CULTURAL MADRID 27-08-1993 página 27
- EdiciónCULTURAL, MADRID
- Página27
- Fecha de publicación27/08/1993
- ID0005412594
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ABC de las artes Madrid Dirk Marwig, un pintor inocente Galería Dionís Bennassar San Lorenzo, 15 Hasta el 4 de septiembre De 50.000 a 1.000.000 de ptas. L A inocencia no es un estado simplón, aparcado en un limbo cómodo. La inocencia es un estado vital, dinámico, positivo. El inocente tiene, efectivamente, mucho que aprender, pero tiene mucho tiempo por delante para conseguirlo, y su curiosidad es tan grande como su fantasía y su esperanza. Porque el inocente cree en la esperanza que hace infinito el tiempo de los relojes, cree en la fantasía que entra y sale por las puertas de lo inexplicable, natural o mágico. Y de este entrar y salir sale ileso, aunque experimentado, porque le protegen sus Impulsos, su continua sed que bebe los días, que comulga con el pan y el vino de la tierra. La inocencia no se expresa por medio de silogismos, lo hace a través de símbolos, de parábolas. Por eso los inocentes entienden los meandros del cuento, los senderos de la narración, lo escrito en los Obra de DIrk Marwig rastros del bosque, en una roca, en el vuelo de un pájaro. También comprenden el significado de los rostros humanos, de los cuerpos; lo que late en sus miembros, lo que muestra la voz, la bondad o la maldad de sus movimientos. Escribo todo esto porque Dirk Manwig es un inocente, es un pintor inocente. Marw ig es un alemán nacido en Bochum, en 1960, alto, muy alto, como un gigante de cuento, que trae de la mano a su esposa, hindú de origen, nacida en Calcuta, educada en Canadá- -símbolo de su fraternidad con el mundo- -hasta el desértico verano madrileño, para exponer sus últimos trabajos en una galería de ámbito y ambiente mediterráneos. Esto, estos detalles, que aparentemente no tienen relación con la pintura de Dirk Marwig, están estrechamente relacionados con ella, porque él alterna los formatos grandes con los mínimos, casi fragmentos: su tamaño, el ajeno; teje los colores lentamente sobre los soportes, como si se tratara de una tela de tipi de Dakota del Sur, un chai de Calcuta, una pared de Nueva York hambrienta de grafittis y sobre estos colores, sus personajes se escalonan en totems, se abigarran sobre una calle de tierra, o se aglomeran en las aceras esperando la orden de pasar. Y sus imágenes nacidas después de El Bosco, Paul Klee, Joan Miró, Manuel Mompó y Pablo Picasso, regresan a la inocencia, a la inocencia de Marwig, para tener dos, cuatro años, y enloquecer con una cordura insensata. Adolfo CASTAÑO Murcia En la exposición de París del 37 C UMPLIENDO con una de sus tareas, cual es divulgar y acercar al público de Murcia no sólo la labor creativa de detenninados artistas, sino también otros aspectos interesantes al nacimiento de las obras como ei contexto histórico en que surgen, o el marco en el que se exhiben, el Museo Ramón Gaya de Murcia ha programado la exposición Murcia en el Pabellón Español de la Exposición Internacional de París Como se desprende del título, la exposición está centrada fundamentalmente en la presencia murciana en París, presencia que ostentaban en el terreno de las artes plásticas los pintores Pedro Flores, Ramón Gaya, así como el peruano de nacimiento pero murciano de adopción Juan Bonafé. Junto a los originales de éstos (recientemente recuperados después de permanecer ocultos casi cincuenta años en el Palacio Nacional de Montjuic) se muestra también la maqueta del Pabellón Español realizada por José Luis Sert y Luis Lacasa. Con la perspectiva que nos da el paso del tiempo y un mejor conocimiento de sus anteriores y futuras trayectorias creativas, excepto el cuadro de Ramón Gaya Palabras a los muertos. Retrato de Juan Gil- Museo Ramón Gaya Casa Pajarea Hasta el 31 de agosto Albert obra de profunda inspiración y marcada atemporalidad, el resto de obras remitidas, incluidas dos más de este autor, y que ahora podemos contemplar, son poco significativas del quehacer de sus autores. Si de Ramón Gaya podemos decir que aún no había definido claramente su camino pictórico, no podríamos decir lo mismo de Pedro Flores, nacido en 1897, ni de Juan Bonafé que lo hacía en 1901. Por esas fechas, en cierta medida. eran pintores maduros, y estas pinturas, tenebrístas, con un marcado carácter propagandístico, nada representan, ni representarían, en la línea general de sus autores. Si de algo, pues, nos sirve la presente exposición, aparte de un interés historicista, es precisamente para mejor comprender el doble drama que. vivían los artistas de ese momento. Frente al propio drama personal que la guerra representaba, se unía el otro drama interno como creadores en un momento histórico donde lo que no fuese utilizable como propaganda política, poco menos que era considerado como una traición a la libertad. Juan BALLESTER 27 Espanto de Ramón Gaya