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ABC SEVILLA 13-07-1985 página 3
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ABC SEVILLA 13-07-1985 página 3

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EDÍTADQ PRENSA SOCIEDAD 13 JULIO POR ANONTMA 19 8 S ESPAÑOLA, FUNDADO ABC REDACCIÓN, ADMINIS- TRACIÓN Y T A L L E R E S C A R D E N A L ILUNDAIN, 9 S E V I L L A EN 1905 POR DON TORCUATO LUCA DE TENA nos, sobre todo en el admirable siglo XVIII. Las obras de Jorge Juan y Antonio de Ulloa, de Alejandro de Humboldt, de Mutis, incluso de Lucas Alamán, son enormemente reveladoras y la inmensa mayoría de los hombres actuales las desconocen. Esta Exposición sevillana podría ser la ocasión de que millones de personas contemplaran porciones decisivas de la pintura española y americana. Es conocida la fascinación que ejercen esas grandes exposiciones pictóricas. Sevilla podría partir de dos grandes maestros allí tan bien representados: Murillo y Zurbarán. Pero sería una revelación la pintura, tan deficientemente conocida, del siglo XIX y del XX. Enrique Lafuente Ferrari podría ser el orientador. Y esto se contemplaría con una amplia muestra de la Escuela C u z q u e ñ a algo asombroso, que llenó tres siglos de Virreinato y que en Europa se desconoce hasta el punto de que ni siquiera se sospecha su volumen e importancia. Y los libros, en dos dimensiones distintas. Por una parte, habría que recurrir a las bibliotecas españolas e hispanoamericanas, y más aún a las de los Estados Unídos (Biblioteca del Congreso, de Washington; John Cárter Brown, de Brown University; Lilly, de Indiana University, y la de la Universidad de Texas, en Austin) para hacer una exposición adecuada de los libros de los siglos XVI a XVIII impresos en América. Por otra parte, se deberían exhibir y vender libros actuales de autores españoles e hispanoamericanos, publicados en ambos hemisferios, difíciles de conocer y adquirir fuera de sus países. Y revistas, periódicos, reseñas de colaboradores de un continente en el otro, prueba de la comunidad lingüística y cultural. Todo ello, por supuesto, con inclusión del Brasil, formado en parte esencial cuando sus reyes fueron los mismos de España, Felipe II a Felipe IV, entre 1580 y 1640. Y la Exposición debería cuidar igualmente la presentación de los Estados Unidos y el Canadá, pues se conmemora el descubrimiento efe América, es decir, de toda América. Ello sin contar con que España tuvo una participación que se tiende a olvidar en la exploración de esos territorios, llenos de fundaciones españolas, de huellas en la toponimia, de minorías hispánicas, con amplia difusión de la lengua española. Y no hay que decir que esa Exposición debería mostrar principalmente la realidad actual de nuestros pueblos: su magnitud, sus productos naturales o industriales, su desarrollo urbano, sus índices de nivel cultural, la universalidad de la lengua. Los visitantes europeos podrían contrastar así sus ideas previas, por lo general insuficientes, cuando no deformadas. Y, por tratarse de una Exposición universal, los países ajenos a España y América deberían concurrir con sus productos, para hacer posible un gran encuentro sin exclusivismo. Lo que la Exposición deberá hacer visible es Medio milenio del mundo unido o, si se prefiere. El descubrimiento español de 1492 y la integración del mundo. ALTAN sólo siete años para que se cumplan cinco siglos del descubrimiento de América, es decir, de la integración del mundo. En 1492, por una acción histórica de España difícil de comprender, sobre la cual acaso no se ha reflexionado bastante, empezó a haber, en sentido estricto, historia universal, Y esto, es decir, la universalidad, es una dimensión decisiva de eso que nos disponemos a conmemorar en su quinto centenario. Parece que una de las piezas capitales de esa celebración será una Exposición Universal en Sevilla. Se ha hablado mucho de ella; tengo la impresión de que todavía no se ha pensado demasiado- n a d a se ahorra y escatima tanto en nuestra época como el p e n s a m i e n t o- Recuerdo que hace unos meses reflexionó Fernando Chueca, desde su perspectiva de arquitecto y urbanista, sobre el dónde posible de esa Exposición, sobre las exigencias físicas que la condicionan. No sé si sus ideas han sido adecuadamente atendidas, confirmadas o contrastadas. Un paso