Avi Loeb, el astrofísico de Harvard que cree en los extraterrestres: «No estamos preparados para un contacto con alienígenas»
Es el científico de Harvard que desde 2017 se empeña en investigar la posibilidad de que Oumuamua, el primer objeto interestelar que atravesó el Sistema Solar, era parte de una antigua nave alienígena. Y ahora lo ha vuelto a hacer con unos restos hallados en el mar que piensa que tienen el mismo origen extraterrestre
Un científico de Harvard asegura haber encontrado restos de una nave espacial extraterrestre

Es el científico que durante más años (de 2011 a 2020) ha ejercido como presidente del Departamento de Astronomía de la Universidad de Harvard. Asesor científico de la Casa Blanca, Abraham (Avi) Loeb dirige en la actualidad el proyecto Galileo y el Instituto de ... Teoría y Computación del Centro de Astrofísica Harvard & Smithsonian. Su currículum es de esos que no caben en una sola cuartilla, pero no se le conoce por nada de eso. Avi Loeb, en efecto, fue el científico que desde 2017 se empeñó en investigar la posibilidad de que Oumuamua, un objeto interestelar que atravesó ese año nuestro Sistema Solar a toda prisa, era de origen artificial, restos de una antigua nave alienígena varada en el espacio desde tiempos inmemoriales.
Y ahora lo ha vuelto a hacer. En 2014, años antes de Oumuamua, otro meteorito interestelar no solo se acercó, sino que cayó en la Tierra. Pero los datos y la confirmación de que ese objeto venía de otras estrellas permanecieron en manos de los militares de EE. UU. hasta el año pasado. Y ahora, una vez liberados esos datos y confirmado al 99,99% su origen interestelar, Loeb ha intentado lo que nadie se había atrevido hasta ahora: recuperar los fragmentos de ese objeto del fondo oceánico donde cayeron, en las lejanas costas de Papúa Nueva Guinea. El resultado de la expedición son varias decenas de diminutas y misteriosas esférulas metálicas, aparentemente una aleación de acero y níquel. Algo que, según Loeb, podría revelar, también, su origen artificial.
En su nuevo libro 'Interstellar', que se publica en Estados Unidos el 29 de este mismo mes de agosto, Loeb cuenta con pelos y señales la apasionante historia de ese hallazgo. El estudio científico sobre las esférulas verá la luz, también, en esas mismas fechas. En esta entrevista con ABC, Avi Loeb explica su postura y acusa a la comunidad científica de no tener la mente lo suficientemente abierta como para investigar a conciencia estas 'anomalías' llegadas del cielo. Loeb no afirma nada, pero considera plausible que 'ahí arriba', junto a millones y millones de rocas inertes, estén también los restos tecnológicos de civilizaciones pasadas. Una hipótesis científica tan seria y digna como cualquier otra y que, por lo tanto, merece ser estudiada científicamente. El premio, si esas investigaciones dan sus frutos, podría ser enorme.
«Descubrir que no estamos solos será el mayor descubrimiento científico que jamás haya hecho la humanidad»
-Tras el éxito de 'Extraterrestre' llega ahora 'Interestellar', un nuevo libro en el que aborda la delicada cuestión de los contactos con civilizaciones extraterrestres. ¿Estamos preparados para ese contacto?
Realmente, no. Consideramos la existencia de un vecino cósmico como una afirmación extraordinaria, mientras que lo cierto es que resulta arrogante pensar lo contrario. Encontrar una civilización tecnológica más avanzada es una oportunidad para que aprendamos sobre nuestro propio futuro tecnológico, porque es posible que nos hayan precedido por millones o miles de millones de años. A pesar de ello, no creo que nuestra sociedad esté aún preparada para ese contacto.
Piensa que no fue hasta hace apenas una década cuando desarrollamos satélites y telescopios que nos permiten encontrar objetos grandes que se originaron fuera del Sistema Solar, como es el caso de Oumuamua y del primer meteorito interestelar reconocido, IM1. Es nuestro deber averiguar su naturaleza porque parecían anómalos en relación con el resto de las rocas espaciales y podrían tener un origen tecnológico.
-¿Para quién es su nuevo libro? ¿Cuál es el mensaje que quiere transmitir?
