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ABC SEVILLA 23-05-1980 página 3
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ABC SEVILLA 23-05-1980 página 3

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EDITADO PRENSA SOCIEDAD M D POR ANÓNIMA R I D ESPAÑOLA, FUNDADO EN 1905 POR DON TORCUATO LUCA DE TENA A B C e. s independiente en su linea de pensamiento, y no acepta necesariamente como suyas las ideas vertidas en los artículos firmados ABC REDACCIÓN, ADMINIS- TRACIÓN Y TALLERES: CARDENAL ILUNDAIN, 9 SE V 1 L LA UESTRO siglo, en lo que ya lleva andado- -y, por lo que parece, en lo que le queda por recorrer- podría definirse, entre otros signos caracterizadores, por su disposición para ia protesta y la rebeldía. Un estallido de tensiones, largamente contenidas o disimuladas, ha convulsionado la Tierra. Explosiones surgidas aquí y allá hacían casi inmediato acto de presencia en los más distantes puntos del globo. El pasmoso crecimiento de la intercomunicación ayudaba a derribar los muros de los compartimentos estancos. Y es que cada día va siendo más difícil, para todos los humanos, que no nos sean comunes angustias y esperanzas. Resulta sintomático que para hablar de la mujer en este tiempo hayamos de comenzar por referirnos a la rebeldía. Efectivamente, la mujer- -c o n una generalización poco concreta- -se ha aprestado a romper los encuadramientos, bien diferentes en sus severidades y laxitudes, que los sistemas y hábitos de las últimas centurias le habían impuesto, a través de innumerables vicisitudes. La crónica de esta rebelión es todavía bastante incompleta y pródiga en imprecisiones y lagunas. Cosa natural si se piensa que, en no pocos aspectos, nos encontramos en plena acometida y que entre las indiscutibles razones que se esgrimen no faltan las salpicaduras- -por parte y parte- -de ia incomprensión y la demagogia. Hace ya muchos años, algunos escritores- -d e los que se envolvían en. prosopopeyas de pensadores sociológicos- -solían referirse a la batalla de los sexos con tonos entre folletinescos y adoctrinantes. Existían ya por entonces, cuando los encorsetamientos de la era victoriana amparaban fariseísmos y afectaciones, quienes dedicaron sus afanes a la empresa nobilísima de liberar a la mujer. Aunque la distancia- -pese a historiadores y ensayistas concienzudos- -cubra con ideas convencionales nuestra visión de la época, lo cierto es que los fermentos del feminismo a la manera que se ha llegado a entender durante un siglo, habían emprendido su acción sobre las urdimbres de la sociedad victoriana La aguda percepción de Julián Marías- -tan sagaz y polivalente- -le ha llevado a fijar en aquellas fechas el arranque de su libro L a mujer en el siglo X X un estudio ambicioso y abarcador, con planteamientos cuya sinceridad y coraje especulativos constituyen inteligentes espolazos para la polémica. E! movimiento de las sufragistas inglesas, proyectado al beligerante activismo por los años de la titulada belle époque se canalizó entre las fronteras de la mística y lo mítico. Los nombres de las Pankhurst, Walker, Wolstenholme. Richardson, etc. saltaron a ia Prensa, empujados por el escándalo de la agitación y la algarada. E ¡de Emily Davidson quedaría en la historia, al arrojarse a los pies de los caballos durante una carrera en el hipódromo N MARÍAS Y LA MUJER doctrinal, más allá de los esquemas igualitarios, con todos los avances y adaptaciode Epsom. en el día del Derby. El holones que se quieran. A partir de los ataques causto había tenido por espectadores y vejámenes a la sociedad machista e! desde el rey Jorge V a una multitud en suspotencial revolucionario del pensamiento femenino se mostraba multiplicado de penso por el horror. Emily cumplía su desestímulos y tentaciones. La mujer, plantada tino de morir por la causa. La gran manifesen el centro de nuestra sociedad, con sus tación del entierro, a cuyo frente una joven complejidades de acción y renovación, a caballo, ataviada de Juana de Arco, propuede constituirse en el tema más