ABC SEVILLA 06-05-1942 página 3
- EdiciónABC, SEVILLA
- Página3
- Fecha de publicación06/05/1942
- ID0002661533
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DIARIO ILUSTRADO D E I N F O R M A CIÓN GENERAL. 25 C É N T I M O S LA x barco, en circunstancias anormales, ono el mundo sabe en qué consiste. la ha de preocuparse del sostenimiento congelación de créditos. Usted tieequitativo de su tripulación. E l capine un crédito de equis pesetas en un t á n dicta órdenes para un racionamiento. H a y que distribuir, haciéndoles durar el mayor país determinado y, en cuanto el ambiente intiempo posible, los alimentos y el agua. Pero ternacional se enturbia un poco? las autoridades conforme el tiempo va pasando la escasez va de ese- país cogen su crédito y l o meten en sometiendo a todos a un hambre compartida. la cámara frigorífica. Allí permanece un año, ¿Cuánto se t a r d a r á en encontrar tierra fir- dos años o todos los años que dure el turme? T a l os la incógnita. -Mas en tanto Lega bión y cuando el ambiente se aclara, pueden este momento salvador, ¿qué hubiese sido m á s devolvérselo a usted o pueden retenérselo, conveniente, el que se salvasen unos cuantos pero esto ya es indiferente. Dado el trastorno, a costa- del sacrificio de. los. demás, o el que en efecto, que durante una crisis tan prolonpereciese todos en virtud de la obligada dis- gada tienen que haber sufrido todos los vatribución insuficiente? L a ley de la oferta y lores, si le devuelven a usted su crédito será la demanda, aplicada a aquellos productos in- en el estado de esos pollos que sometidos eludibles para v i v i r plantea este problema con más tiempo del debido a una temperatura caracteres verdaderamente- terribles. E n las extremadamente baja para evitar que se cosociedades primitivas era el m á s fuerte, en. rrompan, van primero acartonándose, luego las sociedades de nuestro tiempo es el más petrificándose y, a- la larga, m á s que pollos de rico. L a vida, lo que es esencial para la vida frigorífico parecen fósiles de glaciar. se constituye en objeto cíe subasta. Hay Esto es lo ue pasa con la congelación de quien dé m á s? Y lo que se subasta es ¡o ineludible para vivir. Nunca el juego de la l i- los créditos, y la congelación de las modas bre concurrencia resulta tan cruel y tan i n- que acaba de decretar icn. los Estados Unidos justo como en los momentos de escasez. L a el IVor Praduction Board es algo muy sesuprema fórmula de civilización nos l a da la mejante. Se entiende por congelación de las ley de naufragio. Los primeros en salvarse modas o de la- moda la prohibición, de todo son- los más débiles, las mujeres y los niños, cambio, alteración o innovación en la induPero tales prácticas, que elevan al hombre a mentaria femenina a fin de que ninguna prenuna categoría superior, no suelen realizarse da en buen uso llegue a quedarse anticuada en l a vida de los pueblos. Se d i r á que coger de la noche a la mañana y al objeto de que un tranvía tiene menos trascendencia que nau- las mujeres puedan seguir arreglándose mienfragar, pero, con todo, el asalto de la plata- tras dure la guerra con los guardarropas de forma de un t r a n v í a nos da la más pobre im- que disponen ahora. Y a se sabe lo que ocurre presión de los hombres. E n este caso es la en tiempoá normales. U n d í a una señora se fuerza, y. aun los primeros que ganaron un lu- echa a. la calle en una ciudad cualquiera gar ¡para el viaje han e sufrir la violencia llevando a guisa de sombrero una cacerola d de los últimos. Diríase que la vida moderna de aluminio y, si esta innovación tiene é x i se mueve en un régimen de apreturas. Y sin. to- -lo que no sería nada de e x t r a ñ a r dada embargo, hay reglas humanas para los casos su propia incongruencia- -al día siguiente no graves cíe la vida. L a guerra, por ejemplo, hay señora en toda la ciudad que 6 e atreva busca l a justicia en compartir el riesgo, y ésta a comparecer en público sin haberse pro- vises Ja única fórmula que puede justificar al to a su vez de una cacerolita análoga. De la hombre; el compartir- al riesgo. Que no se ciudad en cuestión, la moda de las cacerolas diga que es justo que. mueran veinte millones pasa luego a otra, de ésta salta después a para que vivan cuatro. Esta fórmula sería ad- una tercera y así sucesivamente. Resultado: misible si los cuatro millones que se salva- que una enorme cantidad de sombreros fesen fuesen, como en los naufragios, los m á s meninos, en cuya adquisicion. se h a b r á n indébiles, pero la realidad nos dice que los que vertido sumas fabulosas, quedan prácticamense salvan son los que pueden poí- sus medios te anulados con gran trastorno, tanto de la numerosos hogares, hacer- frente a la carestía. Compartir la es- economía domestica casez, he aquí la única fórmula posible para como de la economía general en toda la naque el sacrificio sea realmente humano. Y de ción, y que el aluminio, metal tan necesario este hecho se deduce que- el comercio de lo para la guerra se vueívc cada vez m á s escaso, Prodncúon necesario, de lo imprescindible para vivir, es por eso es por lo que el War una función brutal en los momentos de esca- Board ha resucito congelar la moda femesez. Ello equivale a negociar con el hambre. nina cogiendo