LIGA DE CAMPEONES / SEMIFINALES
Atlético-Chelsea: El muro de Mourinho sale indemne del Calderón
Partido ultradefensivo del Chelsea, que apenas dio opción al Atlético. Decidirá el partido del próximo miércoles en Londres

Atlético de Madrid y Chelsea dejaron el desenlace de las semifinales de la Liga de Campeones para el partido de Stamford Brigde. En un duelo en el que los rojiblancos fueron los únicos que buscaron el gol, ninguno de los dos perforó la portería contraria y será el encuentro del próximo miércoles el que decida el finalista. [ Estadísticas del Atlético-Chelsea ]
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Un trozo del muro de Adriano pudo verse en el Calderón como parte de una exposición temporal. A nadie le pilló por sorpresa, ni tampoco que el Atlético pasara las de Caín buscando en vano una grieta. Si hay un equipo que se siente más cómodo que el de Simeone defendiendo, ése es el Chelsea. El plan de Mourinho se ejecutó sin rubor alguno: prietas las filas y balonazo arriba por si Torres pescaba en río revuelto. Casi lo hizo cuando el duelo agonizaba, en una arrancada que fue parada en seco por Miranda, pero eso hubiera sido demasiado castigo para el único equipo que buscó de verdad desnivelar la contienda. Como en este deporte se gana porque se marcan goles y no por concurso de méritos, cualquier debate al respecto es estéril por mucho que se exaspere el público. [ Las mejores imágenes del Atlético-Chelsea ]
Una experiencia memorable
La emoción no faltó a pesar de la guerra de pizarras. La Champions es como una vieja novia redescubierta por el Atlético. Y eso que la vieja Copa de Europa nunca quiso demasiado a los rojiblancos; de hecho, en el mester de juglaría propio destaca la copla de una derrota de hace cuarenta años, frente al Bayern Múnich. Los que cuentan el relato de aquella final de Heysel (Bruselas) y sus oyentes (hermanos pequeños, hijos, nietos) coincidieron ayer en la grada del Calderón con sentimientos encontrados de incredulidad y euforia, aunque ninguno podrá negar que la experiencia merece la pena, porque este torneo es jamón ibérico. Lo mismo da el Milán, el Barça o el Chelsea: lo importante, se dicen, es el viaje, el mítico partido a partido de Simeone; la posibilidad de llegar a la estación término apenas se susurra, como si fuera el nombre del señor oscuro de un cuento para niños cuya mención lo gafaría todo. La grada fue una fiesta frente a los «blues» como lo viene siendo toda la temporada , la celebración de un solsticio de verano permanente a pesar de la propuesta hiperaburrida del conjunto londinense.
La hinchada podría acostumbrarse a esta vida, porque no hay otra mejor. A partidos contra el cargante Chelsea, nuevo rico que solo había ganado un campeonato hasta que en 2003 fue comprado por el magnate del petróleo Abramóvich . Ahora, sin embargo, parece que forma parte del mobiliario de la Champions desde siempre. A ello contribuye el título conseguido hace un par de años, pero también Mourinho (nunca hubo un «enemigo» mejor) y un puñado de jugadores resabiados que conocen su oficio. A ellos se agarró el técnico portugués de entrada, sembrando el centro del campo de plomo, con Lampard, Obi Mikel ( ambos se perderán el partido de vuelta por acumulación de tarjetas, igual que Gab i), David Luiz y Ramires, aunque alineó como punta de lanza a Torres poniéndole ante el brete de su vida: ahí tienes a tus amigos; ahora, mátalos. Primera vez que el Niño pisa el Manzanares desde que se fue hace siete años. Tuvo sus cánticos de bienvenida ... y, para compensar, Mourinho los suyos, menos cariñosos.
La gente se olvidó del técnico rival al comenzar el choque y, sin embargo, su presencia en el campo fue más evidente que nunca, pues los acontecimientos discurrieron según su libreto, con el Atlético estampado contra el muro, anulada su efervescencia del día del Barcelona. Un hecho inesperado pudo cambiar las cosas al cuarto de hora: lesión de Cech , que al evitar un gol olímpico se lastimó el hombro contra el poste. Su relevo por Schwarzer contrarió enormemente a Mourinho, pero su equipo no acusó el golpe y siguió con su blindaje incólume. Y Schwarzer, además, se mostró muy seguro en los balones por alto que llegaron a sus dominios. La prueba de la frustración de los locales es que intentaron el disparo lejano casi desde cualquier posición, chocando casi siempre con los defensores. Solo Mario logró arrancar un uy al respetable en la primera parte.
La segunda nació con un punto más de intensidad, subidos los jugadores del Atlético a la ola que crecía en el graderío, pero el recurso de los balones colgados al área resultó fácilmente descifrable para los centrales del Chelsea. Salió el añorado Arda por Diego Ribas, solo discreto en los 60 minutos que jugó. El turco aportó más picante pero, por si el duelo se les iba de las manos, los «blues» empezaron a desplomarse repentinamente, robando minutos al reloj. Los cabezazos de Arda y Raúl García fueron lo más potable en este tramo del encuentro. Al final, despedidos sus héroes con honores a pesar de tener la pólvora mojada, el público dedicó una ovación a Torres , que lo agradeció desde el centro del campo. Un idilio que no marchita. Ahora el muro se traslada a Londres, donde el Chelsea tendrá que marcar si quiere pasar... aunque sea en la tanda de penaltis.
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