más sería preguntarse por el contenido de esa futura Exposición. Esta cuestión se articula en dos preguntas inseparables. ¿Qué se puede exponer? ¿Cómo se puede exponer? Porque no se trata de hablar, comentar, razonar, sino de mostrar algo que pueda verse (y secundariamente presentarse a los demás sentidos, para ser finalmente comprendido) El Quinto Centenario compromete a presentar la realidad hispánica de medio milenio. Lo primero seria mostrar el orden de magnitud de la Monarquía española, incomparable con otras naciones europeas. Ni los extranjeros ni los españoles ni los habitantes de la América hispánica tienen clara conciencia de ello. ¡Qué sorpresa, qué verdadero descubrimiento sería para ellos ver mapas, planos, maquetas de ciudades, gráficos de los territorios y sus articulaciones: Virreinatos, Capitanías Generales, Audiencias! Y todo ello lleno de contenido visible: monumentos, millares de monumentos; imprentas en que se publicaban, apenas terminada la conquista, libros en español, en latín, en nahuatlo o en otras lenguas americanas; centros de enseñanza, Universidades desde 1551; obras de arte, centenares de miles de pinturas o esculturas, para no hablar de las artes decorativas. Y habría que mostrar el ámbito total de las exploraciones españolas en el Atlántico y el Pacífico, incluidos los lugares que no quedaron incorporados a la Monarquía española, porque se trata del Descubrimiento y no sólo de la formación de una comunidad política, que reclama tratamiento independiente. Imagino la sacudida que para nuestros contemporáneos tendría la visión de lo que fueron las comunicaciones oceánicas entre España y todos los puntos de América, y desde ésta, a través del Pacífico, hasta las Filipinas, y la vuelta al mundo de Elcano en 1522, treinta años justos después del primer viaje de Colón, cincuenta y ocho antes de la segunda circunnavegación, la de Drake. Y paralelamente sería menester hacer visible la formación de países con fusión de sangre y culturas, con mestizaje, no sólo F UNA EXPOSICIÓN DE MEDIO MILENIO biológico, sino también histórico; no territorios indígenas administrados por españoles, ni tampoco países formados por españoles trasplantados, sino pueblos complejos, creadores desde esa misma complejidad, constituidos por las poblaciones originarias con un injerto español. Sería iluminador ver la transformación de los estilos arquitectónicos y artísticos; comparar el plateresco o el barroco de España con los que florecen en los países de América, variantes originales de ios estilos europeos al trasladarse al Nuevo Mundo. Y esto sería un solo ejemplo del trasiego de productos: plantas, animales, técnicas; habría que ver la transformación de Europa por las aportaciones americanas, desde la alimentación en adelante; y la de América por lo que los españoles llevaron a ella, desde el caballo y la rueda hasta la lengua y el cristianismo, hasta crear una de las tres o cuatro mayores comunidades lingüísticas del mundo y la mayor comunidad cristiana. Se podría mostrar de un modo intuitivo uno de los rasgos característicos de la relación entre la España europea y las ultramarinas: el no enriquecimiento de la primera con el oro y la plata de las segundas. Imagino una amplia serie de fotografías que presentan la modestia, lindante con la pobreza, de las ciudades españolas, desde el siglo XVI ai XVIII, contrastada con la opulencia de otras ciudades de Francia, Italia, Holanda, Alemania, Inglaterra; se vería cómo España usó la riqueza de ¡as Indias para las empresas que le parecían necesarias, contra sus intereses particulares. Y habría que mostrar la personalidad de los diversos países americanos, con sus instituciones, sus cortes virreinales, su desarrollo urbano, artístico, cultural, de formas de convivencia, en un inmenso continente en que nunca hubo guarniciones españolas. Un continente del cual salían para establecerse en España, como españoles sin más, hombres como el inca Garcilaso de la Vega o Juan Ruiz de Alarcón o Pablo de Olavide. Y como se trata de lo que empezó con el Descubrimiento, es decir, de la totalidad de ese medio milenio, aparte de la conquista y la primera colonización sería menester mostrar la madurez de los países america- Durante n ooes en o Julián MARÍAS ee la Real Academia Española f

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