ABC SEVILLA 10-08-1958 página 5
- EdiciónABC, SEVILLA
- Página5
- Fecha de publicación10/08/1958
- ID0002779407
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CUANDO EL JUCAR DE TOROS E Despeftapcrros hacia 1 Bur estan las ti. rraa que muchos consideraron como cuna de l a afición por la lidia de las reses bravas. S i n embargo, en o i r á s reglones españolan el toreo, Juego del valor con la muerte, se practicó cerno una especie de rito, en el que la Juventud se ofrendaba en aras del valor, como m a n i f e s t a c i ó n de una raza de luchadores, y del arte, como e x p r e s i ó n de una acusada sensibilidad por la bel 1 7 Por el territorio castellano de l a Cuenca medieval, según relatos contenidos e n curiosos documentos de l a época, las corridas de toros d i Jaron memoria, unas veces por sus trágicas Incidencias v otraa por l a originalidad con que se realizaron. Q u i sa en muy pocas reglones e s p a ñ o l a s haya existido, de tan antiguo, una p a s i ó n tan inconvenible por los festejos taurinos como l a que se a p o d e r ó de los conquenses a l i a por e l siglo X V I cuando los bravos toros q u í pastaban por los plcaohos de la s e r r a n í a eran lidiados con singular arrojo por diestros, bien conocidos a t r a v é s de su valor y de su habilidad. Se guarda especial memoria de una, corrida en l a que se dieron cita las figuras mas destacadas de la época, porque e n aquel festejo, que habla despertado u n gran Interés, u n solo toro de los que hablan de s: r lidiados m a t ó a seis de los diestros que Intervenían en el festejo. A n t e las proporciones adquiridas por la tragedla, el Cabildo se vló en l a necesidad de prohibir la celebración de corridas, exhibiendo como suprema r a z ó n para implantar t a l medida u n a serle de tt. nzos que r e p r o d u c í a n las Impresionantes cogidas de aquellos mozos que dejaron su vida en las astas de u n toro, cuyo poder y fiereza se forjó e n l a dura y abrupta s e r r a n í a conquense. Pero esta prohibición, pese a l a fuerza del Cabildo, no sirvió de mucho, y asf, sin dar mayor Importancia a l a orden n i a los lienzos recargados de perfiles trágicos, los conquenses prosiguieron con sus aflcion s taurinas y las multitudes, a p o y á n d o l a s con su presencia, sobre todo cuando en las corridas tomaban parte nombres rodeados de leyendas creadas por l a f a n t a s í a popular. jsf- p FUE UNA PLAZA D C o n el tiempo, las aficiones taurinas, sin dejar de perder su predilección por el valor, fueron evolucionando h a c i a el logro de u n a mayor belleza no só o en l a a c t u a c i ó n da aquellos originales toreros, sino e n el escenario para l a celebración de las corridas. A s i cuando S u Majestad el R e y Felipe I V a n u n c i ó su visita a Cuenca, uno de los principales actos de los muchos que se organizaron en su honor fué la celebración d una c o r r i d a de toros sobre las aguas del rio J ú c a r Los gancheros condujeron, aguas abajo, y hasta el lugar elegido para levantar la plaza, recios troncos de pinos, que fueron colocados sobre la corriente y mas tarde revestidos de anchoa tablones para formar la tarima que habla de ser el redondel. Las vallas tras las que se h a bla de proteger l a multitud se completar í a n en e l momento d ¿l a corrida con soldados provistos de pica para Impedir que lo loros pudlesm salir d l rio. en donde barcas engalanadas vigilarían t a m b i é n p a r a que desde ellas se alanceasen a los toros que trataran d escapar por e l agua. La ciudad h e r v í a de entusiasmo. Impresionada por la brillantez del cortejo que a c o m p a ñ a b a al R e y y por las calles de su zona antigua, a p i ñ a d a s en torno a la Catedral y a los vlejcs palacios, desfilaban comparsas exteriorizando su Júbilo. Luego todos sus habitantes y gentes de otras r e g i ó n bien de m a ñ a n a fueron situándose por l a hoz del J ú c a r ladera que desde las mismas aguas del río v a extendiéndose hasta coronarse con los e d i ficios de l a ciudad- D: sde las alturas de l a Iglesia de S a n Miguel hasta el arco de la Puerta de S a n J u a n higar en donde el rio deja y a de lamer los cimientos de las murallas para alejarse e n busca del mar, l a m u l t i t u d componía u n cuadro de singular colorido, cuando el Rey. acompañ a d o por el conde- duque de Olivares y los duques de Archot y Veragua y damas principales de la Corte, ascendió a l palco regio para presenciar e l festejo. Esto suofdta e n los primeros díaa de Junio del ano 1642. fechas en que destacaba u n torero llamado Jullanlllo apuesto mozo que en esa corrida tuvo una singular actuación, colocando banderillas a los toros que hubo de adiar entre las aguas del rio, pese a que no sabia nadar. E n sa plaza, él y sus companeros acreditaban t a m b i é n su habilidad en todas las suertes, muchas de las cuales t e n í a n que c o n tinuar en pleno rio cuando los toros lograban escapar y zambullirse en su corriente. T a n viva fué l a complacencia del Rey don Felipe I V que e n c a r g ó a un dis- cípulo de VelAzquez pbirmasc en un lienzo U n b í l l o festejo, a l que sirvieron de escenario el rio y los bastidores lmprealonantes de las rocas, a una de lea cuales estuvo adosado el palco de S u M a jestad. Curante m u o ñ o tiempo se h a b l ó de esta corrida sobre el agua. Los ecos del leatejo se desgranaron posteriormente e n multitud de comentarlos, en algunos de los cuales se aseguraba que el conde- duque de Olivares habla decidido proteger a Jullanlllo y que éste se casara con una bella dama de la Corte que presenció e l festejo; y hasta u n periódico m a drileño, el Semanario Erudito tras de recoger la llegada del monarca, reprod u c í a e l comentario popular que habla escuchado, según el cual, y por haberse Incorporado muchos oficiales zapateros a las tropas del Rey. los zapatos hablan llegado a valer 14 reales el par. M a r t i n A L V A R E Z CHTR V E C H E 3 (Ilustración de OofU. 1- -J