Amistades tóxicas: señales que indican que tienes una y cómo deshacerte de ella

Este tipo de relaciones no empiezan siendo tóxicas, sino que se van fraguando de forma puntual y, progresivamente, aumentan su frecuencia hasta instalarse como el funcionamiento habitual

Thomas Erikson, autor de 'Rodeados de narcisistas': «Estamos educando a una generación que se cree mejor que nadie»

Cómo alejarte de una amistad tóxica. Adobe Stock

Las amistades sanas llevan a vidas más duraderas. Las risas con amigos, esas charlas que curan y que hacen que los problemas sean menos problemas, es un hecho que alargan la existencia. Estas amistades, sin duda, crean vidas más felices. Por tanto, tener amigos buenos y que aporten buenas vibras es una forma de llevar una vida saludable.

Sin embargo, algunas amistades son tóxicas. Los momentos divertidos suelen estar mezclados con conflictos, confusión y emociones encontradas. Y este tipo de relaciones pasan factura porque conducen a dramas innecesarios, dolor e infelicidad. No son saludables y, al igual que otros elementos nocivos que surgen en la vida, se debe minimizar su impacto. ¿Por qué permitir que esta persona permanezca en tu día a día?

La persona que tiene un comportamiento tóxico, ya sean amigos, hermanos, resto de familiares, pareja o entorno social, van a generar una sensación de malestar y agotamiento, y esto merma la capacidad de concentración, dificultad a la hora del procesamiento de la información... Es decir, derivará en cuadros de estrés e incluso sintomatología depresiva sin saber que los causantes son estos «amigos tóxicos».

Qué es una amistad tóxica

Cuando hablamos de relaciones tóxicas tendemos a pensar en relaciones de pareja pero ya hemos visto que ocurre en todos los vínculos. Consideramos que una amistad es tóxica cuando esa relación nos perjudica, nos hace sentir mal, nos hace dejar de ser como somos y daña o destruye nuestra autoestima. Tal como indica la psicóloga Paloma Rey, «cabe matizar que no existen personas tóxicas, sino comportamientos tóxicos». Y aunque todos hemos podido tener alguno de estos comportamientos en alguna ocasión, en las relaciones tóxicas tienden a darse con frecuencia y tienen un impacto negativo sobre la salud mental de la persona que las ejecuta y de quien los recibe.

Si bien los comportamientos tóxicos no deben tolerarse a largo plazo, puede resultar útil reflexionar sobre lo que puede estar impulsando la toxicidad de tu amigo. Si se trata de un comportamiento nuevo o poco característico, sería interesante explorar si está pasando por un período difícil como puede ser un duelo, la pérdida del empleo o problemas de salud mental. Estos factores, entre muchos otros, pueden afectar temporalmente las relaciones.

Identificar una amistad tóxica

No siempre las señales son claras, pero hay algunos factores que ayudan a identificar una amistad tóxica.

Hay indicadores que son muy claros y que nos van a ayudar a identificar como es este amigo tóxico.

1. Señalan tus inseguridades. «Esta es la principal característica. El amigo tóxico no te va a dejar pasar ni una, siempre te va a decir comentarios incómodos y, además, no van a ser comentarios puntuales, sino que van a ser muy recurrentes, constantes. Tendrás un sentimiento de inseguridad y te hacen dudar continuamente», dice la psicóloga Irene López Assor.

2. Están ahí cuando necesitan algo de ti. Si prestamos atención, tenemos amigos que solo aparecen cuando nos necesitan. Dice Irene López Assor que «esto es una señal de alarma muy clara de amigo tóxico». Este tipo de amigos no solo nos llaman para cuando necesitamos algo emocional, también nos llaman para pedir dinero o pedir otro tipo de favores, como acompañarle a algún tipo de recado.

3. Son las víctimas. El amigo tóxico es la gran víctima de la sociedad de nuestros días; él es una persona que siempre tiene algo para hacer una manipulación emocional. En todo momento juega con nuestra culpa, que en el fondo es nuestro talón de Aquiles.

