el pasado numerosos tsunamis catastróficos. Y que ese tipo de eventos podrían repetirse en la actualidad. Su estudio se acaba de publicar en la revista 'Journal of Iberian Geology'.
En él, los investigadores detallan el descubrimiento de un episodio previamente desconocido, un tsunami que impactó en el Cabo Cope, en Murcia, hace entre 800 y 1.400 años, causando la acumulación de grandes bloques de piedra en la costa. Que se sepa, el tsunami no causó víctimas mortales, pero mostró a las claras la capacidad destructiva de unas olas lo suficientemente fuertes como para arrastrar enormes bloques de piedra.
«Aplicamos la metodología que teníamos desarrollada para ver si (estas acumulaciones rocosas) podrían deberse a grandes tormentas o a tsunamis -explica Javier Lario, catedrático de Geodinámica Externa de la Facultad de Ciencias de la UNED y primer autor del estudio-, pues la zona de Murcia puede tener actividad tectónica de terremotos, y hemos visto que podían ser resultado de un tsunami».
También las grandes tormentas pueden causar grandes olas, incluso mayores que las de un tsunami, y es importante saber distinguir unas de otras. A pesar de ser a menudo más grandes, en efecto, las olas de tormenta no tienen la capacidad de arrastrar bloques de piedra de cuatro metros de alto y 17,7 toneladas. Algo que las olas de tsunami sí que pueden hacer.
Por eso, uno de los objetivos del estudio es, precisamente, el de separar los efectos de los dos tipos de fenómenos. «Es interesante diferenciarlos -comenta Lario- porque con el cambio climático se está viendo que va a haber un aumento de grandes tormentas, e incluso huracanes».
Los autores del trabajo, entre los que también se encuentran Chris Spencer, de la Western University, en Inglaterra, y Teresa Bardají, de la Universidad de Alcalá de Henares, mencionan que ciudades como Huelva y Cádiz ya han empezado a poner a punto sus propios planes de evacuación ante una posible alerta de tsunami. Algo que, en opinión de Lario, habría que imitar en toda las poblaciones de la costa meridional del Mediterráneo.
«Hablamos de que el 70 % de la población está en las costas -afirma el científico-. Si sucediese en verano, la población flotante de las zonas de costa sería mucho mayor que la de invierno. Y claramente, un tsunami tendría un impacto muy grande».
Asimismo, los autores piensan que la erosión y degradación de la costa debido a la acción humana podría afectar en gran medida a la gravedad de un posible maremoto. «Los procesos de subida del nivel del mar o procesos erosivos de la playa y de la protección natural que tienen las costas -avisa Lario- hacen que sean más vulnerables en caso de que haya un tsunami. Si hemos perdido arena o zona de costa y el agua puede penetrar más en el interior, cuando venga un tsunami, el efecto será peor».
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Gracias a los nuevos registros, será posible a partir de ahora establecer periodos de recurrencia que permitan alertar a las autoridades de posibles maremotos, algo que hasta el momento era imposible de conseguir. El objetivo es mantener actualizado el Plan estatal de maremotos de 2021, y contar con todos los medios posibles para prevenir con el tiempo suficiente esta clase de fenómenos. De hecho, la pregunta en este caso no es 'si' un gran tsunami puede azotar en el futuro nuestra costa mediterránea, sino tratar de anticipar 'cuándo' lo hará.
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