Códices iluminados: los libros donde se reflejaban plantas para expulsar al demonio
Durante siglos los herbarios fueron un recurso de estudio imprescindible para que médicos y farmacéuticos pudiesen conocer las plantas medicinales
![El Tractatus de Herbis (Sloane 4016) es un manuscrito de 109 folios de pergamino de gran formato, ilustrado con casi 500 representaciones policromadas de plantas y animales durante la Edad Media](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/ciencia/2022/09/23/plantaconhombre-Rquc9N7xiMUnSOYRt1MRnvK-1240x768@abc.jpg)
El medievo, un periodo de la historia tan tristemente denostado, generó cierta confusión en la denominación de las plantas medicinales, ya que la mezcolanza de culturas dificultaba sobremanera disponer de una herramienta de comunicación.
Y es que durante el periodo tardomedieval una misma planta medicinal adquiría diferentes nombres según el país en el que nos encontráramos y dentro de él en las distintas zonas geográficas, lo cual podría conducir a graves equivocaciones.
Una solución habría sido crear diccionarios multilingües, en donde se preservasen los textos griegos y latinos originales añadiendo el nombre de los vocablos en las diferentes lenguas romances. Sin embargo, se optó por una solución más sencilla y de consulta más rápida, al menos en su aspecto visual: representar las diferentes plantas con enorme detalle y precisión para que los profesionales pudieran reconocerlas sin problema.
De esta forma aparecieron los tesauros (del griego thesaurus, tesoro) ilustrados de botánica, en donde la imagen adquiría todo el protagonismo en detrimento del texto. Allí las imágenes de las plantas, en ocasiones yuxtapuestas, ocupaban la totalidad de los folios y junto a ella aparecían lacónicas leyendas.
Plantas expulsa demonios
La misión de los códices iluminados no era otra que ayudar a físicos –nombre con el que en aquel entonces se conocía a los médicos- y boticarios a identificar las plantas medicinales. Un claro ejemplo de estas bellezas miniadas fue el 'Tractatus de Herbis', un manuscrito fechado en torno al año 1440 y que actualmente se conserva en la British Library de Londres.
Contiene más de doscientos folios de gran formato, en donde se recogen casi 500 dibujos policromados, de enorme suntuosidad, de plantas y animales. Fue elaborado en la región de Lombardía y entre sus páginas podemos encontrar deliciosas representaciones, como una en la que se nos muestra como el hipérico (Hypericum perforatum) es capaz de expulsar al demonio.
La explicación de esta escena se basa en que cuando se quema el hipérico, un espécimen de vistosas inflorescencias amarillas, produce un característico olor que, según las leyendas, es capaz de repeler al mismísimo Satanás. Una fábula que propició que al hipérico también se le conociera durante mucho tiempo como 'Fuga Daemonium' (expulsa demonios).
En el 'Tractatus herbis' también es de enorme belleza una ilustración en la que aparece un hombre orinando en un recipiente u otra en la que un individuo desnudo tiene por cabeza una raíz de mandrágora.
Herbarios renacentistas
Con la llegada del Renacimiento se iniciaron nuevas traducciones, se ampliaron los estudios y, sobre todo, surgieron obras con comentarios a los tratados clásicos. En esta época destacó la figura de Pietro Andrea Mattioli (1501-1577), un prestigioso médico sienés al tiempo que un abnegado estudioso de la herbaria.
Mattioli describió más de un centenar de nuevas especies y coordinó la botánica médica de su época que cristalizó en un tratado titulado «Discorsi de la Materia Medica de Dioscórides», en donde se realizaban interesantes comentarios al conocido libro del médico romano.
La primera edición de esta obra apareció en italiano a mediados del siglo XVI, a ella seguirían traducciones en latín, checo, alemán y francés durante las décadas siguientes. Fue un tratado revolucionario, ya que Mattioli no solo se limitó a escribir extensas apostillas a partir de su experiencia personal, sino que también agregó otras especies que no figuraban en aquel libro. Entre esas contribuciones se incluye, por ejemplo, una variedad de tomate que ya se estaba cultivando y consumiendo en el Viejo Continente.
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Tiempo después Gherardo Cibo (1512-1600), un destacado artista y botánico italiano, seleccionó algunos textos del Discorsi de Mattioli y los ilustró con más de 160 miniaturas de plantas y pasajes, realizando una composición que, todavía a día de hoy, deslumbra por su belleza. En su obra se nos muestran las plantas objetivo del estudio en un primer plano, y un paisaje con imágenes humanas en el fondo.
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