60 estrellas cercanas podrían albergar civilizaciones extraterrestres
Un equipo internacional de científicos cree que ya hemos detectado señales de tecnología extraterrestre, y señala 60 estrellas que podrían estar rodeadas por 'Esferas de Dyson'
Megaestructuras alienígenas, la inteligencia eterna y otras visiones de Freeman Dyson
![En la ilustración, una esfera de Dyson construida alrededor de una estrella extrae su energía](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/ciencia/2024/05/12/EsferadeDyson-Rk1QUDo7UG5JYU7Xi5EzG3L-1200x840@diario_abc.jpg)
Sin saberlo, podríamos haberlos detectado ya. Tener en nuestro poder los datos que demuestran que no estamos solos en el Universo y que, ahí fuera, hay otros seres inteligentes, incluso más que nosotros. Las pruebas de su existencia, en efecto, podrían estar ocultas a 'plena ... vista' en los enormes repositorios de datos astronómicos, petabytes de información que los científicos, sencillamente, no tienen tiempo de analizar. Ahora, un equipo internacional de astrofísicos ha 'buceado' en ese insondable 'océano' de datos, y ha encontrado 60 estrellas prometedoras.
Según la célebre escala de Kardashev, una civilización lo suficientemente avanzada debería ser capaz de extraer grandes cantidades de energía de su estrella utilizando gigantescas estructuras construidas a su alrededor. Al funcionar, esas estructuras, que llamamos 'esferas de Dyson', emitirían una clara señal en forma de calor infrarrojo, que podría ser detectada por nuestros telescopios como un exceso de este tipo de radiación procedente de la estrella. ¿Pero hemos detectado alguna vez una señal similar? Ahora, tras estudiar más de cinco millones de estrellas, un equipo internacional de astrónomos acaba de encontrar 60 que parecen cumplir con estos requisitos. Las conclusiones de este trabajo, cuya primera parte ya se publicó en febrero de 2022 en 'Monthly Notices of the Royal Astronomical Society', acaban de aparecer ahora en un segundo artículo en la misma revista científica.
Dos equipos diferentes
Divididos en dos equipos diferentes (el primero dirigido por Matías Suazo, de la Universidad de Uppsala en Suecia, y el segundo por Gaby Contardo, de la Escuela Internacional de Estudios Avanzados en Italia, los investigadores) que han bautizado su trabajo como 'Proyecto Hephaistos' (el dios griego del fuego y la metalurgia), combinaron datos del satélite Gaia de la Agencia Espacial Europea, que mapea en 3D la posición y el movimiento de más de mil millones de estrellas de nuestra galaxia, con los resultados de estudios de infrarrojos de otros telescopios tanto espaciales como terrestres. Todo un mar de información que nadie hasta ahora había tenido tiempo de comprobar.
Cada equipo analizó los mismos cinco millones de estrellas, todas ellas extraídas del conjunto de los datos combinados, y entre ambos hallaron en 60 de ellas (siete descubiertas por el equipo de Suazo y 53 por el de Contardo) un claro exceso de calor infrarrojo que no podía explicarse con procesos naturales conocidos. «La explicación más fascinante -dice Suazo- es que podrían ser auténticas esferas de Dyson».
Extraer la energía del Sol
Propuestas por primera vez en la pasada década de los 60, las esferas de Dyson son hipotéticas estructuras que una civilización avanzada podría construir alrededor de su estrella con el objeto de obtener energía. Si tales objetos existen, deberían estar lo suficientemente calientes como para emitir un brillo infrarrojo detectable, una 'firma tecnológica' que podría alertarnos de la presencia de una civilización extraterrestre.
En la ya citada escala de Kardashev, propuesta en 1964 por el astrofísico ruso de igual nombre, existen tres categorías de civilizaciones, que se distinguen, precisamente, por la cantidad de energía que cada una de ellas es capaz de obtener de su entorno. Así, una civilización del tipo I sería capaz de aprovechar toda la energía del planeta en el que vive. Una del tipo II, más avanzada, tendría la tecnología necesaria para aprovechar toda la energía disponible de su estrella. Finalmente, una civilización del tipo III ya se habría extendido por un gran número de estrellas y estaría en condiciones de aprovechar toda la energía de una galaxia entera.
