Repollo

La berza o repollo es originario de los países costero del centro de Europa aunque actualmente puede encontrarse en todos los países. Pertenece a la familia de las Crucíferas y es una de las más populares de entre las 3.000 especies de coles que existen. Hay referencias de que los egipcios ya cultivaban los repollos en el año 2500 a.C. Aunque tengan fama de producir muchos gases, siglos después que los egipcios, los griegos y los romanos las consumían ya que consideraban que favorecían una buena digestión y, especialmente, le atribuían la capacidad de atenuar las consecuencias del consumo de alcohol.

Gracias a los intercambios comerciales de estas civilizaciones por el Mediterráneo, se extendió su cultivo por toda Europa y en la Edad Media se consolidó su consumo en toda Europa ya que se almacenan y transportan con facilidad.

Su importancia, igual que la del resto de las coles, reside en los compuestos de azufre que resultan un potente antioxidante y que ayudan a prevenir enfermedades. Son hortalizas compuestas mayoritariamente de agua muy ricas en minerales y vitaminas. Tras el agua, los hidratos de carbono y la fibra son los más abundantes. Al ser tan rico en agua, el repollo tiene muy bajo valor calórico.

Son ricos en potasio, calcio, magnesio cuidando el sistema nervioso y óseo, además colabora en mantener el equilibrio del agua dentro y fuera de la célula. También favorece el funcionamiento del intestino y la salud de los dientes o de los huesos. Además, tiene un ligero efecto laxante. El repollo es también una buena fuente de vitamina A, vitamina C y folatos aunque cocido pierde gran parte de sus vitaminas. Los folatos intervienen en la producción de glóbulos rojos y blancos y tanto la vitamina C como la E tienen acción antioxidante.