El futuro menú en la Luna: lubina espacial con pimiento y tomate de Málaga
Diferentes proyectos con participación española pugnan por probar su tecnología en el espacio y hacerse un hueco en los platos de las futuras tripulaciones de astronautas
Plantaciones en el estéril suelo lunar, problemas para enviar vacas al espacio, agua limitada... los próximos colonizadores de nuestro satélite se enfrentarán a duras pruebas
Volvemos a la Luna y esta vez es para quedarnos a 'vivir' allí
![Mark Vande Hei y Shane Kimbrough, de NASA, junto con el astronauta de JAXA Akihiko Hoshide con chiles cultivados en la ISS](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/ciencia/2023/10/14/NASAastronautsMarkVandeHeiandShaneKimbrough,JAXAastronautAkihikoHoshide,andNASAastronautMeganMcArthurwithchilepeppersgrownforPlantHabitat-04.-R4whgpSewuM3DagcJ3IFYKN-1200x840@abc.jpg)
A Cyrille Przybyla le encanta mirar el cielo nocturno con su telescopio. Por eso le pareció obvio unir su pasión por las estrellas con su trabajo: la acuicultura. Aunque suene extraño, esta es la base del proyecto Lunar Hatch, que pretende introducir lubina en la ... dieta de los próximos habitantes de la Luna. Una idea que ahora mismo suena utópica (los alimentos frescos son una 'rara avis' para los astronautas), pero que aspira a ser una realidad en los próximos años. No es la única: desde Málaga, Green Moon Project está desarrollando una suerte de cápsula-invernadero para plantar en nuestro satélite desde lechugas a pimientos. Incluso tomates. Pero con regolito lunar como tierra y con bacterias como abono.
Tampoco es un campo exclusivo de 'visionarios' aislados: las principales agencias espaciales, entre ellas la NASA o la Agencia Espacial Europea (ESA), están invirtiendo muchos fondos para concebir la futura alimentación de la próxima generación de astronautas que en esta década no solo pisará la Luna, sino que se quedará a 'vivir' allí, en un entorno mucho más hostil para la vida que aquí. Porque nuestro satélite no tiene atmósfera, ni vegetación, además de agua restringida, lo que reduce mucho las posibilidades del menú en la Luna.
Cien lubinas en ingravidez
Los experimentos con vegetales son comunes en la ISS. Se han plantado brotes, lechugas, pimientos e incluso rábanos. Pero crear ganaderías espaciales va a ser algo más complicado. «No será fácil que los animales de granja estén presentes en la Luna por cosas como la competencia por el oxígeno y la gestión de las heces», señala Przybyla a ABC. «Sin embargo, con los peces, las heces y la orina se disuelven en el agua, y la acuicultura moderna sabe cómo gestionarlo. Además, no respiran el mismo aire artificial. Y sabemos que en la Luna hay agua».
![Imagen principal - Arriba, la astronauta de la NASA Serena Aunon-Chancellor cosecha col rizada y lechuga; abajo a la izquierda, Steve Swanson, también de la agencia espacial estadounidense, cuida de las lechugas; a la derecha, primer plano de unos hongos creciendo en la ISS](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/ciencia/2023/10/14/AstronautSerenaAunon-ChancellorharvestsredRussiankaleanddragoonlettucefromVeggieonNov.28,2018-U72457643134vVA-758x470@abc.jpg)
![Imagen secundaria 1 - Arriba, la astronauta de la NASA Serena Aunon-Chancellor cosecha col rizada y lechuga; abajo a la izquierda, Steve Swanson, también de la agencia espacial estadounidense, cuida de las lechugas; a la derecha, primer plano de unos hongos creciendo en la ISS](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/ciencia/2023/10/14/iss040e009125-U67718887546gkN-464x329@abc.jpg)
![Imagen secundaria 2 - Arriba, la astronauta de la NASA Serena Aunon-Chancellor cosecha col rizada y lechuga; abajo a la izquierda, Steve Swanson, también de la agencia espacial estadounidense, cuida de las lechugas; a la derecha, primer plano de unos hongos creciendo en la ISS](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/ciencia/2023/10/14/veggie-fungi-close-up-international-space-station-U25323132768IqL-278x329@abc.jpg)
Este fue el pensamiento que a este biólogo marino le llevó a desarrollar el proyecto Lunar Hatch, sin duda el más extremo que está explorando el Ifremer, el instituto de investigación francés del océano al que pertenece, y con el que también colaboran investigadores del CSIC. De momento, su equipo ya ha conseguido demostrar que los huevos de este pez soportan las condiciones simuladas del despegue de los cohetes y de los viajes espaciales, además de que la microgravedad, aparentemente, no les afecta.
«La lubina europea es un pez modelo para la acuicultura, un viejo conocido», explica Przybyla, quien señala, no obstante, que hay otros 20 candidatos en cola. «Sabemos programar la fecha de eclosión de sus huevos en función de la temperatura del agua: tardan unas cien horas en desarrollarse a 14°C y el doble a 10°C. Este plazo coincide perfectamente con la duración de un viaje a la Luna, es decir, entre 4 y 8 días». Por eso la idea sería fertilizar los huevos en la Tierra y enviarlos a nuestro satélite, momento en el cual eclosionarían y estarían preparados para ser introducidos en sistemas de acuicultura hasta su consumo.
