Prevención de recaídas o cómo ayudar a detectar potenciales situaciones de riesgo para la mente
Suele ser la ultima fase de los procesos terapéuticos en la cual se ayuda al paciente a planificar con antelación los recursos que tiene disponibles para salir airoso de las futuras crisis que enfrente
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Hacer cambios en nuestra vida siempre supone un reto y nunca es fácil. Cuando decidimos, por ejemplo, empezar a hacer deporte, comer más sano o dejar atrás una adicción, solemos encontrarnos con muchas dificultades que generalmente no habíamos tenido en cuenta.
Prochasca y Diclemente propusieron en los años 80 un modelo para el cambio que es muy útil para los procesos terapéuticos. El modelo transteórico para el cambio, como lo denominaron estos autores, hace hincapié en las diferentes fases que experimenta una persona durante el proceso de cambio. Esta forma de encuadrar las cosas comenzó a utilizarse en problemas con el consumo de sustancias, pero en la actualidad se utiliza frecuentemente en prácticamente todos los motivos de consulta que abordamos los psicólogos.
El primer estadio en el que se encuentra una persona es la precontemplación. Se trata de un momento en el que puede existir un problema, como por ejemplo fumar, comer de forma poco saludable o tener una vida demasiado sedentaria, pero que la persona no sea plenamente consciente de las consecuencias de estos factores. En esta fase somos poco conscientes de los contras de seguir por el camino por el que vamos. Aunque todos sabemos que fumar es malo, que comer demasiada comida procesada puede traernos problemas y que hacer ejercicio nos sienta bien a todos, cuando estamos en esta fase no somos capaces de tomar conciencia real de ello.
El segundo estadio por el que pasa alguien que enfrenta un cambio es el de contemplación. En esta fase los pros y contras del problema suelen equilibrarse. Solemos empezar a tomar conciencia de que seguir por el mismo camino nos traerá problemas. Muchas veces para pasar de la fase de precontemplación a la fase de contemplación necesitamos que aparezca un evento que nos abra los ojos. Otras veces no es necesario que esto ocurra y simplemente modificamos la forma en la que vemos las cosas a través de una conversación, un libro o experimentando los problemas directamente en nuestro cuerpo.
El tercer estadio es el de preparación. La persona es consciente del problema que tiene y ha decidido hacer un cambio en su vida. Es importante en esta fase hacer una reflexión profunda sobre las implicaciones que tiene el problema y planificar de forma adecuada cómo vamos a llevar a cabo el cambio. Un buen ejemplo de esta fase sería cuando decidimos que vamos a empezar a ir al gimnasio y empezamos a comprar ropa deportiva.
El cuarto estadio es la acción. Es el momento en el que ejecutamos el cambio. Normalmente ayuda que durante la fase de preparación elijamos un día concreto para comenzar a modificar el problema. También es muy útil anticipar las posibles dificultades que puedan aparecer durante el proceso para evitar volver a caer en patrones antiguos que nos lleven a la fase de precontemplación.
El quinto estadio es la fase de mantenimiento. Probablemente sea el momento más complicado puesto que las antiguas formas de hacer las cosas interaccionan con las nuevas. Durante esta fase toma especial importancia la prevención de recaídas. Cuando nos encontramos en esta fase es muy probable que en algún momento sucumbamos a la tentación de caer en viejos patrones.
Si hemos dejado de fumar, en algún momento nos enfrentaremos a la tentación de hacerlo. La clave para salir airosos del proceso es entender la diferencia entre caída y recaída. La primera supone un tropezón, pero al tomar consciencia de lo que está ocurriendo, ponemos en marcha todos los recursos que hemos ido desarrollando durante la fase de preparación y acción para mantenernos en la fase de mantenimiento. Por ejemplo, si hemos dejado de fumar y alguien nos ofrece un cigarrillo, recurrimos a la comunicación asertiva para decir educadamente que no somos fumadores y recurrimos a una técnica de relajación para manejar las ganas de consumir tabaco. Si en lugar de recurrir a nuestros recursos nos dejamos llevar, probablemente estemos en un proceso de recaída, el cuál nos llevará a la fase inicial de precontemplación. Siguiendo con el ejemplo, cuando nos ofrecen un cigarrillo aceptamos, nos autoengañamos diciéndonos que por uno no pasa nada, un tiempo después, cuando vuelvan a aparecer las ganas, pensaremos que en realidad fumar no es tan malo y solamente lo haremos cuando estemos con amigos. En poco tiempo nos encontraremos consumiendo un número similar de cigarrillos que cuando decidimos que era perjudicial para nosotros y quisimos dejarlo.
La prevención de recaídas suele ser la ultima fase de los procesos terapéuticos en la cual se ayuda al paciente a detectar potenciales situaciones de riesgo, para así poder planificar con antelación los recursos que tiene disponibles para hacerle frente. De esta manera maximizamos las posibilidades de salir airosos de las futuras crisis que enfrentemos.
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