«Vio en el asesinato una manera de escape»: el análisis criminológico de la mente de Daniel Sancho

El catedrático de Criminología de la Universidad de Valencia, Vicente Garrido Genovés, analiza el caso basándose en el comportamiento del agresor y en los datos que ya se conocen sobre el crimen

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Daniel Sancho, junto con los efectivos policiales tailandeses durante la reconstrucción de los hechos. En la imagen redonda, el catedrático Vicente Garrido.

¿Qué pudo llevar a una persona como Daniel Sancho, que a priori no estaría relacionado con el mundo criminal, a cometer una atrocidad como el asesinato y desmembramiento de Edwin Arrieta en Tailandia? Analizamos con el catedrático de Criminología de la Universidad de Valencia, Vicente Garrido Genovés, algunas de las claves del caso desde el punto de vista del agresor, no con el ánimo de victimizarlo, ni de romantizar los hechos, sino con el interés por conocer qué tipo de emociones o sentimientos pueden llevar a cometer un crimen. El experto, autor de libros como 'True crime: la fascinación del mal' (Ariel), 'Nuevos perfiles criminales', o 'Crímenes sin resolver: los casos que tienen en jaque a la justicia española'; es también un colaborador habitual en la valoración de crímenes dentro del mundo de la judicatura.

Uno de los aspectos que más llaman la atención del caso es que el autor confeso no tuviera antecedentes o vínculos con el mundo criminal ni se le asociase con ningún comportamiento antisocial o desordenado. Sin embargo, como revela Garrido, la historia del crimen está plagada de casos en los que una persona aparentemente normal es capaz de cometer un acto atroz si, bajo su percepción de amenaza o peligro, encuentra la oportunidad, la motivación y las circunstancias necesarias para llevarlo a cabo. El meollo de este asunto está, según apunta el experto, en conocer exactamente qué tipo de relación mantenían Daniel Sancho y Edwin Arrieta, pues lo que se deduce de lo que se sabe hasta ahora del caso es que, por alguna razón que desconocemos, Sancho sentía que estaba sometido a algún tipo de coacción por parte de la víctima y percibía esta relación como «terriblemente injusta y perniciosa para él». Y es esa percepción la que, según su análisis, pudo llevarle a entender que un acto de esa naturaleza era «la única manera» o «una manera última y definitiva de solucionar un problema que le tenía angustiado».

Quedaría implícito, no obstante, no solo que se trata de un crimen premeditado, sino que efectivamente lo planteó como una solución final para todo lo que le angustiaba. «En determinadas circunstancias algunas personas piensan que con un acto así logran acabar con un problema por completo y eso es algo tentador. Por tanto si tienen la motivación y ven la oportunidad, lo hacen», revela Garrido.

Sobre este punto el criminólogo aclara que aunque se haya especulado con la posibilidad de que hubiera habido algún tipo de chantaje o amenaza por parte de la víctima, es importante abstenerse de hacer valoraciones sobre la víctima pues nunca podremos saber su relato de los hechos y también es importante dejar de especular con lo que pudo o no hacerle o decirle pues solo conocemos la narrativa desde el punto de vista del agresor. Por tanto, lo que sí se puede deducir de la narrativa que conocemos es que Daniel Sancho percibía, fuera o no verdad o fuera o no real, que se sentía «perseguido y afectado» por «una situación en la que la fuente de daño le resultaba tan insoportable que encontró en el asesinato la única manera de escapar de ella«, según la valoración de Garrido.

Premeditación, pero no inteligencia criminal

Otro de los puntos que destaca el experto es que la premeditación no implica necesariamente que esa persona sea hábil llevando a cabo ese acto. «Tailandia es un estado autoritario en el que hay mucha vigilancia y cuenta con un sistema policial con mucho poder, no estamos hablando de un país tercermundista. Por tanto, comprar los útiles del descuartizamiento antes de llevarlo a cabo de modo que pudieran ser una prueba de la premeditación del crimen y después intentar hacer desaparecer los trozos del cadáver sin tener en cuenta las mareas o el hecho de que se pudieran encontrar de una manera relativamente fácil indican que nos encontramos ante una pobre inteligencia criminal«, argumenta.

Precisamente sobre el desmembramiento o descuartizamiento del cadáver el experto opina que además de tener la motivación (quería salir impune del crimen), tenía la capacidad y los conocimientos (es un cocinero) para hacerlo, dada su profesión, su corpulencia y su aparente fuerza, por lo que es probable, como apunta el experto, que lo hiciera pensando que era la manera de salir impune del crimen y que nadie descubriese lo que había hecho.

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