Ni que decir tiene que nosotros, la Humanidad, ni siquiera hemos llegado aún a ser del tipo I. En la escala de Kardashev, en efecto, nuestra civilización tendría un valor de 0,73, tardaría unos 200 años en llegar al tipo II (al ritmo de desarrollo actual) y entre 100.000 y un millón de años en alcanzar el tipo III.
En su trabajo, Suazo, Contardo y sus respectivos equipos se centraron, pues, en la búsqueda de civilizaciones del tipo II, más fáciles de detectar y que deberían de ser relativamente abundantes.
60 estrellas candidatas
Así, Suazo y sus colegas de equipo captaron el exceso de energía infrarroja en siete estrellas enanas rojas a una distancia máxima de 900 años luz de la Tierra. Esta clase de estrellas, mayoritarias en nuestra galaxia, son mucho más pequeñas y frías que el Sol, pero los investigadores se encontraron con que, en el infrarrojo, eran hasta 60 veces más brillantes de lo esperado.
Según el artículo, tal exceso habría sido causado por 'algo' con una temperatura de hasta 400 grados, consistente con lo que podríamos esperar de una esfera de Dyson a pleno rendimiento. Sin embargo, los cálculos señalaron que para emitir una señal así no sería necesario que la estructura cubriera toda la estrella, sino apenas un 16% de su superficie, lo que significa que, más que una verdadera esfera sólida, podría tratarse de una de las variantes de la idea, un 'enjambre de Dyson' consistente en una multitud de satélites o bases espaciales repartidas en órbita de la estrella en forma de esfera y que, con la suficiente densidad, podrían aprovechar toda la luz emitida por ella. «Es algo diferente a una única capa sólida alrededor de la estrella» afirma Jason Wright, de la Universidad de Pensilvania y coautor del estudio.
Contardo y su equipo, por su parte, se toparon con otras 53 estrellas candidatas. Todas ellas más grandes que una enana roja, algunas incluso similares a nuestro Sol, y a distancias de hasta 6.500 años luz de la Tierra. «Ambos grupos de candidatos -señala el investigador- son interesantes», aunque «se necesitan observaciones de seguimiento adicionales para confirmar nuestros resultados».
¿Posible origen natural?
Y es que el exceso de energía infrarroja detectado podría también deberse a algún fenómeno natural que 'imitara' las propiedades de una Esfera de Dyson. Poco después de formarse, por ejemplo, muchas estrellas están rodeadas por discos de escombros y desechos a partir de los que más tarde se formarán los planetas. Y esos discos, calientes por las colisiones protoplanetarias, podrían ser los responsables del exceso de emisiones detectadas. En su estudio, sin embargo, los investigadores señalan que la mayoría de las 60 estrellas 'sospechosas' son demasiado viejas como para seguir teniendo discos de acreción.
Otra posibilidad sería que las sesenta estrellas candidatas estuvieran, desde nuestro punto de vista en la Tierra, colocadas casualmente justo delante de galaxias distantes que emitan un fuerte brillo infrarrojo. Sería mucha casualidad, desde luego, pero algo así no resulta imposible...
Y por último, claro, tenemos el 'factor desconocido'. Es decir, que las señales infrarrojas detectadas también podrían ser el resultado de algún proceso natural nunca visto hasta el momento. En palabras de David Hogg, del equipo de Contardo, «podría ser algo que ocurre muy raramente, como dos planetas que chocan y producen una enorme cantidad de material».
MÁS INFORMACIÓN
Cualquier duda, sin embargo, podría despejarse utilizando el más poderoso telescopio de infrarrojos de todos los tiempos, el James Webb. Y aunque en estos momentos su calendario de observaciones está completo, enfocarlo a estas prometedoras estrellas podría decirnos si su excepcional calor infrarrojo tiene, o no, una causa natural. Es decir, si estamos solos, o no, en la inmensidad del Universo.
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