ABC MADRID 29-11-2000 página 13
- EdiciónABC, MADRID
- Página13
- Fecha de publicación29/11/2000
- ID0002257678
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ABC MIÉRCOLES 29- 11- 2000 OPINIÓN 13 BREVERIA Lionel Jospin y Win Kok El valor de la vida Dos proyectos de ley, uno en Francia y otro en Holanda, constituyen dos nuevas agresiones al valor de la vida, ya que entrañan su consideración como algo relativo y disponible para la investigación científica o para el arbitrio de las personas. Un anteproyecto de ley sobre bioética, presentado en el Parlamento francés, autoriza la utilización de embriones humanos para la investigación científica en dos ámbitos: las técnicas de reproducción asistida y el descubrimiento de nuevos métodos terapéuticos. Quedaría prohibida, en cualquier caso, la clonación de embriones humanos. En Holanda, el Congreso ha aprobado un proyecto de ley que autoriza la eutanasia y que sólo depende de la ratiñcación en el Senado para su entrada en vigor. El texto establece algimas garantías como la obligación del médico de informar al paciente, la irreversibüidad de la enfermedad, la solicitud del paciente a partir de los dieciséis años y un segundo dictamen médico que confirme la irreversi, büidad. Se trata de dos medidas legislativas que establecen la licitud de las manipulaciones de los embriones humanos con fines terapéuticos y la consideración de la libre disponibüidad del derecho a la vida por parte de sus titulares. En el caso de la eutanasia, además de esta libre disponibilidad, se da ima modiñcación de la concepción tradicional de los fines esenciales de las profesiones médicas. Por eso es inexacto que la eutanasia sea vma cuestión que afecte exclusivamente a la conciencia de la persona que decide quitarse la vida. La manipulación de embriones y la licitud de la eutanasia entrañan vma devaluación del valor de la vida humana, que atenta contra la dignidad de la persona. Lo que es fin se convierte en medio o instrumento. Resulta alarmante que en el seno de la civilización eiiropea se consumen estos atentados legales, que no legítiñaos, contra un valor fundamental en el que se sustentan los demás. Difícil resultará defender los derechos humanos y oponerse a sus violaciones cuando se conculca legalmente el más básico de todos elos. El mundo de los valores, al revés. L canciller alemán dice que ya es hora de ponerse a pensar en ima Constitución europea, pero los ingleses no quieren ni oír hablar de un asunto con el que no van a ganar nada, por muy interesante que resulte la propuesta para alemanes, españoles y franceses. Los ingleses carecen, en efecto, de Constitución, pero esta circunstancia nunca les ha impedido expandir el fútbol, circular por la izquierda o conservar Gibraltar. Esperar de m ciudadano inglés que Ueve anotados en un papel los derechos y los deberes que su natural sentido constitucional le dicta es lo mismo que esperar de im delantero centro manchesteriano que salte a rematar im córner con el reglamento comentado de don Pedro Escartín bajo el brazo. Las Constituciones están para quienes, careciendo del sentido constitucional, necesitan imponer algún sentido. En ese sentido, la Constitución americana, que es la abuela de las Constituciones, ñie el fruto de ima transacción entre la realidad y los ideales. En cambio, xma Constitución europea sólo puede ser hoy el fruto de una transacción entre el orden alemán, el enredo español y el chovinismo francés, es decfr, una Constitución redactada en francés por políticos españoles para guardias alemanes. Los españoles nos hemos pasado la vida redactando Constituciones, asi que, si vamos de veras hacia una Constitución europea, tampoco hay que ser un gran aprensivo para figurársela escrita. Quienes tenemos acreditada la solvencia que supone meter diecisiete autonomías en un solo título constitucional, ¿vamos a refroceder ante la diñcultad de encerrar a quince países en E IGNACIO RUiZ QUINTANO El francés- trampa Las Constituciones están para quienes, careciendo del sentido constitucional, necesitan imponer algún sentido im huevo de boa? Lo demás es fransacción, fransacción y fransacción. La izquierda, por ejemplo, podría hacer suya la famosa enmienda repubhcana del socialista Araquistáin, y proclamar que Europa es im continente de trabajadores concepto, por cierto, que siempre dejaría abierta a la derecha la posibilidad de desmontar constitucionalmente, a fin de no restarle a ningún pensionista un átomo de nacionalidad- -es decir, de droit de cité el andamio de eso que en lenguaje periodístico se conoce como Estado de bienestar A cambio, todos los políticos deberían intentar persuadimos de que los particularismos forman la nueva riqueza espfritual de Europa. En francés, naturalmente, porque, si apostamos por la fransacción, qué menos que los franceses pusieran la lengua, una vez que los españoles hubieran puesto las ideas. Incluso Madariaga, qué hablaba cinco lenguas, reconoció que elfrancéshabía sido siempre nuesfro puente con el exterior, que de ahí venía, precisamente, lo de llamar Charlot a Chaplin, en vez de Charlie O Carlitos. Todos nuesfros aislamientos han tenido la misma causa: la imposibilidad endémica de aprender francés en España. ¿Cómo hacen en esos países, donde los chicos que cursan idiomas terminan por poder expresarse en ellos? se preguntaba hace siete décadas Femández- Flórez, que culpaba de la situación a una enseñanza que, como tantos ofros progresos nuesfros, está más en el papel, en las leyes, en los reglamentos, que en la realidad. La realidad era que los profesores españoles, obligados a inventar el francés que enseñaban, cuando tenían que revelar el subjimtivo del verbo comer, escribían en la pizarra: Que je comise, que tu comises, qu il comise Los alumnos, que no suelen acordarse bien de lo que estudian, deformaban a su vez las deformaciones lingüísticas del profesor, y así acababa por nacer una jerga exfraña: elfrancés- frampa. Y un día, por culpa de la enseñanza irregular del francés, en cualquier Instituto provinciano, surgirá en tal o cual parte un dialecto incognoscible, que establecerá un hecho diferencial En seguida, la bandera, el himno, el nosofros solos y el derecho a gastar alegremente los cuartos de la comunidad. Total, diecisiete Autonomías. Un señor que ignora el francés explica una lengua a sus alumnos. ¿Qué lengua? El francés no, desde luego. Pero así era en el Instituto de La Coruña con la Regencia, en el San Isidro de Madrid con la República y en el Oríes de la Dehesa de la Villa con la Dictadura. Y si ya no es así, es gracias a la nueva Ley de Calidad de la Enseñanza, que ante la imposibilidad de que los españoles terminen hablando, aunque sea mal, alguna lengua, propia o ajena, viva o muerta, apuesta a la integración de los inmigrantes en la escuela.