El bebé dinosaurio, pequeño pero precoz
Las crías de los gigantescos titanosaurios salían del cascarón preparadas para enfrentarse al mundo. Tenían proporciones adultas y eran capaces de andar y alimentarse solas


Los huesos fueron desenterrados en Madagascar hace más de una década pero se quedaron sin clasificar. Ningún paleontólogo era capaz de ponerle nombre a esta criatura del tamaño de un terrier. La paleontóloga Kristina Curry Rogers se los encontró casualmente en 2012, mientras repasaba los catálogos de fósiles de la Universidad Estatal de Nueva York en Stony Brook. Experta en titanosaurios, los vertebrados más grandes que han pisado la Tierra, lo que vio le resultó extrañamente familiar. Parecían los restos de uno de ellos, pero en miniatura. La investigadora se dio cuenta de que estaba delante de una cría, pero lo sorprendente es que ese bebé de apenas uno o dos meses de edad era el calco exacto de un ejemplar adulto, en proporciones reducidas.
Al estudiar los restos, Curry Rogers descubrió junto con su equipo del Macalester College en St. Paul que estos dinosaurios salían del cascarón preparados para enfrentarse al mundo, capaces de andar y probablemente de alimentarse por sí mismos. Lo explica esta semana en la revista Science.
Los investigadores utilizaron la histología de los tejidos óseos y tomografías computarizadas para entender la historia del crecimiento de este bebé de Rapetosaurus krausei, una especie que alcanzaba los 15 metros de longitud en su edad adulta y que vivió hace unos 70 millones de años, en el Cretácico Superior. El joven dinosaurio nació con 3,4 kg y no llegaba al tamaño de un balón de fútbol, pero creció rápido. Al final de su corta vida, entre los 39 y los 77 días de edad, ya había alcanzado aproximadamente los 40 kg y los 35 cm de altura al nivel de la cadera.

A la vista de la compactibilidad de sus huesos, la forma de las extremidades de este dinosaurio no sufrió variaciones desde el nacimiento. Esto contrasta con otros grupos de dinosaurios, como los terópodos y los ornitisquios, cuyos miembros varían con el desarrollo, y en los que el cuidado parental era de gran importancia. Por ese motivo, Curry Rogers cree que es probable que las crías de Rapetosaurus fueran bastante independientes en comparación con otras especies. Es posible que el bebé ya fuera capaz de caminar nada más salir del huevo y que incluso se alimentara por sí mismo.
Respecto a la muerte del pequeño gigante, la autora cree que se produjo por inanición. Los cartílagos al final de los huesos dejan de crecer en los animales hambrientos, y en este ejemplar esas regiones son extremadamente delgadas. Eso encaja con el lugar donde fue encontrado, un medio devastado por la sequía en el momento en el que el joven dinosaurio lo habitaba.
Los investigadores creen que quizás otros titanosaurios tuvieran el mismo patrón de crecimiento que el Rapetosaurus, aunque esto no puede llevar a pensar que todos los titanes de cuello largo nacieran autosuficientes.
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