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ABC MADRID 19-10-2020 página 76
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ABC MADRID 19-10-2020 página 76

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david alandete Corresponsal en washington El pasado 6 de octubre, Melania Trump hizo algo que ninguna primera dama había hecho antes: le leyó públicamente la cartilla a su marido vía comunicado oficial. Justo el día en que Donald Trump armó uno de sus mayores espectáculos hasta la fecha, pidiendo el alta voluntaria del hospital y volviendo en helicóptero a la Casa Blanca aun siendo positivo de coronavirus, su mujer emitió una detalladísima relación de las medidas que ella ha tomado para prevenir contagios entre su equipo que era en realidad toda una lista de cosas que el presidente se había negado a hacer en sus dominios hasta la fecha. No es fácil de percibir, pero lo cierto es que hay toda una guerra de los Trump entre las dos alas de la Casa Blanca: la Oeste, donde están los despachos del presidente y su equipo, y la Este, donde trabajan la primera dama y sus colaboradores. Un ejemplo es que hasta la semana crítica del contagio de la pareja, el equipo de ella ya trabajaba de forma remota, pero el Ala Oeste parecía un mercado, repleta de empleados y visitantes sin máscaras y sin distancia de seguridad. Muy prudente Cuando su prueba dio positivo el 1 de octubre, Melania Trump, que ya de por sí es muy reservada, tomó una ruta radicalmente diferente a la de su marido. Mientras el presidente se iba solo al hospital, se tomaba fotos, grababa vídeos, salía de paseo en coche y regresaba para quitarse la mascarilla y dar discursos, ella se retiró a sus aposentos en la residencia de la Casa Blanca y todavía no ha salido de allí. A diferencia de su marido, la primera dama ha querido dejar claro que ella ha tomado todas las medidas de seguridad necesarias y más para prevenir el contagio, de ahí el comunicado del 6 de octubre. "La salud y seguridad del personal que trabaja en la residencia es de suma importancia para la familia del presidente", escribió Melania Trump. "Tras los resultados positivos recientes del presidente y la primera dama, el personal usa equipo de protección personal completo y continúa tomando todas las precauciones necesarias", añadió. Mientras, el presidente todavía se niega a llevar máscaras, ha viajado en coche y helicóptero con agentes del Servicio Secreto siendo contagioso, y ha llegado a decir que contraer el virus ha sido "toda una bendición inesperada". El resultado es que en el Ala Oeste, donde trabaja el presidente, ha habido un foco con una veintena de infectados, y en la del Este, que está cerrada a cal y canto, ninguno que se sepa. Tampoco ha habido registro de nuevos casos en la residencia, que es el edificio principal, con las columnatas blancas que aparece en todas las fotos y postales. El miércoles, la primera dama, que le ha cogido gusto al género epistolar, volvió a pronunciarse por escrito, en un blog en el que confesó su terror tras contraer el virus y enterarse, algo que no se sabía, que su hijo Barron, de 14 años, lo tenía también. Luego le dedicaba un mensaje a los políticos en general que bien podía entenderse como un pellizco más en esta extraña guerra de los Trump: "Estamos en tiempos sin precedentes, y con las elecciones acercándose rápidamente, ha sido fácil quedar atrapado en tanta energía negativa". Grabaciones secretas Se entiende la frustración de la primera dama con la política norteamericana. Justo el mismo día que dio positivo en coronavirus, la cadena CNN había emitido unas grabaciones secretas que le había hecho en secreto una examiga y excolaboradora, Stephanie Winston Wolkoff, que acaba de publicar un escandaloso y traicionero libro sobre ella. En esas cintas de la CNN, a Melania Trump se le oían lindezas como "a quién coño le importa" la Navidad, pero lo realmente jugoso era un repudio integral de su marido. "Todos dicen que soy como él", se lamentaba en un momento, como si eso fuera para ella una insoportable injuria. Las cintas de la traición hubieran sido una tormenta de primera magnitud en Washington si no hubiera sido por que se las tragó en cuestión de horas el huracán informativo del coronavirus de Trump y su mujer. Desde entonces, las cintas han quedado en un discreto segundo plano, algo que parece ya de hace mil años. Eso sí, aprovechando la confusión, la primera dama ha logrado que la fiscalía denuncie a la autora de las grabaciones por revelación de secretos, pidiendo al juez que embargue los beneficios por la venta del libro de marras. El mensaje es claro: con Melania Trump no juega nadie, ni siquiera su marido. Coronavirus en la Casa Blanca La primera dama se recluyó en sus aposentos, sin ayudantes ni contacto con su marido. Tomó todas las precauciones Cuarentena dispar Melania, en el debate de Cleveland. Arriba, el presidente, de paseo en coche cerca del hospital reuters afp El estricto aislamiento de Melania frente al "show" de Donald Trump

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