ABC SEVILLA 28-10-2001 página 3
- EdiciónABC, SEVILLA
- Página3
- Fecha de publicación28/10/2001
- ID0004092470
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EDITADO POR DIARIO A B C SOCIEDAD LIMITADA FUNDADO EN 1903 POR DON TORCUATO LUCA DE T E N A A B C DE SEVILLA. FUNDADO E N 1 9 2 9 POR DON JUAN IGNACIO L U C A DE T E N A Cualquier primer ministro británico habría hecho lo mismo UANDO Supermán, el héroe de cómic, volaba por los cielos los atónitos espectadores decían boquiabiertos: ¿Es un pájaro? ¿Es un avión? Cuando el primer ministro británico Tony Blair se trasladaba de Moscú a Islamabad, Omán y Washington, los demás líderes europeos decían boquiabiertos, aunque quizá con algo menos de admiración: ¿Qué pretende? o incluso ¿De qué va? Les parece que su papel destacado es difícil de entender é incluso un poco de mal gusto. Refunfuñan que Blair se porta como si Estados Unidos y Gran Bretaña fueran socios militares iguales en Afganistán. De hecho, la única contribución confirmada de Gran Bretaña hasta el momento ha sido el lanzamiento de un reducido número de misiles de crucero en la primera noche de acción contra los talibanes. Un diplomático francés comparó la alianza angloamericana con el paté de alondra. Se mezclan bien una alondra y un caballo, y luego se le llama paté de alondra Pero en cualquier caso, ¿por qué quiere Blair ser tan pro- americano? ¿Qué significa esto para la participación británica en Europa? se preguntan sus colegas. Para Blair ser primer ministro del Reino Unido es algo que ya no le llena lo suficiente. Domina el oficio y le exige ya muy poco esfuerzo. Domina completamente el campo de batalla político: sus adversarios han sufrido una implosión y los medios informativos se postran a sus pies. Las cuestiones que están enjuego en su remolino político son ciertamente serias, pero cualquiera es capaz de sentir cómo le sube la adrenalina con su programa de diálogos por todo el globo. En cualquier caso, lo que hay que hacer en casa es aburrido y complicado. El sistema de transportes se ha hundido, la seguridad social exige reformas valientes, y la educación británica sigue haciendo que fracasen muchos de nuestros niños. Durante sus primeros cuatro años Blair, a pesar de su enorme mayoría en el Parlamento, ha sido tímido a la hora de proponer soluciones a estos problemas de difícil arreglo. No es el primer líder que descubre que es mucho más fácil ser valiente en los asuntos exteriores que en la política interior. La crisis actual le ha ofrecido una oportunidad y él se ha aferrado a ella. Bush se ve obligado a quedarse en casa la mayor parte del tiempo. Chirac está atado de manos por el antiamericanismo francés. A Schróder le retienen los verdes de su coalición y la historia alemana. El primer ministro británico, en cambio, disfruta de un índice muy alto de aprobación en las encuestas de opinión, a pesar de alguna oposición vehemente entre los intelectuales metropolitanos. Tenemos que comprender que el 90 por ciento de lo que Blair ha dicho y hecho lo habría dicho y hecho cualquier primer ministro británico. Los británicos somos pro- americanos. C Creemos en la relación especial (a pesar de que los estadounidenses no lo hagan) Nosotros sentimos realmente que un ataque a un aliado de la OTAN es un ataque contra todos nosotros. Londres siente el dolor de Nueva York con la intuición de un hermano gemelo. Margaret Thathcher creó la plantilla de cómo debía actuar en tiempos de guerra un primer ministro británico moderno cuando, en contra de lo que se esperaba, se negó a soportar impávida la toma de las Malvinas por Argentina. Fue ella quien instó al presidente Bush Es mucho más fácil ser valiente en los asuntos exteriores que en la política interior padre a que arrebatase Kuwait de las manos de Sadam, con la famosa amonestación: No te me pongas a titubear ahora, George Ningún sucesor de Margaret Thatcher puede permitirse dar la impresión de demostrar menor firmeza de propósitos. Incluso nuestro anterior primer ministro John Major, que era de carácter apacible, se mostró fiero con Sadam y Milósevic. Por supuesto que ha habido otro primer ministro en nuestra mente, y probablemente también en