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Así nos perjudica dejarnos caer en el sofá cada vez que nos sentamos

Un pequeño gesto cotidiano que esconde ciertos riesgos a largo plazo

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Adulto desplomado en el sofá de su casa tras un duro día en el centro comercial FOTO UNSPLASH
Alfonso M. Arce

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La información sobre ejercicio o actividad física se enfoca, principalmente, en analizar ejercicios más o menos efectivos para determinados objetivos, cómo evitar una lesión o los beneficios de seguir determinados hábitos saludables. Prestamos menos atención a cuestiones cotidianas que a largo plazo pueden hacernos mucho daño, una de ellas es esa manía de dejarse caer cada vez que nos sentamos en un sillón y que nos está acercando poco a poco a un punto de 'no retorno'.

¿Qué hay tras el gesto de dejarnos caer al sentarnos?

Ese punto de no retorno es una manera de referirnos a ese momento en el que una persona que está sentándose deja de hacer fuerza para desplomarse cómodamente cuando alcanza casi el final del recorrido. No debemos confundir esto con llegar un viernes a casa, lanzarnos al sofá y dejar bien claro que empieza el fin de semana y nos disponemos a descansar a pierna suelta. Hablamos de ese gesto que puedes detectar en alguna persona que conoces bien, el que muestra claramente que llegado un punto no son capaces de retener su peso y se abandonan sabiendo que hay un cojín detrás y no el vacío. Algo tan simple es un síntoma de una falta de fuerza muscular que poco a poco va a ir degenerando en un problema más grave. Hay dos grupos de población en las que se puede ver esta manera de sentarse:

Personas de avanzada edad. Suele ocurrir cuando tienen que sentarse en sillas de altura mediana a baja. La solución que da el mercado de los fabricantes de muebles es la de hacer sillas y sofás cada vez más altos, incluso hacen sillones eléctricos que incorporan un movimiento que ayuda a ponerse de pie. Estos artilugios facilitan tu vida, pero agravan el problema. A medida que envejecemos, perdemos agilidad y nuestros movimientos son más rígidos y lentos. Esto no afecta solo al rendimiento deportivo, hablamos de cosas tan simples como entrar y salir de la cama, sentarse y levantarse del asiento del inodoro, etc. Si la solución que aplicamos consiste en quedarnos inmóviles, pronto el cuerpo se adaptará a nuestras propias restricciones. Dejando que algunos músculos no trabajen en un rango de movimiento completo, poco a poco perderán tu capacidad de ejercer fuerza en dicho rango de movimiento. Este ciclo se retroalimenta de manera constante, ya que en cuanto el cuerpo detecte/sienta esa falta de fuerza evitará automáticamente esa posición y, poco a poco, dicha limitación irá aumentando, por esta razón los últimos grados de flexión antes de sentarnos son cruciales. Conviene detectar en qué punto esa persona mayor ya no puede sostener su peso al sentarse, incidir en esa posición hasta que sea capaz de aguantarla y entonces avanzar a una altura algo inferior. El trabajo isométrico puede ser una buena opción, si hacerlo en el aire resulta muy difícil siempre se pueden utilizar las sentadillas a la pared.

Personas con sobrepeso. Aquí puede que el problema sea más desafiante porque no solo se trata de fuerza muscular y equilibrio, sino también de la aparición muy rápida de la fatiga y dificultades derivadas de la compresión de las articulaciones. Con estas personas el momento de 'abandonarse' tiene un componente distinto, porque le estamos añadiendo muchos kilos extra a la ecuación, no es solo un problema que tenga que ver con un rango de movimiento, se necesita fuerza muscular suficiente para ser capaces de retener un peso muy elevado en una posición vulnerable. La sentadilla al cajón es un fantástico ejercicio para ir ganando esta fuerza muscular. Se puede comenzar con una caja o cajón relativamente alta e ir ganando profundidad poco a poco siendo siempre capaz de manejar su propio peso corporal.

¿Solo ocurre en la tercera edad y en personas con sobrepeso?

Estos son dos casos muy típicos en los que hay que tomar cartas en el asunto para que el problema no se haga más grave, pero no es nada raro ver a personas que 'se desploman' al sentarse sin tener ningún tipo de problema físico. Si esta costumbre no se corrige, tan solo es una cuestión de tiempo que ya no serás capaz de elegir cómo te sientas. La gravedad decidirá por ti. Lo que no se usa, se estropea o se atrofia, aunque necesite años para que lleguen sus consecuencias.

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