sugeclamaba las glorias ancestrales de las razorente para un pensador del calado de Junes de la mujer, se convertiría en la pública lián Marías. A diferencia de otras etapas consagración del movimiento sufragista históricas, uno de los meridianos de preoPero por debajo de las airadas reclamacupación y creación de este tiempo ciones por ¡a igualdad de derechos civiles- -desde lo cultural hasta lo social y psicoló- ¡qué brumosas y legendarias aparecen gico- -es el que se establece sobre las deahora aquellas contiendas, cuando una finiciones y respuestas que proponen los e n é r g i c a d a m a p r e s i d e el G o b i e r n o problemas de la mujer. inglés! lo que se iba consolidando era Que esos problemas están saturados de una distinta conciencia de la mujer y de su agujas y exigencias anda por los predios función y encuadramiento en la sociedad. de lo evidente. Uno de ellos- -y no de los Esta nueva sensibilidad, en sus orígenes, menos arduos- -es el que se deriva de la desarrollo y situación, histórica, es lo que le categórica erotización del siglo XX. Marías, importa a Marías. Por supuesto que ia conabundando en distingos y precisiones, resolidación de esta actitud de la mujer no es gistra la influencia de las tesis de Freud- -y un fenómeno inédito e imprevisible. La im- de las exageradas por sus discípulos- -en el haber cultural y sensible del hombre de plantación de una serie de ideas acerca de lo que es el hombre y cómo debiera ser la hoy. La puntualización es una de las virtudes que caracterizan la voluntad de pensar sociedad en la que vive, forzosameníe del autor de Antropología metafísica había de influir en el discernimiento y la libro clave en la historia moderna de la culconducta de la mujer frente a los nuevos tura española. No en balde Julián Marías supuestos y asentimientos sociales. ha definido la filosofía como la visión resClaro que las posturas adoptadas, en ponsable función de un difuso y progresivo sentiAtento a esta responsabilidad de sus opimiento femenino de rebeldía, distaban niones ha repetido, a lo largo de La mujer mucho de ser uniformes. El objetivo, sin en el siglo X X lo que ha supuesto, en el embargo, parecía ser sustancialmente idéncorrer de ese lapso, el cambio decisivo tico: la equiparación al varón. Así enunocasionado en la mentalidad de la mujer y ciado, el propósito diríase no tener vuelta en sus consiguientes posturas sociales, por de hoja ni demasiada dificultad en ser al- el fenómeno de a disociación entre la sexualidad y la reproducción Sus análisis canzado. Las finalidades de las sufragissobre este punto se tornan capitales para tas inglesas, por muchas objeciones y recomprender cuál ha de ser el entendis i s t e n c i a s que e n c o n t r a r a n e n s u s miento contemporáneo de la condición fecomienzos, no ofrecían horizontes excesimenina. vamente tupidos. Cuestión de tiempo y de Marías recoge, lógica y agudamente, el una inteligente explotación de las circunsdebatido proceso de nivelación entre el tancias. hombre y la mujer acontecido en nuestra Pero el feminismo militante, abastecido época. El circunstancialismo -según el por las teorías y posibilidades de una descubrimiento orteguiano- -de la mujer de época culturalmente abierta, estaba ya co- hoy la hace, en lo que cabe, más personal locándose, en el orden que llamaremos y socialmente dueña de sus destinos. Las consecuencias de estos estilos de comportamiento los explica Marías con toda claridad cuando escribe: El hombre necesita a la mujer para ser hombre: y la mujer necesita al hombre para ser mujer. ¡Irrebatible propuesta! ¿Y el amor? La cuestión se escapa por bien cercada que se ia tenga. La dificultad del amor está en que exige lo perfecto. Una alta exigencia, una ambición sin límites decía Rilke de él. Acaso pensando de modo parecido, pero con otros pudores, Colette- -una mujer de este siglo- -pudo decir: El amor no es un sentimiento honorable. ¡Quizá por pedir lo sublime! LOS SÁBADOS años en ABC José María ALFARO

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