todos los modelos actuales y N o es una cuestión de tener o de no tener, poniéndolos en conserva para evitar que susino de vivir. N o cabe mantener la tesis i n- fran la menor alteración mientras duren estas circunstancias. Blusas y zapatos, faldas y moral de que sobrevivan los más ricos, t A d e m á s tal sistema, en plazo no lejano, sombreros, abrigos y vestidos, ropa interior traería también la muerte de los poderosos. y ropa exterior, todo se irá congelando en Pues si los que trabajan decaen en su esfuer- los Estados Unidos poco a poco y la señora zo hasta morir, ¿qué suerte correrán los que que, no queriendo vestirse de frigorífico, salno trabajan? E n buena justicia y en buena ga a la calle con alguna prenda más o menos utilidad, los privilegiados en los momentos de original, tendrá que entendérselas con- Wáshsescasez debieran s e r los que realizan mayor ington y pagar una multa que la quitará todo esfuerzo de trabajo; es decir, los que produ- deseo de volver a las andadas. cen m á s Esto al menos podría remediar el N o esperen ustedes, por ¡o tanto, señoras mal. con un aumento de producción. -mías, ninguna innovación vestimentaria por e! correo de América, y no hagan c- 1 menor Se impone, pues, en las circunstancias gra- esfuerzo para adquirir los figurines que se ves por que atraviesan los pueblos, -un sacri- publicar; allá. L a moda americana, por raficio en! a distribución de las cosas vitales por zones dignas de todo respeto, se ha congelaparte de los rico? -Y éstos deben hacerlo, do o está en vías de congelación y. en lo susí no por razoRes de índole mora! por propia conveniencia. Que r. o llegue un día en que- el cesivo, tendrán, ustedes que arreglárselas sin último puñado de trigo se lo coma el rev Midas. ella. U E S C A S E Z C O M- LA PARTIDA ABC T DIARIO I L U S T R A DO D E INFORMACIÓN GENERAL. 25 C E N T I M O S J é g LA HORA MÍNIMA CONGELACIÓN D E I T T IEEE un sol vivo la antigua y tierna LA M O D A I- -I mirada de este mínimo anciano. Se X JL ha quebrado mi paso al llegar a la plazoleta pequeña- y humilde del pueblo, y he mirado con detenimiento y amor la ancha y desnuda soledad que la envuelve. Nada turba el grato silencio. Juegan, en ronda graciosa, los niños, y lejos cruza, rápido, el tren menudo, concreto, que todas las tardes pasa hacia Sevilla. Aquí se recuerdan las quietas y remansadas lecturas del maestro A z o r i n o las cuidadas alegorías de M i r ó Dios ha concentrado la vida en los ojos antiguos, celestes, y mansos de este mínimo, -enternecido anciano, para abrirle una honda y clara perspectiva interior. Sus manos son como dura corteza de panes, y están cruzadas de una última sangre que despide su hálito. Y o recuerdo- al verlo los versos de tonada con que Antonio Machado elogiaba el sol del invierno: U n viej. eeillo dice, para su capa vieja: ¡E l so esta hermosura de sol! Los niños juegan. 011 i Qué veía hacia dentro, hacia la penumbra de su alma donde flotan, gozosos, sus recuerdos? Y a l a mirada es como un zumo, de uvas cortadas con regocijo. Y las manos se cruzan en el desnudo y seco cayado para apoyar su paso, lento y torpe, otra vez de niño, como al principio de sus días. S i p u diera ahondarse en el corazón del anciano, se hallaría todo trémulo, en su hora inicia! como si aun fuese tierra intacta, cielo alto y despejado. Sus palabras son tiernas, dulces, sosegadas. L a vida m a d u r ó en su espíritu tan clara y crudamente, que ya el paisaje se ha cerrado y no hay novedad que sorprenda a sus ojos. Y a no tiene prisa ni busca en las cosas su ángulo difícil. Todo es orden, medida, serenidad. Y sin embargo, es ahora cuando todo se cierra y se despide de su ánimo. ¿D ó n d e está el secreto y la paz? ¿D ó n d e el goce de irse acabando? Los años han derramado en su mirada ún agua de renunciación y de lucha. Tiemblan en su trente las últimas luces y, a poco, el sol ya es frío y travesía de pájaros. L a espadaña de la iglesia- -en su. altar mayor, de flor de tela y cirio de oro, tal vez celebró sus bodas- -se alza en el aire del pueblo con igual certidumbre de años arriba. E s l a mano que señala la temporalidad de todo. E s p a d a ñ a que hiere, grávida y fina a un tiempo, tantos atardeceres en que él iría, calle adentro, plaza arriba, en ronda de madrugada, en canción de fidelidad a la novia... ¡Q u é serena mansedumbre vive aquí en esta piel que deshace, los a ñ o s! ¡Q u é lección, concreta, profunda, verdadera, l a que dan estos ojos, cuando se alzan, gozosos, como uvas antiguas, al cielo de. la tarde de campo! líi sol, esta hermosura de sol... 1 FRANCISCO D E COSSIO IULIO C A M B A Se queda mi corazón tranquilo, viéndolo. Puedo gozar la redonda claridad del llano y me figuro que va mi alma rozándole l a tierra a los alcores distantes. Comprendo ahora que todo el secreto consiste en madurar las horas, llevándolas, con alegría, al reposo en que nacen las ternuras. Sólo así es posible triunfar de tanto cerco como las. cosas ponen a nuestro espíritu. Serenamente: con el sosiego que l a luz ha dado a esta tierna y. antigua mirada del anciano mínimo, que pa sea. entre cánticos de niños, aquí, en este campo azul, que cruza, hiriéndolo, el tren menudo y concreto (pie pasa hacia Sevilla. FRANCISCO M O N T E R O G A L V A C H E