Avelino Corma, químico: «Atraparemos el CO2 que sale de las chimeneas para hacer combustibles»
El investigador valenciano, gran experto en catalizadores, tiene más de 200 solicitudes de patentes y un sin fin de reconocimientos a su trabajo. El último es el de inventor europeo del año
Corma: «La química hace que el mundo funcione»

Avelino Corma (Moncófar, Castellón, 1951) es un experto en dar un empujón a las cosas. Eso es, a grosso modo, lo que hacen los catalizadores a los que él ha dedicado gran parte de su vida, unas sustancias que estimulan y aumentan la velocidad de ... las reacciones químicas y que se emplean para fabricar todo de tipo productos, de medicamentos a combustibles. Y de paso, pueden hacerlos más verdes y sostenibles. Cofundador del Instituto de Tecnología Química (ITQ), centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad Politécnica de Valencia (UPV), el investigador tiene en su haber más de 200 solicitudes de patentes, muchas de ellas utilizadas por grandes industrias en todo el mundo. A su larga lista de reconocimientos, entre ellos el Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica y el Jaime I de Nuevas Tecnologías, se ha sumado esta semana el Premio al Inventor Europeo 2023 que otorga la Oficina Europea de Patentes (OEP). «Es emocionante, porque reconoce cómo una buena investigación fundamental se puede llevar a la práctica», explica.
—Autor de 200 patentes, ¿cómo se le ocurren tantas ideas?
—Ya no soy joven y no tengo la energía que tenía antes, pero sigo teniendo la pasión. No puedo evitar que se me ocurran cosas y seguir en el juego.
—Si algo distingue a su trabajo es que se aplica en grandes empresas por todo el mundo.
—Sí, nuestro primer proyecto fue con Cepsa. Consistía en aumentar el octanaje de una corriente de gasolina, de forma que se producía una mejor combustión en el motor y un mejor aprovechamiento de energía y recursos. Entonces suponía una inversión muy fuerte para la compañía, pero hoy 22 plantas en todo el mundo utilizan esa tecnología. También tenemos otra patente licenciada a una compañía japonesa, un catalizador para obtener una molécula que se utiliza para la fabricación de poliuretanos, con cuatro plantas enormes en distintos países. Además, desarrollamos un catalizador para disminuir el contenido de azufre en el gas natural hasta niveles de partes por billón (PPb). El catalizar lo fabrica una compañía inglesa y se utiliza en 50 plantas. Para eliminar óxidos de nitrógeno en tubos de escape de automóviles, desarrollamos un catalizador con una compañía alemana que ya se está aplicando. Y para IFF (International Flavours & Fragrances) desarrollamos un catalizador dentro del campo de la química fina, que es más sostenible y eficiente que lo que existía anteriormente.
—¿De cuál se siente más orgulloso?
—Todas producen una gran satisfacción cuando se aplican, pero quizás de la primera, la que hicimos con Cepsa. Fue la que nos permitió despegar.
—¿Vamos hacia una industria química más verde?
—Totalmente. En Europa, sin ninguna duda. No se comienza ningún proyecto para el que no se tenga claramente definida la sostenibilidad.
Hidrógeno verde
—¿Cómo se transformarán las refinerías y las petroquímicas dentro de unas décadas?
—En las refinerías en un futuro próximo se sustituirá el petróleo por otro tipo de crudos provenientes de la biomasa y de combustibles sintéticos, que tendrán que ser tratados con procesos semejantes a los actuales para obtener queroseno, gasolina, diésel y productos químicos. Los motores de combustión seguirán pero con combustible sintético. También se captará el CO2 de las emisiones de las chimeneas, y con hidrógeno verde se harán productos químicos, como metanol o hidrocarburos. Así que las refinerías seguirán funcionando, pero de diferente manera. No se producirán emisiones netas de CO2. Esto ya está en marcha y las empresas se están preparando e invirtiendo. Y yo espero verlo pronto.
—Sin embargo, la química tiene mala fama.
