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ABC MADRID 22-07-2000 página 80
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80 SÁBADO 22- 7- 2000 ABC gente de verano Los clásicos de ABC La importancia artística del cinematógrafo Ramón Gómez de la Serna Publicado el 12 de diciembre de ir- T. 1928 P ara mí el cine es una fusión de todas las artes, siendo además un absorbedor de la Geografía y de la Historia. ¡Qué diferente visión del cine a través de los años! Me acuerdo que de muy niño asistí a las primeras sesiones de cinematógrafo que se verificaron en la glorieta de Bübao, en un teatriUo en que poco antes se habían celebrado funciones de drama populachero, tales como los Siete niños de Écija. Aquel animatógrafo que los más entendidos llamaban vidaograf no encontraba sitio brillante de exhibición y hasta había pasado como número impar de los circos, por ese rincón de sus programas en que debutan las cosas singulares e incomprensibles. ¿Quién iba a pensar que aquello había de perturbar el teatro y la vida, aderezsmdo de bombillas las grandes vías? Parecía que los propios niños lo consideraban como un juguete que quedaría detrás de ellos en cuanto fuesen adolescentes. La postal cinematográfica vibraba todas las tardes, sin adqxürir la proporción de su mérito en las mentes. ¡Inolvidables sesiones del Ideal Polistüo, todos con unos abanicos como esos que hoy se utilizan para matar las moscas, cohonestando la pereza ticteante de la película con aquel abanicar las miradas con el varillaje cimbreante! Parecía que mirábamos el espectáculo como unos hipócritas, por entre celosías polidígitas. ¡Qué emoción la de las locomotoras avanzando! Era lo que más chocaba, y todas las filas de butacas se iban hacia detrás atropelladas por la película. Evoco todo esto para que no seamos tan remisos ante el cine hablado. Yo creo que ese cine último que viene, y porque le veo completarse por la palabra, creo que se puede esperar mucho de él. Lo de ahora es sólo un amanecer con luces clarísimas, pero las primeras. Yo veo un cine cuya dirección ya no estará en manos de industriales accioneros o técnicos, sino en manos febriles de inspiración. Sólo en la colaboración de los creadores de espíritu está el éxito de las grandes empresas y su duración extramomentánea. Estuvo bien que los barmen despachasen las primeras películas, porque con su interferencia descompusieron lo que hubiera llevado el arte oficial y enranciado a la pantalla. Ya no vendrán los anticuados artistas a mandar en ese nuevo escenario; pero tienen que venir los artistas creadores, hay que dejarlo en sus manos, debe llegar ya investido de suprema autoridad el literato con su literatura invisible, es decir, no amanerada. ¡No pensemos en que se apoderen del cine los literatoides que harían efectiva mermelada de esas cajas redondas y grandes en que se encierran las películas y ya de por sí evocan cajas de dulzonas jaleas! La mampara esmerilada va a ser rota y van a ser desposeídos de su mando en el cine esos desocupados sin vocación que entraron en él sólo porque era ima cosa que ofrecía porvenir, pero que no han tenido ni los temblores ni la alta tensión creacionista del ahna posesa del poeta que ahora va a tocar el pito genial. Hay que exterminar mucha cursilería sentimental en el cine. El cine es sólo un nuevo avatar del Arte eterno, que se diversifica para mejor conquistar a las multitudes, más ansiosas de novedad tictUeante que nunca: es la nueva máscara del Arte, su nueva rebeldía, su mayor extensión, pues ha hecho añicos y ha vencido las últimas imidades del teatro, sus fatales sedentarismos, sus planos inmóviles.

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