Mi nuevo libro analiza la oportunidad que tenemos de aprender de nuestros vecinos cósmicos sobre cómo ser mejores. Descubrir que no estamos solos será el mayor descubrimiento científico que jamás haya hecho la humanidad. Será una llamada de atención de que nosotros, los humanos, estamos todos en el mismo barco, la Tierra, navegando por el océano del espacio. Y es mejor que trabajemos juntos para el éxito de nuestra misión. Soy optimista porque la vida es a menudo una profecía autocumplida.
-En la introducción del libro dice que nunca hemos estado tan cerca de tener una prueba científica de que la Humanidad no está sola en el Universo. Pero 'cerca' es un término algo confuso... ¿Qué tan cerca estamos exactamente?
Alrededor de la fecha de aparición de mi libro, en los próximos días, espero publicar también el primer artículo científico que informe de los resultados del análisis de las esférulas del lugar del impacto de IM1 en el Océano Pacífico. Este primer documento abordará la cuestión de si los materiales de los que está hecho IM1 proceden de fuera del Sistema Solar, y los artículos siguientes explorarán si esos materiales podrían ser, o no, de origen tecnológico. Así de cerca estamos.
-Usted argumenta que estamos viviendo los primeros años de una nueva era interestelar. ¿Qué es una 'era interestelar' y cuáles son los hechos que la definen?
Solo en las últimas décadas hemos empezado a tener satélites y telescopios que son sensibles a los objetos interestelares que llegan a las cercanías de la Tierra desde fuera del Sistema Solar. Llamo a eso una nueva era en astronomía porque ahora podemos averiguar si existe una 'basura espacial' tecnológica similar a los plásticos que se acumulan con el tiempo en nuestros océanos. El meteorito IM1 podría ser una nave espacial similar a nuestra Voyager, una que comenzó su viaje hace millones o miles de millones de años y acabó chocando con la Tierra. Podemos averiguarlo estudiando los materiales del lugar del accidente. Y eso es lo que estamos haciendo.

-Cuando Oumuamua nos visitó en 2017, se detectó demasiado tarde, mientras el objeto ya se alejaba de nosotros, por lo que hubo muy poco tiempo para estudiarlo. ¿Cree usted que ha manejado suficientes datos sobre Oumuamua como para decir con seguridad que no es una simple roca de otro sistema solar, sino lo que queda de una nave construida por una civilización inteligente?
No, necesitábamos más datos sobre Oumuamua para inferir su verdadera naturaleza. Pero en lugar de obsesionarnos con las oportunidades perdidas, podríamos buscar más objetos como ese. El Observatorio Rubin en Chile podrá encontrar muchos más objetos similares a Oumuamua a partir de 2024, y podremos estudiarlos con el telescopio Webb, así como con los mejores telescopios de la Tierra.
Si Oumuamua era realmente una delgada membrana metálica empujada por la luz solar, como yo sugerí, podría haber sido parte de la capa superficial arrancada de una nave espacial, o un trozo de una esfera Dyson rota, como también sugerí en un artículo reciente. Los datos futuros podrían arrojar más luz sobre su naturaleza y origen.
«Es nuestro deber averiguar si algunas rocas espaciales tienen un origen tecnológico»
-La segunda prueba que usted maneja son las microesferas metálicas recuperadas este verano cerca de Papúa Nueva Guinea, en la zona donde cayó en 2014 el meteorito IM1, cuyo origen interestelar parece probado. ¿Por qué cree que esos restos que se recuperaron en su expedición realmente pertenecen al meteorito IM1?
La cantidad de esférulas a lo largo de la trayectoria del meteorito fue el doble de las que se suelen generar por material de fondo. También examinamos la composición a lo largo de la trayectoria del meteorito y buscamos ahí un origen extrasolar de la mitad de las esférulas. Todos estos detalles se detallarán en el próximo documento científico que estará disponible en el momento de la publicación de mi nuevo libro 'Interstellar'.

-¿Y por qué está tan seguro de que esas esferas milimétricas tienen, además de ser extraterrestres, un origen artificial?
No estamos seguros. Esta sería una pregunta relevante después de que nuestro primer artículo se haga público. Es materia para un segundo artículo.
-¿Cuándo hará públicos los resultados del análisis de la composición de las esferas?
La esperanza es hacer públicos los resultados preliminares alrededor de la fecha de publicación de mi libro a fines de este mismo mes de agosto.
-¿Permitirá usted que otros equipos independientes también examinen las esferas?
Por supuesto. Compartimos los materiales con cuatro laboratorios ubicados en Harvard, UC. Berkeley, la Corporación Bruker en Alemania y la Universidad de Tecnología en Papúa Nueva Guinea. Mi objetivo es obtener evaluaciones independientes de expertos utilizando instrumentos de última generación en todo el mundo.
-¿Cree que podría haber otros supuestos 'objetos artificiales' camuflados en antiguos archivos públicos o privados que fueron mal clasificados en el pasado?
Puede, pero yo no he visto eso todavía.
«No sabré si el gobierno de EE. UU. esconde algo hasta que tenga pruebas que lo confirmen»
-¿Qué está pasando con las UAP? El gobierno de Estados Unidos desclasifica vídeos y documentos, admite que algunos avistamientos no tienen explicación, derriba extraños objetos en suelo norteamericano... Y al mismo tiempo resucita, aunque esta vez de la mano de la ciencia, el fenómeno OVNI (UAP )... Parece un plan organizado...
Los UAP son una bolsa mixta. Según la Oficina de Resolución de Anomalías de Todos los Dominios en el Pentágono, sólo un pequeño porcentaje de ellos no están identificados. Este mes, David Grusch testificó en la Cámara de Representantes de los EE. UU. que el gobierno de los EE. UU. tiene programas para la recuperación y la ingeniería inversa de materiales relacionados con naves extraterrestres. Se basó en sus entrevistas con 40 testigos presenciales y prometió proporcionar sus datos de contacto a los congresistas. Con suerte, en los próximos meses aprenderemos más sobre la realidad de sus afirmaciones. Por mi parte, no tengo aún una opinión clara al respecto. Y no la tendré hasta que vea pruebas concretas.
-¿Cree que el gobierno de Estados Unidos realmente esconde algo?
El cielo, o nuestros océanos, no están clasificados. Como científico, busco encontrar qué hay fuera del Sistema Solar basándome en la evidencia, sin esperar a que los políticos en Washington DC nos digan la respuesta. El gobierno no es una organización científica y todo lo interestelar es un tipo de conocimiento que debe ser compartido por todos los humanos, como el resto de la ciencia. Y no sabré si el gobierno esconde algo o no hasta que tenga pruebas que lo confirmen.
-David Grusch también dijo ante el Congreso que EE.UU. ha encontrado 'biologías no humanas' en OVNIs estrellados...
Le digo lo mismo... No lo sabré hasta que vea la evidencia.
-Usted propone que la posible existencia de naves extraterrestres en el Sistema Solar se investigue científicamente, al mismo nivel que otros misterios, con sus correspondientes presupuestos, técnicas y recursos... ¿Puede ampliar este concepto?
Tanto el público como el gobierno de los EE. UU. están discutiendo seriamente las anomalías observadas en el cielo como posiblemente relacionadas con civilizaciones tecnológicas extraterrestres. Es deber de los científicos como yo participar en la recopilación de pruebas sobre esas anomalías y aclarar su naturaleza.
-¿Qué opina del hecho de que gran parte de la comunidad científica se haya vuelto claramente en su contra?
Los expertos en rocas espaciales insisten en que todo lo que hay en el cielo debe ser piedra. Yo lo llamo 'la edad de piedra de la ciencia'. La única forma de obtener nuevos conocimientos científicos es tener una mente abierta a los nuevos conocimientos. Primero se manifestarán como anomalías. Y en efecto, Oumuamua e IM1 no se parecen a rocas espaciales familiares.
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-¿Cree que su ejemplo puede infundir coraje a una nueva generación de jóvenes científicos, que ya no tendrá miedo de abordar estos problemas?
Esta es mi esperanza. La innovación en la ciencia no debe verse disminuida por los matices negativos de las redes sociales o los celos académicos. Cuando corría al amanecer en la cubierta del barco durante mi reciente expedición al Océano Pacífico, me preguntaron si estaba huyendo de algo o hacia algo. Mi respuesta fue: 'Ambos. Estoy huyendo de algunos de mis colegas que tienen opiniones firmes sin buscar pruebas, y estoy corriendo hacia una inteligencia superior en el espacio interestelar.'
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