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Continúa la odisea espacial de Rusia: hallan una nueva fuga en su módulo de la estación internacional

Esta vez ha ocurrido en el laboratorio orbital Nauka, donde los cosmonautas llevan a cabo diferentes experimentos

La NASA ha confirmado que los ocupantes de la ISS no se encuentran en peligro

Vuelve a la Tierra la nave rusa averiada por la que tres astronautas quedaron atrapados en la estación espacial internacional

Los cosmonautas rusos Sergey Prokopyev y Dmitry Petelin trabajan para acoplar el radiador, ahor dañado, para el módulo Nauka durante una caminata espacial en la ISS el 12 de mayo de 2023 nasa
Patricia Biosca

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Los últimos doce meses no han sido nada fáciles para Rusia en materia espacial: la guerra de Ucrania le acabó pasando factura, y varias agencias espaciales, entre ellas la europea, retiraban toda colaboración con sus programas; por otro lado, en verano, vio cómo su intento de volver a posarse sobre la Luna después de casi medio siglo se vio frustrado tras un error de cálculo, que acabó con la nave estrellada contra el regolito lunar; y desde diciembre del pasado año, las naves rusas de la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés) han registrado dos sospechosas fugas que provocaron que tres astronautas (dos rusos y un americano) se quedaran atrapados sin vehículo de vuelta en las instalaciones orbitales.

Ahora, desde la ISS se ha informado de una nueva fuga, esta vez en el módulo científico Nauka, el laboratorio espacial ruso donde se llevan a cabo sus experimentos. Según informó en un comunicado la NASA, se observaron partículas de amoniaco tóxico (que pertenecen al líquido del refrigerante) este lunes a las 7.00 PM hora española. El personal del Control de Misión de la NASA en Houston detectó por primera vez la fuga en la cámara, donde apareció como una suerte de chorro de partículas blancas, parecido a nieve.

«Hola, estamos viendo copos afuera. Necesitamos que alguien de la tripulación vaya a la cúpula. Pensamos que el problema está en las ventanas cinco o seis», indicaron desde el control en Tierra. Fue la astronauta estadounidense Jasmin Moghbeli, a bordo de la ISS, quien confirmó las sospechas poco tiempo después: la fuga se veía por la escotilla y correspondía al radiador de apoyo del módulo Nauka, como finalmente corroboraron las autoridades rusas a través de su canal de Telegram.

Problema en un sistema de refrigeración de apoyo

En el comunicado, la agencia espacial rusa Roscosmos explicó que la fuga «no afectó la vida de la tripulación» y que tampoco se pararon los experimentos a bordo. Además, «las condiciones de temperatura en el módulo son agradables, por lo que a los cosmonautas no se les prohibió hacer deporte en la cinta de correr y realizaron todos los ejercicios en su totalidad».

Desde la NASA también señalaron que, de momento, la fuga «no tiene ningún impacto para la tripulación ni para las operaciones de la estación espacial», y que el radiador principal de Nauka sigue funcionando de manera normal. Explicaron, además, que esta nueva filtración «sigue bajo investigación». Aún así, la agencia estadounidense ha pedido a sus astronautas que cierren todas las contraventanas del segmento estadounidense de la estación espacial «como precaución contra la contaminación», escribieron en el comunicado.

Un radiador de segunda mano

El radiador averiado se creó originalmente para otro módulo ruso diferente, el Rassvet, en el que se instaló en 2010. Sin embargo, durante una caminata espacial en abril de este año fue transferido a Nauka, el nuevo módulo científico llegado en 2022, si bien en ese momento no presentaba ningún problema.

Aún no se sabe si solucionar el problema requerirá de acciones exteriores por parte de los astronautas o si la situación forzará que se retrasen el resto de caminatas exteriores, ya que el amoniaco -que sirve para refrigerar el módulo- es tan tóxico que la tripulación debe tomar precauciones adicionales para reducir su riesgo de exposición.

La tercera fuga en un año

La fuga de Nauka es la última de una serie de incidentes en los equipos rusos de la ISS en los últimos diez meses. En los otros dos casos, ambos en vehículos de transporte (uno de mercancías y otro de astronautas), se produjeron unos pequeños agujeros que Roscosmos achacó a «micrometeoritos«. Sin embargo, algunas algunas voces discordantes señalaron a que esos daños podrían haberse producido en la Tierra. Es más, desde NASA aseguraron que Rusia habría abierto una investigación para buscar posibles defectos de fabricación.

«Hay tres sistemas de refrigeración con fugas; hay un hilo conductor. Uno es lo que sea, dos es una coincidencia, tres es algo sistemático», ha indicado Jonathan McDowell, analista espacial del Harvard-Smithsonian, a AFP. «Este caso enfatiza cómo se ha degradado la confianza en los sistemas espaciales rusos. Cuando lo agregas al contexto de su fallida sonda lunar en agosto, la situación no se ven muy bien».

La primera de las mencionadas fugas, que afectó a la nave espacial Soyuz MS-22 provocó un insólito hecho en la ISS al dejar sin vehículo de vuelta a la tripulación formada por los cosmonautas Sergey Prokopyev y Dmitri Petelin, además del astronauta de la NASA Frank Rubio, quienes finalmente regresaron en otra nave rusa de repuesto hace unas semanas, si bien seis meses después de lo previsto.

Y esto en cuanto a los últimos meses. Porque en los últimos años, la tecnología rusa también ha sido objeto de fallos: desde un software defectuoso a bordo de Nauka cuando se acopló por primera vez a la ISS en julio de 2021, que provocó la inclinación de la estación espacial y se declarara una situación de emergencia; a otro agujero en 2018 que acabaron tapando los astronautas, pero que motivó acusaciones de sabotaje de Roscosmos hacia los tripulantes de la NASA.

A pesar de que las relaciones entre los astronautas de diferentes nacionalidades continúa sin problemas en la ISS, la tensión entre las potencias se puede palpar. Una situación que durará al menos hasta 2028, cuando Rusia abandone la estación espacial. Una fecha que podría alargarse dos años más, ya que las instalaciones permanecerán en órbita hasta ese momento, cuando está previsto que la NASA deje caer los módulos hacia la Tierra para que sus restos se acaben desintegrando con el roce de la atmósfera.

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