—Eso es falta de información. Si yo le dijera, la energía nuclear, ¿es buena o mala? Pues depende de cómo se utilice. Mire, hasta que no se descubrió el cloro, millones de personas morían por la contaminación de las aguas. La química lo solucionó. Otro ejemplo: La gente no podía desarrollarse en mayores poblaciones porque agotaba la tierra de cultivo. Entonces la dejaba y se tenía que desplazar a otro lugar. Hasta que la química descubrió la síntesis y la fabricación de amoníaco y se inventaron los fertilizantes. Este proceso químico fue responsable del aumento de la población. Con respecto a los plásticos, solo les vemos los inconvenientes, ¿pero sabe la cantidad de avances que nos han dado? Enorme. ¿Y los medicamentos? También los ha hecho la química. Las personas normalmente no se dan cuenta de la cantidad de moléculas y productos químicos que forman parte de su entorno y manejan cada día.
—¿No nos vamos a librar de los plásticos? Porque son un problema grande.
—Por nuestra falta de educación cívica, pero ya existe la reconversión de los plásticos, lo que llamamos economía circular. Puedes reconvertirlos a su materia prima y de nuevo fabricar otros. Si un día somos capaces de producir otros materiales que nos den las mismas prestaciones que muchos de los polímeros que tenemos, los sustituiremos. Pero esos materiales, si son de uso en grandes cantidades, nos darán los mismos problemas. Por ejemplo, ¿qué pasa con las basuras, los desechos municipales orgánicos? Generan montañas de compost. Estamos desarrollando métodos para convertir esos desperdicios orgánicos, que tienen carbono e hidrógeno, y transformarlos combustibles y productos químicos. Al final, no es más que biomasa.
—¿Está ayudando la inteligencia artificial en la química?
—Mucho. Imagínate una molécula con posibilidades de tener un comportamiento útil en farmacia, que puede bloquear determinados centros en las células, por ejemplo. Ahora puedes ver cientos o miles de variantes de esa molécula en un ordenador, pero con la potencia de cálculo y la capacidad de correlación que nos da la inteligencia artificial eso se puede hacer mucho más rápido.
—Trabaja con zeolitas sintetizadas, ¿qué son?
—Imagina una arcilla, un silicato, un polvo formado por microcristales muy pequeños. Y esos microcristales están formados por canales tan pequeños que son del tamaño de las moléculas, que pueden pasar por ellos. Si ahora controlas el diámetro y la forma de esos canales, podrás hacer que unas moléculas penetren y otras no. Así habrás hecho un tamiz molecular.
—¿Para qué sirven?
—Como adsorbentes, por ejemplo, para obtener CO2 de una chimenea o del aire que después puedes utilizar como fuente de carbono para hacer hidrocarburos.
—Que inventen otros... ¿hemos dejado ya el eslogan?
—Yo diría que nuestro país ha avanzado mucho en ciencia e investigación. Hay grupos muy buenos en España en todas las disciplinas. Ahora, un paso más, que ya se está dando, es que seamos capaces de transferir ese conocimiento al sector productivo.
—¿Qué debe cambiar en España para eso?
—En primer lugar, necesitamos empresas que sean punteras tecnológicamente. No solo harán uso del conocimiento que tenemos, sino que además podrán orientar al grupo investigador. En España hay fundamentalmente pequeñas y medianas industrias que no pueden tener grandes centros de investigación ni grandes recursos. La administración tiene que tratar de apoyar un sistema en el que trabajen en colaboración con los centros de investigación. La Comunidad Valenciana ha sido pionera en este sentido. Este concepto debe y puede ser mantenido por cualquier gobierno, independientemente del partido que lo sustente.
MÁS INFORMACIÓN
—¿Nos olvidamos en España de algunas ramas de la ciencia?
—Es normal que la gente piense y se preocupe más por lo que le afecta más directamente, como el cáncer y otros temas de salud. En cualquier caso, hay que hacer más divulgación para que la cultura científica del país sea cada vez mayor.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete