Los científicos franceses que mostraron al mundo la riqueza del valle de Nilo
A comienzos del siglo XIX nació la egiptomanía gracias al trabajo de un ejército de científicos que acompañó a Napoleón Bonaparte en su campaña de Egipto
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Cuando 1798 daba sus primeros pasos, Napoleón Bonaparte , a pesar de su juventud, ya era un militar consolidado y popular, lo cual producía cierta inquietud entre los miembros del Directorio. Con el objetivo de alejarle de los círculos conspiradores le encomendaron una nueva ... tarea: invadir Gran Bretaña.
Bonaparte desestimó aquella aventura militar por varias razones, la principal, la evidente superioridad naval inglesa, pero a cambio propuso un proyecto alternativo que pasaba por debilitar a los británicos económicamente.
Napoleón concibió la idea de convertir a Egipto en un protectorado francés, para ello era necesario, además de la invasión militar, ganarse la confianza de la población. Por este motivo, era preciso contar con un ejército de científicos que modernizase el país de los faraones y le sacase de la 'Edad Media' en la que todavía se encontraba.
Una victoria relámpago
Napoleón partió con una flota de cuatrocientos barcos y más de cuarenta mil hombres del puerto de Tolón sin comunicar a sus subordinados el verdadero destino del viaje. El uno de julio de 1798 arribó en las costas de Alejandría . Allí empezó una maravillosa aventura.
Tres semanas después se enfrentaron, en inferioridad de condiciones, a los mamelucos en la batalla de las Pirámides. Antes de entrar en combate Napoleón enardeció a sus hombres con una arenga en la que pronunció la célebre frase: «Desde lo alto de estas pirámides, cuarenta siglos os contemplan».
La experiencia y la potencia del fuego francés fueron determinantes para que la balanza cayera sobre el lado galo. De esta forma, Napoleón puso fin a siete siglos de dominio mameluco en Egipto.
Diez días después el almirante inglés Horacio Nelson destruyó la flota francesa, dejando a la fuerza expedicionaria atrapada en Egipto. Allí permanecerían durante tres largos años.
El Instituto de Egipto
Durante ese tiempo los ingenieros, matemáticos, arqueólogos, médicos, científicos y otros hombres de ciencia –hasta cinco cincuenta y uno- pertenecientes a la Comisión de las Ciencias y Letras comenzaron una solícita tarea. Se dedicaron a medir, dibujar y explorar los descubrimientos que iban realizando a medida que remontaban el Nilo. Todos sus hallazgos fueron cuidadosamente recogidos en sus diarios.
Con el asesoramiento de estos 'sabios', que es así como se les conocía, se construyeron modernos hospitales en El Cairo, se introdujo el alumbrado público, se exterminaron las jaurías de perros callejeros y se organizó un moderno sistema de recogida de basuras que puso fin a interminables epidemias que asolaban la ciudad.
Aproximadamente, una treintena de aquellos científicos falleció a consecuencia de enfrentamientos bélicos o, simplemente, fueron víctimas de diferentes enfermedades, en especial, de la peste.
Los científicos tuvieron que adaptarse a las duras condiciones de vida y algunos llegaron, incluso, a mimetizarse con el país. No faltaron quienes se dejaron crecer la barba o aquellos que se iniciaron en las delicias de la pipa llena de tabaco de Lattaquié.
La «Descripción de Egipto»
Fundaron en El Cairo el Instituto de Egipto, a semejanza del renombrado Instituto de Francia, una distinguida institución académica de la que formaban parte de la mayoría de los allí convocados.
Las tareas iniciales de los sabios distaban mucho de los estudios de ciencia, según consta en las actas, en las primeras reuniones se pusieron sobre la mesa temas relacionados con la mejora de la cocción del pan, como fabricar cerveza sin lúpulo, cómo enfriar el agua del Nilo…
En 1801 los franceses se vieron obligados a regresar a Francia, habían sido derrotados, pero en las bodegas de sus barcos llevaban consigo una importante colección de tesoros y hallazgos, entre ellos la decisiva piedra Rosetta .
Napoleón, imbuido por el ambiente enciclopedista del momento, no quiso dejar pasar la oportunidad y ordenó recopilar y publicar toda la información recogida. De esta forma, nació la 'Descripción de Egipto', una serie monumental de libros que se editaron entre los años 1809 y 1829.
En 1813 se compiló la primera edición, la dedicada a la Historia Natural. Una colección de veintitrés tomos con más de novecientas láminas, un legado con un valor científico incalculable y que supuso el pistoletazo de salida de la egiptomanía.
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Pedro Gargantilla es médico internista del Hospital de El Escorial (Madrid) y autor de varios libros de divulgación
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