Archivo ABC
ArchivoHemeroteca
ABC MADRID 27-01-2015 página 52
ABC MADRID 27-01-2015 página 52
52/80
Ir a detalle de periódico

ABC MADRID 27-01-2015 página 52

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página52
Más información

Descripción

52 CULTURA MARTES, 27 DE ENERO DE 2015 abc. es cultura ABC Mauthausen, el holocausto español Un libro recuerda a los miles de compatriotas recluidos en el campo de exterminio nazi MANUEL DE LA FUENTE MADRID José Alcubierre, Carlos Hernández de Miguel (autor del libro, en el centro) y Siegfried Meir. Abajo, dibujo del prisionero español Manuel Alfonso Ortells Sobre la bandera republicana que durante media vida ha llevado en la solapa todavía sopla el viento. En sus ojos, aún queda la humedad de aquellas lágrimas de tantas noches sin cenar, de tantas noches sin dormir, de tantas noches oyendo y soportando los gritos de sus compañeros. Los gritos de espanto y de dolor, las voces ahogadas de los que al día siguiente tal vez cogerían el último tren, el tren que acababa parando en una siniestra estación llamada Ciclón- B. Bajo las gotas gélidas de otra madrugada (otra más, y cuántas iban, quién lo sabe si no fuera por Celestino, que lleva la cuenta apuntando sobre un viejo papel con la sangre que se hace cada noche con un cristal) Aquellas madrugadas, mientras el viento de terror no dejaba de soplar sobre el Viejo, Viejísimo Continente. Nevaba en Europa, y nevó durante más de cuatro años en su corazón, y en el de sus compañeros que ya no volverían por la noche a dormir al barracón: asesinados por un kapo (vade retro, peste traidora) mordidos por un dóberman, pateados por unas botas de caña. Azotados con una fusta curtida con piel de judío, una fusta aria y nibelunga. ¿Olvidados? José Alcubierre decidió que él no iba a olvidar Y no lo ha hecho. Llegó a Mauthausen a los catorce años en un tren procedente de Angulema: maridos, esposas y niños republicanos. Con los ojos acuosos (llorando en varias ocasiones) José, Pepe, no tenía inconveniente en recordar ayer ante la prensa sus espantos durante la presentación del libro Los últimos españoles de Mauthausen. La historia de nuestros deportados, sus verdugos y sus cómplices (Ed. B) de Carlos Hernández de Miguel. Pepe, vigilado (ojala todas las vigilancias fueran así, verdad, compañero) de cerca por su esposa (sobrecogida aún más que él mismo) rememora aquel trayecto espantoso atravesando las ruinas de Europa desde Francia hasta Mauthausen, en Austria, miles de kilómetros camino de la muerte. José Alcubierre, que consiguió con paciencia y valor extremo, jugándose la vida cada noche, ir sacando fotos del campo que luego serían utilizadas como pruebas en el Juicio de Nüremberg, recuerda que los españoles sabíamos más que nadie en Mauthausen y rememora que no, a mí no me tatuaron el número Y subraya que nuestros compatriotas fueron mejor tratados que el resto de prisioneros (los que sobrevivieron, claro) porque ya teníamos experiencia y les éramos útiles a ISABEL PERMUY Nueve mil prisioneros, cinco mil muertos, tres mil supervivientes Según el libro de Carlos Hernández de Miguel, periodista experto y curtido también en terribles conflictos, como Irak, Afganistán o Kosovo, en total fueron 9.328 españoles los que pasaron por los campos de exterminio, de los que 5.185 murieron, 3.809 sobrevivieron y 334 figuran como desaparecidos. La mayoría de estos deportados, 7.532 hombres, mujeres y niños, estuvieron recluidos en el campo de Mauthausen, donde murieron 4.816. Los campos de Dachau, Buchenwald y Ravensbrük también recibieron a un importante número de deportados. los nazis Y también se emociona (aún más) al pensar en La 9 qué pena, casi nadie lo sabe de la División Leclerc, que fueron los primeros en liberar París el 25 de agosto de 1944. Recuerda y recuerda, abatido: Eran tres aragoneses, dos de Teruel y un baturro. Los mataron a golpes. Uno era mi padre Y llora. Y lloramos. te, íntimo de Moustaki, que vive en Ibiza, donde triunfó en los negocios todo aquello es como un agujero negro. Solo sé que le debo la vida a aquel español, Saturnino Navaso, al que fui confiado. Era futbolista, y le ayudaba con masajes, con sus botas iba con él por el campo como un perrillo. Nos hicimos Un alemán de Ibiza Carlos Hernández de Miguel es sobrino de un deportado, Antonio Hernández Marín, y ha entrevistado a dieciocho supervivientes españoles y al judío alemán (de Fráncfort, llegó a Mauthausen con once años, proveniente de Auschwitz, huérfano) Siegfried Meir, cuya responsabilidad fue encargada a un prisionero español, Saturnino Navaso. Siegfried es de los que prefiere no recordar nada. Para mí dice este rubicundo hombre con coleta, excantan- José Alcubierre Los tres eran aragoneses. Dos de Teruel y uno baturro. Los mataron a golpes. Uno era mi padre Siegfried Meir En los campos no había solidaridad, cada uno iba a lo suyo. Jamás se lo he contado a mis hijas inseparables Antes de pasar por Mauthausen, en Auschwitz aquel niño se hizo hombre de repente, con el olor a carne quemada oliéndose en kilómetros y kilómetros a la redonda y descubrió que Dios no existía, como decía mi padre ¿Que si aprendí algo? se interroga con lágrimas en los ojos: Sí, que en los campos no había ninguna solidaridad, cada uno iba a lo suyo. A mis hijas no les he hablado de esto Obviados en España (en Francia cobran pensiones, incluidos nuestros paisanos) Pepe y Siegfried tienen dos visiones distintas sobre aquel terrible pasado, pero la misma sensación gélida en el cuerpo, haber sobrevivido al espanto. Si los olvidamos, habrán muerto para siempre. Yo no puedo olvidarlo. No lo olvidéis vosotros. Aún se me pone un nudo en la garganta se despide Pepe. Y un nudo en la garganta me hace sobrecogerme cuando nos abrazamos.

Te puede interesar

Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.