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ABC SEVILLA 09-02-1989 página 43
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ABC SEVILLA 09-02-1989 página 43

  • EdiciónABC, SEVILLA
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EL AUTOR Y LA MARCHA (I) Los Font, una dinastía catalana que legó a Sevilla su himno de la Semana Santa Quinta Angustia la primera composición de l a saga Las marchas procesionales imprimen carácter a la Semana Santa sevillana. Entre los más destacados compositores, la dinastía de los Font tiene reservado un honor especial. Desde que llegó José Font y Marimont a Sevilla, él y sus sucesores compusieron importantes marchas, Amargura es, sin duda, la más popular, aunque no la única destacada. La marcha de procesión, que obviamente nace como consecuencia de la procesión, tiene sus orígenes en la segunda mitad del siglo XIX, aunque ya existía, desde el siglo XVIII, la música de capilla instrumental iniciada por ta hermandad sevillana del Silencio. Sus instrumentistas, músicos de a pie- -y nunca mejor dicho- fuéronse multiplicando tras la aparición de esas orquestas móviles que encuadraban las formaciones musicales que hoy se conocen como bandas de música, que tuvieron su sitio tras el paso, en tanto que la música de capilla iba incursa en el cuerpo de nazarenos, ante el mismo. Esta composición que prosigue invariable con el paso de los años. Un ejemplo tópico de las formaciones musicales de a pie, de la typical Spanish mandanga lo constituye la Banda La Sopa extinguida hace casi medio siglo y que, al frente de Marcelino Camacho- -nombre que a muchos lectores les sonará a reivindicaciones sociales- solía acudir al acto lúdico que seguía a la celebración de un sacramento, a Charanguear a cambio de su participación en el ágape. En sus comienzos, consistía en un plato de sopa, pero nunca participó en la Semana Santa. Tras este breve paréntesis, cuya reseña viene a cuento a título puramente anecdótico, cabe levantar banderas al viento en pro de las numerosas bandas de música que han proliferado con el paso de los años, ganando cotas de calidad y sensibilidad, y cuyas grabaciones, en muchos casos, se conocen en el mundo entero. Pero no cabe decir lo mismo de la proliferación de marchas que se viene acusando en los últimos años. Si bien los compositores coetáneos siguen poniendo su mirada reposada atenta a la partitura, naciendo, de este proceso de maestría y erudición, marchas alegres (dinámicas, alborozadas y- -si cabe- -costaleras) y marchas lentas- -fúnebres, solemnes, suaves- no ocurre lo mismo con ese abuso cascabelero tan extendido por parte de personas ajenas a la composición, estética y armonía, y que en algunos estrenos se ha dado ya el caso de abandonar la sala o tertulia anfítriona algunas personas. Auténticas caricaturas frente al buen gusto es lo que parece esta proliferación de raudas marchas nuevas, que da la impresión se componen en serie y contra reloj. Por ello, el panorama clásico de las marchas procesionales de estos extraños autores aflora, en los últimos años, con decaimiento e involución... Ello, obviamente, desvirtúa y cae en lo impropio, irreverente y escenas poco- -o nada- -serias, trasladado al pentagrama esta falta de vigilancia y de sentido común y musical, como si en esto cupiese todo tipo de licencias, expresivas como se quiere hacer ver; confundiéndose, en muchos casos, una marcha de o para cornetas con una marcha con cornetas... Aquello se reviste, lo otro se transforma. No se quiere decir con ello que no haya brillantes instrumentistas, compositores circunstanciales de calidad, que, desde luego, los hay, y muy buenos, que sentados ante el papel rayado hacen marchas prodigiosas e históricas. Tampoco al articulista trata de establecer actitud cismática ni poner el caso in limine litis -en el umbral del pleito- Sólo pretende establecer perfección ambiental, sin que, necesariamente, tenga que aparecer siempre taumaturgia. Por otra parte, entre los compositores que aquí se citan, todos con gran bagaje, hubo uno- -que por pura ética no se cita- -que incomprensiblemente puso de moda comenzar la interpretación a paso dé levanta y o chicote cortando la pieza musical- -a veces antes de los cinco compases- -cuando el paso se detenía, y comenzando, de nuevo, tras la consiguiente levanta sin percatarse que ello no sólo va en detrimento de los oídos más sensibles, que contemplan y viven fervor y arte, sino también del propio lucimiento de la cofradía en la calle. Y sin más preámbulos, comienza el desfile de compositores que, de forma habitual y continuada, han dedicado, y dedican, buena parte de su vida a la creación de composiciones, fúnebres o alegres, y que han pene- Font y Marimont asesoró a Gómez Zarzuela en la instrumentación de Virgen d e l Valle trado, sin proponérselo, en la historia musical y cofradiera de Sevilla. Como colofón, cabría apostillar, para los más susceptibles, que el silencio, obviamente, resulta tan armónico y exultante como el acorde de una formación musical incursa en el cuerpo procesionario. L a dinastía de los Font: José Font y Marimont El más veterano de la dinastía de los Font, de origen catalán, nació en 1840 en Puigcerdá, en una familia de raigambre netamente intelectual. A muy temprana edad ingresa en el Ejército donde, aún joven, ganó una plaza como músico mayor- -lo que hoy se conoce como director de Músicas Militares- -vinculándose pronto a las raíces populares andaluzas tras su destino en Málaga, que le llenó de satisfacción. De esta plaza procedía cuando llegó a Sevilla para hacerse cargo de la dirección de la Banda de Música del Regimiento de Infantería- -la que todo el mundo conoce como la Banda de Soria- hasta su retiro; permaneciendo hasta su muerte, en 1898. Su carácter y su composición, plenamente definitoria del sentir cofradiero de la tierra, se dieron la mano fundando toda una saga y estilo de pioneros de esa influencia sevillana, que tanto prestigio le brindó. Prueba de ello lo demuestra su primera marcha fúnebre, Quinta Angustia, de lentos y aunados compases, estrenada en 1891; componiendo más tarde Sagrada Lanzada y Carretería. Como compositor de prestigio, en la historiografía sevillana de finales del siglo XIX, apoyó y orientó a Vicente Gómez- Zarzuela y Pérez, un músico autodidacta; pero brillante protagonista de esa antepenúltima época dorada- -cuya equivalencia en términos literarios la definiría como noventayochista que dedicó a su hermandad, la del Valle, toda una Pasa a la Pág. siguiente C Font y Marimont Manuel Font de Anta José Font de Anta José Font y Marimont fue el precursor de esta popular dinastía de músicos. Manuel Font de Anta, pese a su alejamiento de Sevilla, ha sido tal vez el más popular. Su hermano José Font de Anta, fallecido el pasado diciembre, ha sido uno de los más destacados compositores cofradieros.

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