4. No hay reciprocidad: siempre das tú. No hay una compensación entre el dar y el recibir. Una cosa es que nos demanden más atención porque están pasando una mala época y otra que siempre, por sus 'malas épocas' sea el protagonista. En la no reciprocidad vamos a ver, y a tomar conciencia, que tu amigo tóxico no te apoya como lo harías tu y esto nos lleva a sentir mucha soledad.

5. No te apoyan como eres. No nos dejan expresar la alegría que podemos sentir en un momento bueno, siempre nos van a quitar el protagonismo.

6. Va a sacar lo peor de ti. El amigo tóxico es una persona manipuladora y narcisista, con poca capacidad empática y sacará lo peor de nosotros. No son capaces de estar a la altura cuando es necesario. No se pone en nuestra piel, quizá en ese momento que necesitamos un aliento o una esperanza. Esto tiene como consecuencia que nos enfademos y sintamos una sensación de fracaso continuo que extrapolaremos al resto de las áreas de nuestra vida.

7. Chantaje emocional. Tal como indica Paloma Rey, en este tipo de relaciones es frecuente encontrar este tipo de manipulación como un medio para salirse siempre con la suya. Ante esto, no se dudará en utilizar cualquier argumento que pueda hacer sentir mal al otro.

8. Faltas de respeto. Existen muchas formas de faltar al respeto a la otra persona: gritos, humillaciones, descalificaciones, menosprecios en público… El objetivo de este tipo de conductas es establecer una relación de superioridad frente al otro.

9. Conductas de control. «En este tipo de relaciones es frecuente encontrar conductas de control como interrogatorios o mirar el móvil. Una de las partes no respeta el derecho a la intimidad de la otra y exige conocer todos los detalles de su vida», señala Rey.

10. Celos y envidia. Expone Paloma Rey que los logros y las cosas buenas que pasen a una de las partes son percibidos como algo negativo y tiende a minimizase o, incluso, ignorarse. Sin embargo, cuando a la persona que tiene comportamientos tóxicos le sale algo bien, exige que sea celebrado.

«Es importante destacar que este tipo de relaciones no empiezan siendo tóxicas. Si esto fuese así, conforme se diese la primera falta de respeto generaríamos un rechazo hacia la otra persona y nos alejaríamos», recalca Paloma Rey. Los comportamientos tóxicos se fraguan de forma puntual y, progresivamente, aumentan su frecuencia hasta instalarse como el funcionamiento habitual de esa relación. Según Rey, esto conlleva que en muchas ocasiones «no somos capaces de identificar que nos encontramos en un vínculo tóxico hasta que estamos completamente sumergidos en él». Para entonces, es posible que hayamos generado dependencia emocional y que nuestra autoestima esté seriamente dañada.

Salir de una amistad tóxica

Lo más importante, difícil y doloroso es identificar esa amistad tóxica y reconocerla, y cuando este trabajo está hecho, lo más inteligente es deshacerse de ellas.

«Las relaciones tóxicas hay que intentar cortarlas lo antes posible. Hay vínculos que son difíciles de cortar porque son un parentesco importante, pero las amistades, dentro de la dificultad, es algo que nosotros sí que podemos elegir y decidir», dice Irene López Assor. En este sentido recomienda, en primer lugar, reconocer la verdadera motivación que te une a esa relación. ¿Es la diversión? ¿Qué me aporta? A la hora de hablar con esta persona de que no se quiere seguir manteniendo la relación, aconseja ser claro y conciso: «Para practicar la claridad en la exposición, recomendamos hacerlo frente al espejo antes de la conversación. Observemos nuestros gestos, que nos den seguridad, probemos diferentes frases y palabras... Busquemos la coherencia en todo momento».