la de Blair: Winston Churchill. El terrorismo supone una amenaza para la patria británica que las últimas guerras no supusieron. Sólo eso ya nos provoca una respuesta a lo Churchill. Los británicos hemos crecido aprendiendo los discursos de Churchill, con sus audaces advertencias de sacrificios futuros; y con las imágenes de aquel gran hombre durante el bombardeo de Londres, abriéndose camino entre las ruinas de los edificios más famosos de nuestra capital. Contamos con tener que pagar un precio por defender nuestra libertad. Algunos dirán que el papel activo de Blair en esta crisis convierte más aún a Londres en un objetivo de las represalias terroristas. Pero la mayoría diría- -y yo estaría de acuerdo- -que éste es, conscientemente o no, el idioma de la avenencia; y que nosotros somos de todas formas un objetivo porque nuestras libertades son ofensivas para los extremistas que atacaron Estados Unidos. El fantasma de otro primer ministro británico se ha aparecido (por lo menos en nuestros periódicos) En el siglo XLX, Wüliam Ewart Gladstone adoptó un tono de elevada moralidad en su campaña contra la matanza de armenios en el Imperio Otomano. Sus modales ponían enferma a la Reina Victoria y se quejó de que se dirigía a ella como si estuviera en un mitin. Blair, en cambio, se dirige a las cámaras de televisión con un rostro desfigurado unas ve- ces por la aflicción y otras por la determinación. Si esto es sinceridad, es sinceridad ensayada. Ha emprendido una misión gladstoniana para hacer del mundo un lugar mejor, acabando con el terrorismo y extendiendo la prosperidad desde las naciones más ricas. Personalmente opino que esta retórica exagerada es su característica menos atractiva. Algunos analistas han cuestionado la verosimilitud de estas ambiciones de altos vuelos que vienen de un hombre cuyo gobierno fracasó de forma incompetente para impedir que la fiebre añosa arrasara la agricultura británica. Lo que no impide que Blair vaya en serio. El Ejército británico luchará en Afganistán. Y lo que es más, yo diría que Gran Bretaña permanecerá todo el tiempo al lado de Estados Unidos. El presidente Bush y el primer ministro Blair declararon su intención de no combatir sólo contra Osama bin Laden y los talibanes, sino contra el terrorismo de todas partes, y contra todos los regímenes que lo apoyan. Otros países europeos tendrían problemas para apoyar un objetivo tan amplio. Y hay indicios de que al Ministerio de Asuntos Exteriores británico le gustaría dar marcha atrás. En cualquier caso, para poder mantener la coalición, Estados Unidos y Gran Bretaña se centran debidamente sólo en el objetivo inmediato de Afganistán. Pero mientras los trabajadores de correos mueren de ántrax en Washington, ¿es concebible que este conflicto pueda acabar dejando a Sadam libre de fabricar armas de destrucción masiva que pueden ser utilizadas contra nuestras ciudades? Los británicos nunca hemos olvidado que los estadounidenses lucharon con nosotros y por nosotros en la Segunda guerra mundial, y yo tengo la sensación de que los estadounidenses pueden contemplar nuestro apoyo hacia ellos ahora como otro de nuestros mejores momentos (por usar la frase de Churchill) ¿Qué dice esto de las relaciones de Gran Bretaña con Europa? Blair no ve contradicción en apoyar a Estados Unidos y a Europa al mismo tiempo. No percibe ninguna dificultad en montar dos caballos al mismo tiempo, y por tiempo indefinido. La capacidad militar británica ofrece a Blair el único campo en el que puede pretender liderar Europa. Él ha hecho que muchos de sus acuerdos con los aliados europeos estén encaminados a reforzar la identidad defensiva de Europa. Pero lo que este conflicto ha demostrado una vez más es que el problema no es la identidad. Lo que importa es la capacidad, y ningún país europeo es capaz de gran cosa sin Estados Unidos y esto no cambiará a no ser que gastemos más en defensa y consigamos más a cambio de nuestro dinero. No podemos seguir fabricando nuestros propios tanques y aviones en cada país, y en general nos iría mejor a todos si fabricásemos las armas en colaboración con Estados Unidos. M I C H A E L PORTILLO Ex ministro de Defensa del Reino Unido