Diez claves para que este año tus propósitos saludables sí se cumplan
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La experiencia nos indica claramente que la mayoría de las buenas intenciones con las que se empieza el año no llegan a buen puerto. Una de las más típicas es la de intentar eliminar los excesos navideños y que, este año sí, al llegar el verano hayamos mejorado nuestra condición física y, por qué no decirlo, nuestro aspecto estético. No hay mucha novedad en este sentido y la información necesaria para que tu plan sea un éxito está al alcance de todo el mundo. Pero como hoy en día queremos las cosas breves y resumidas, este sería el decálogo fundamental para que este año sí sea el bueno:
Busca ayuda profesional
Aunque te pueda parecer caro, invertir en un profesional cualificado te va a ahorrar mucho, pero que mucho tiempo e incluso puede que algún disgusto. Empezar sin que te marquen un camino complica todo bastante. Escoge bien, quien prometa milagros no es de fiar.
No empieces 'a lo bestia'
Querer ganar tiempo al tiempo y darse las típicas panzadas de ejercicio al empezar. Normalmente esto no se puede mantener mucho tiempo y, además, tendrá como contrapartida que tu apetito tendrá unos picos a la altura de la paliza que te has metido en el cuerpo. Intentar controlar esta montaña rusa de respuestas físicas de tu organismo acaba mal.
No te obsesiones con sudar mucho haciendo 'cardio'
El trabajo cardiovascular no tiene nada de malo. Lo que está mal es que tengas la sensación de que saliendo con la ropa empapada de sudor has quemado todas las calorías del mundo. Haz entrenamiento de fuerza y, si te gustan las máquinas y no quieres hacer nada más, prueba a trabajar con intervalos de diferentes intensidades.
Ojo con las personas que te perjudican
Puede que tu grupo de amigos no conciba un plan de fin de semana que no sea digno de 'Resacón en Las Vegas', o que entre tus conocidos haya una persona destructiva que no hace más que despreciar tus objetivos. También puede darse el caso contrario, el del flipado o flipada de turno que te presiona intentando que hagas más, que comas mejor, que no es suficiente, que si te has pesado… Hay gente que no solo no aporta, sino que resta. A veces evitar a esta gente es tan simple como salir de un grupo de WhatsApp o dejar de seguir a alguien.
Debes tener claro qué estás buscando y si es posible conseguirlo
En muchas ocasiones tenemos claro la parte de nuestro cuerpo que no nos gusta, como si fuésemos un coche al que se le puede sustituir un trozo de carrocería por otra pieza nueva y reluciente. Tu cuerpo cambiará globalmente con el ejercicio y la dieta. Si solo buscas reducir 'cartucheras' o el típico michelín de la zona abdominal, igual lo consigues pero a costa de tener un aspecto tan delgado e insano que haya sido peor el remedio que la enfermedad.
No eches la culpa a tu genética
La genética determina el tamaño y estructura de tus músculos y huesos pero no es la encargada de tomar el control de tu actitud frente a un entrenamiento o el escaparate de una pastelería. Existen desórdenes genéticos que pueden ser un problema enorme tanto en la pérdida como en la ganancia de peso, por eso hay médicos y no todo se desenvuelve en el ámbito del gimnasio.
No te obsesiones con los kilos
Tu peso sufre oscilaciones constantes, no debes enloquecer todas las mañanas por los cambios en el número que aparece en la báscula. Además, los kilos por si solos no te están diciendo nada de tu composición corporal. Si quieres tener referencias reales de tus cambios físicos, mejor utilizar cinta de medir y ahora que el selfie está tan a mano, hazte fotos para poder comparar tus cambios estéticos en el tiempo.
Da por descontado que no será ni fácil y ni rápido
Poco importa si en la publicidad de este o aquel método de entrenamiento, o dieta milagro, se incluyen testimonios de clientes, o que un logo diga que está científicamente testado. Una transformación física sana lleva tiempo y esfuerzo. Si no lo asumes, empiezas mal y abandonarás.
No te compares con físicos ni marcas deportivas de profesionales
Es imposible ser copias exactas de nadie. Incluso si te fijas en la salida de una final de cien metros lisos verás que siendo todos fuertes hay diferencias físicas entre unos y otros y es normal, porque incluso con un mismo peso y un mismo porcentaje de grasa la estructura muscular de cada uno es diferente. Pero lo más importante de este punto no es tanto la estética sino el poner en perspectiva con lo que te estás comparando. El deporte profesional es otra realidad paralela, tenlo siempre en cuenta.
Lo sofisticado no necesariamente es mejor
Atender a muchas fuentes de información nos va a confundir mucho. Come bien. Haz pesos muertos, sentadillas, press de banca, press de hombro, dominadas… Hazlo con las cargas más pesadas que puedas mover de manera correcta y sal al campo a correr, pasear, nadar o montar en bici. Si es que no hace falta nada rarito.
Los filtros de las cámaras y aplicaciones modernas, las poses estudiadas, las fotos sacadas en un momento de máximo definición y un sinfín de trucos más acaban generando una percepción de la realidad que nos hace creer que un cuerpo asombrosamente perfecto es algo a nuestro alcance y no es así. Es más, el precio a pagar por ello hace que la mayoría entienda que no merece la pena o desista en el intento, pero hay mucho terreno intermedio entre la perfección y abandonarse. Mejor buscar el sobresaliente para quedarnos en el notable alto. Sigue siendo duro pero merece la pena.
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