Además, una vez se han definido los límites, Assor recomienda dejar claro que durante un tiempo, o toda la vida, esa persona no va a estar con nosotros: «Y lo mejor es borrarla de redes sociales. Hemos decidido que no está en nuestra vida, por lo tanto no ha de enterarse de qué hacemos o qué dejamos de hacer. cuanto menos información tenga mucho mejor».

El fin de una amistad

Al principio de esta nueva etapa nos encontraremos y sentiremos solos. De hecho, este es el principal motivo por el cual no se dejan las amistades tóxicas, porque no queremos sentir la soledad y alargamos las situaciones para no estar en ese punto. Por lo que lo primero que hay que hacer es entender que ese vacío es normal y que tendremos que pasar un pequeño duelo.

«Lidiar emocionalmente con el fin de una amistad implica tener sentimientos incómodos, es absurdo pensar lo contrario. Es lo normal y lo que toca. Reconocer los sentimientos incomodos y las emociones que van a ser negativas», aconseja.

Recuerda que las amistades han de aportarte cierto crecimiento personal y es fundamental buscar personas que nos hagan sentir como en casa. La sensación de «estar en casa» nos hará sentir que estamos en un lugar seguro y aumentará nuestra autoestima. «Si queremos dejar de tener relaciones que nos hacen sufrir, debemos romper el circuito neuroquímico que hemos estimulado de forma continua. Debemos romper con ese hábito para cambiar nuestra mente y dejar de estar atrapados en lo rutinario», dice la psicóloga Irene López Assor.

En cambio, cuando nos permitimos tener nuevos pensamientos, cambiando la mentalidad, alteramos el mensaje químico que recibe el cuerpo y modificaremos el comportamiento para vivir una nueva experiencia, nuevos círculos sociales, nuevos amigos, seremos capaces de generar un nuevo equilibrio químico para las células y nos permitirá evolucionar hacia una mejor versión de nosotros mismos sin necesidad de tener estas personas tóxicas a nuestro lado.

Explica Irene López Assor que los arraigos que tenemos desde pequeños, las costumbres y formas diferente de comportamientos, nos van a impulsar a las relaciones tóxicas. Si cuando somos pequeños, por ejemplo, hemos sentido que somos malos, que no sabemos hacer las cosas, estas etiquetas nos van a generar culpa, y en la edad adulta tendremos anclado ese pensamiento, y su neuroquímica correspondiente, por lo que buscaremos la forma de hacerlo realidad. Esto sería: «Si me junto con alguien tóxico voy a sentirme inferior y no sabré hacer las cosas», pero esto es fruto de una etiqueta aprendida y que le damos un valor absolutista porque es la única manera que conocemos para poder sobrevivir.

Si decidimos dar el paso de iniciar una terapia, hay que saber que rara vez se hace identificando directamente que nos encontramos ante una amistad tóxica. Lo más habitual es pedir ayuda para mejorar nuestra autoestima y que, durante el proceso, adquiramos conciencia sobre el tipo de relaciones que tenemos y cómo nos afectan: «Es entonces cuando, con las herramientas adecuadas y en función del momento en el que nos encontremos, valoraremos qué hacer con esa relación».

Si lo que hace que la relación sea tóxica es un malentendido, no ha habido suficiente comunicación o la calidad de la misma es deficiente, o ha surgido un conflicto que tiene solución, podemos intentar salvar el vínculo, según asegura. Sin embargo, si el trato que hemos recibido por parte de esa persona no es adecuado, nos ridiculiza en pública, ha hecho algo que nos ha decepcionado profundamente o cada vez que estamos con ella tenemos sentimientos de inferioridad o irritabilidad, deberemos plantearnos zanjar ese vínculo definitivamente.

Artículo solo para suscriptores

Accede sin límites al mejor periodismo

Tres meses 1 Al mes Sin permanencia Suscribirme ahora
Opción recomendada Un año al 50% Ahorra 60€ Descuento anual Suscribirme ahora

Ver comentarios