Pero criar lubinas en la Tierra no es lo mismo que hacerlo de camino a la Luna. Es por ello que primero hay que probar que estos huevos pueden aguantar el paseo espacial. El equipo de Przybyla explica sus experimentos en un reciente estudio publicado en la revista 'Frontiers in Space Technology'. Sometieron a un centenar de huevos de lubina a las vibraciones del lanzamiento de un cohete Soyuz y al entorno sonoro asociado; después a hipergravedad, a una aceleración similar a la del despegue de un cohete. Los investigadores observaron que las tasas de supervivencia y eclosión eran idénticas a las de los huevos de control.
![Huevo de lubina al que se le sometió a diferentes pruebas de microgravedad y aceleración](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/ciencia/2023/10/14/Oeuf-bar-U82835703322WmT-624x350@abc.jpg)
Fueron más allá: probaron los efectos de la microgravedad simulada -en ingravidez- durante 39 horas en la plataforma experimental acreditada por la ESA de la Universidad de Lorena, con el apoyo del Centro Nacional Francés de Estudios Espaciales (CNES). Tampoco hubo diferencias, si bien nacieron seis horas antes de lo previsto -un hecho que se ha observado con otros procesos al cambiar a los peces de entorno-.
«El siguiente paso es probar nuestras hipótesis en una misión en órbita baja para probar también el efecto acumulativo de la vibración del lanzador, la aceleración del cohete, etcétera», explica a ABC Przybyla. «Estamos en contacto con la agencia espacial francesa CNES; además, el proyecto Lunar Hatch es candidato a unirse a Argonauta, una misión de la ESA prevista para 2032 en la que viajará un experimento biológico».
Bacterias como abono de tomates lunares
Green Moon Project, idea concebida en 2016 por tres estudiantes malagueños que querían estudiar la posibilidad de plantar vegetales en la Luna (aunque ahora participan una decena de investigadores de diferentes universidades españolas relacionados con ámbitos tan dispares como la ingeniería, la biología o la geología), también se encuentra aplicando a diferentes proyectos de la ESA y la NASA. «Aunque nuestro primer hito fue el acuerdo con el Centro Chino de Exploración Espacial, con el que esperamos lanzar nuestro experimento en uno de sus cohetes en los próximos años, estamos abiertos a más colaboraciones», cuenta a ABC Eva Sánchez Rodríguez, responsable del área de Biología del proyecto, que combina con su trabajo en Innoplant, una compañía de investigación agrícola que normalmente se enfoca a problemas más 'terrenales'.
![Concepto de invernaderos espaciales en la Luna de Green Moon Project](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/ciencia/2023/10/14/GreenMoonProject_Moon-U01630503463hUk-624x350@abc.jpg)
De momento, se encuentran desarrollando la cápsula, que tendrá que soportar la radiación extrema que sufre nuestro satélite. De forma paralela, se ha creado un simulante de suelo lunar a partir de rocas volcánicas «que coincide en un 99,8% con la composición de las muestras que se trajeron del Apolo 13», explica Sánchez Rodríguez. Ella ha sido la encargada de seleccionar los cultivos: «No podían ser muy altos y tenían que ser de rápido cultivo», enumera. Aquí entraron lechugas, espinacas, pimientos e incluso tomates. Además, también buscaron las bacterias que, agregadas al regolito, enriquecerán el estéril suelo lunar. «El foco de todo el proyecto está en la Luna; pero todo el conocimiento que estamos generando también se puede aplicar a ambientes extremos: por ejemplo, con estas bacterias podríamos hacer viable el suelo volcánico para uso agrícola».
Hacer apetitosas las 'raíces' de los hongos
Porque en un contexto de cambio climático y desertificación cada vez más generalizada (algunos modelos indican que España será el nuevo Sáhara a finales de este siglo), las soluciones que se están pensando aplicar en la Luna pueden ser también muy valiosas aquí. «De hecho, muchas de las ideas que se han pensado para el espacio, como la liofilizadora -que permite quitar la humedad del producto gracias al frío, un método que ahora está presente en todas las cocinas de vanguardia-, ahora se usan en la Tierra». Quien habla es Eneko Axpe, el primer físico vasco contratado por la NASA para asesorar acerca de cómo conseguir que la carne hecha a base de plantas imitara la física de la carne real. «Que tuviera la misma estructura y comportamiento, desde el color a la textura», explica.
![Pruebas con micelio](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/ciencia/2023/10/14/micelio-1-U11280815033KHE-624x350@abc.jpg)
Ahora mismo está estudiando las posibilidades de los micelios, algo así como las raíces de los hongos, un alimento bajo en grasa, rico en proteínas y capaz de crecer en los ambientes más adversos, desde suelos pobres a ambientes con temperaturas extremas. Perfecto candidato para cultivarse no solo en la Luna, sino también en Marte, nuestro siguiente objetivo a conquistar como humanidad en la próxima década, una superficie rica en silicatos sin material orgánico, con un aporte limitado de agua.
«Pero algunos de los mejores micelios saben fatal», admite el gastrofísico, que sabe de qué habla. No en vano, colabora habitualmente con el cocinero Eneko Atxa, tres estrellas Michelin y tres soles Repsol, con el que en breve publicará el libro 'La receta verde' (Planeta Gastro). «Existe un componente psicológico con el sabor. Porque podemos crear un alimento que sea totalmente sostenible, pero si no sabe delicioso nadie lo va a comer. Y esto es importante no solo para los astronautas, sino porque en 2050 seremos casi 10.000 millones de habitantes en la Tierra y el actual modelo de alimentación no es sostenible». Y ahí llegará la 'gran revolución verde'. «El mayor reto será obtener alimentos sostenibles que, a su vez, tengan buen sabor. Ese va a ser el gran reto», dice Axpe. Y quién sabe si en un futuro el menú lunar ganará una merecida estrella gracias a todos estos esfuerzos.
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