Día de la madre
«Sentirse juzgado por una madre cuestiona el autoconcepto, la autoestima y la confianza»
Lo expertos explican que si la transición hacia la adultez de la relación entre madre e hijo no se ha hecho desde el cariño y la comprensión, el vínculo se resiente y las partes se distancian
![Las 'Chicas Gilmore' son una de las relaciones madre-hija más famosas de la ficción](https://s1.abcstatics.com/media/bienestar/2021/05/02/gilmore-kcDE--1248x698@abc.jpg)
No todo el mundo tiene una relación tan buena con su madre como esa idílica dupla que formaban Lorelai y Rory en 'Las chicas Gilmore', y no todos tienen relaciones tan complicadas como la de Norman y Norma Bates. En general, la mayoría se ... mueven en una zona gris, con sus más y sus menos, y es con trabajo y cariño como van llegando a buen puerto, aunque de vez en cuando se desvíe el barco.
De niños, en la mayoría de los casos, todos tenemos una buena relación con nuestra madre y es en la adolescencia cuando aparecen las primeras desavenencias. «En la adolescencia surge el proceso de individuación que consiste en empezar a entender la identidad personal separada de la familia . Por ello, tendemos a hacer pequeñas rupturas en el vínculo con nuestra madre. Intentamos ser distintos, diferenciarnos de ella», explica Irene Lorza Gil, psicóloga en TherapyChat. Asimismo, apunta Sheila Estévez, psicóloga especialista en conflictos emocional que este momento de adolescencia es cuando cambia el vínculo materno: se pasa de una relación de niño y adulto a una relación de adulto a adulto. «Esto a menudo genera conflictos o cierta rebelión. Eso no quiere decir que dejemos de querer a nuestra madre; es un proceso normal, sano y muy necesario», recuerda Lorza Gil.
El siguiente paso natural, según se deja la adolescencia atrás, es la 'reconciliación' con las madres. Dice la psicóloga de TherapyChat que, es el momento en el que empezamos a reconciliarnos con nosotros mismos y con nuestra familia. «Empezamos a entender que nuestra madre es, como cualquier persona, alguien con sus defectos y sus virtudes. Y comenzamos a valorar el esfuerzo y la constancia que nuestra madre ha tenido con nosotros a lo largo de los años», dice.
Una relación de adulto a adulto
Una vez se consolida esa nueva relación, en la que se pasa a tener un vínculo entre dos adultos, llegan nuevos problemas, como puede ser la dificultad para expresar lo que se siente y el esfuerzo por entender al otro. Comenta Estévez que si la transición hacia la adultez de la relación no se ha hecho desde el cariño y la comprensión, el vínculo se resiente y las partes se distancian. «Si la figura materna sigue en el mismo papel cuidador y de autoridad, en lugar de pasar a tener un trato de adulto a adulto con los hijos, el vínculo queda obsoleto y luego vienen los problemas», asegura la profesional.
Además, hablamos de un vínculo relacional muy complejo. Tal como explica Lorza Gil, si el vínculo materno-filial se forma basado en el apoyo, la aceptación incondicional y el amor, la resolución de problemas no es tan compleja, pero no siempre es así. «A veces por condiciones y obstáculos de la vida, por dificultades personales propias o de nuestra madre, o por contextos familiares complejos, puede que ese vínculo no sea tan idílico y, en ese caso, es posible que nos suponga sufrimiento», comenta la profesional, que además añada que hay personas adultas que deciden romper ese vínculo con su madre y «es igualmente lícito si así lo consideran». También, añade Estévez que el vínculo madre-hijo suele ser un lugar en el que se forja una confianza y por eso, «sentirse juzgado por la madre cuestiona la propia seguridad y con ello el autoconcepto , la autoestima y la confianza en uno mismo».
Una cosa que suele 'dar rabia' es darse cuenta que uno cada vez se parece más a su madre . Ocurre que muchas veces se idealiza a la figura materna y, al crecer y verla con una mirada adulto, desaparece ese 'mito' que a veces se crea alrededor de la madre. «Los hijos adultos ganan en actitud crítica, y ven las cosas buenas y las no tan buenas en su madre, siendo muchas veces un reflejo de cosas a mejorar en si mismos», dice la psicóloga Sheila Estévez. Asegura Irene Lorza Gil que es muy habitual sorprendernos haciendo cosas que vimos en nuestras madres y que juramos que nunca repetiríamos.
Si sentimos que la relación con nuestra madre puede mejorar, esto siempre requiere un poco de esfuerzo (por ambas partes). La profesional de TherapyChat deja dos consejos: entender e interiorizar que nuestras madres son personas con defectos y virtudes , aceptando los primeros y reforzando las segundas. También, habla de la importancia de establecer límites con la figura materna, tanto físicos, como emocionales y de comunicación. Por su parte, Sheila Estévez recomienda, por un lado esforzarse por entender que una madre hace lo que considera mejor para el bienestar de sus hijos, aunque a veces no lo entendamos. Además, apunta la importancia de no permitirse caer en una regresión, ni aceptar un trato infantil, ya que será difícil esperar equidad si se retroalimenta un vínculo asimétrico.
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