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ABC MADRID 08-12-1999 página 13
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ABC MADRID 08-12-1999 página 13

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC MIÉRCOLES 8- 12- 99 13 BREVERIA Iñaki Anasagasti Contra e hombre La declaración del presidente del Gobierno, dura y contundente contra el PNV, reclamaba de este partido una respuesta política, Anasagasti, un nacionalista que tiene que mantener diñcües equilibrios en Madrid extendiendo árnica sobre los excesos verbales de los ArzaUuz y Egibar, volvió a equivocarse. Los actuales dirigentes del PNV se han caracterizado por la descalificación ad hominem cuando, por incapacidad o por ignorancia, no saben contestar de manera coherente. Aludir a la famüia de Aznar- a su abuelo y a su padre- y falsear la trayectoria personal del jefe del Gobierno es un recurso deleznable y pobre. Genera, además, el rechazo incluso de los que pudieran discrepar del inquüino de La Moncloa. Anasagasti no acierta en las réplicas. Busca el bulto, la personalización del ataque, herir la fibra íntima y más desguarnecida del adversario. Todo un estüo en los actuales dirigentes del PNV que vuelven a las coartadas históricas para combatir un discurso presidencial de calado político sustantivo. Piensan que tumbar al hombre es tumbar una tesis; que agredir con nombre y apellidos; acobarda y advierte a los demás; que ampararse en el sufrimiento colectivo de los españoles, franquistas o republicanos, durante la guerra civü, acompleja a la derecha y lanza una admonición a la izquierda que respira por los complejos de una clandestinidad que no fueron los peneuvistas los que más sufrieron. Es la historia de siempre y acredita que el mensaje de Aznar ha dado en la diana, aUí donde debía impactar, justo en el concepto de la libertad y de los valores de la convivencia que los nacionalistas relativizan en aras de una patria que jamás lo será si es la que quiere ETA, Banda sinónimo de una tragedia que Aznar denimció en nombre de la inmensa mayoría. 5) 6 9 (U fS o S í B o ceue ooic? A U S O Ü 6 vy. Va AL oTíao Ut o Dex- IVIMOS, o morimos, en un duerna, pero, ¿en qué consiste ese düema? Para la lógica, im düema es im argumento bicorne, como las Uamas del infierno. Un argumento compuestode dos proposiciones contradictorias con cualquiera de las cuales, concedida o rechazada por el adversario, se llega a la misma conclusión, que siempre es una proposición disyuntiva. El ejemplo escolar era el siguiente: los hombres cometen los asesinatos que traman o no los cometen; si los cometen, pecan contra la ley divina, y son culpables; si no los cometen, pecan contra su conciencia moral, y son culpables; por consiguiente, cometan o no cometan los asesinatos que traman, son culpables (si traman un asesinato) En el mundo actual, el dilema por antonomasia es el dilema de los prisioneros En su juguetón ensayo sobre el Estado y la lógica del poder político, Anthony de Jasay dice que la esencia del dñema de los prisioneros estriba en la fatalidad de la mutua traición, que es una cuestión de fechas. Esta fatalidad constituye políticamente ima teoría cuyos fundamentos pisicológicos fueron explorados por Hobbes con bastante antelación al invento de la psicología. Hobbes, que al parecer nació antes de tiempo por culpa del pánico que su madre tenía a la Armada Invencible, vivió obsesionado por la guerra civü, cuyo fantasma debió de inspirarle la atractiva teoría contractualista del Estado, basada en el sentimiento de autopreservación: todo hombre necesita autoaprobación; por tanto, todo hombre ambiciona la superioridad sobre V IGNACIO RUIZ QUINTANO El dilema Vivimos, o morimos, en un dilema, pero, ¿en qué consiste ese dilema? los demás; por tanto, mi prójimo, en su biisca de la preeminencia, invadirá mi propiedad; por tanto, debo atacar la suya primero. El sentimiento de autopreservación nos conduce, pues, al ínutuo enfrentamiento, es decir, a una guerra salvaje por la gloria con lo que la vida de ambos es soUtaria, pobre, tosca, embrutecida y breve ¿Qué hacer, entonces? He aquí la clase de situación que los teóricos de la decisión denominan düema de los prisioneros Según De Jasay este düema, implícito en el pensamiento hobbesiano de la guerra, es más natural y menos riguroso que el establecido bajo las convenciones de la teoría formal de los juegos, y debiera tener, normalmente, una solución cooperativEí Pero no la tiene. Para empezar, el düema requiere del estado de naturaleza. (En el estado de naturaleza, el jugador, antes de realizar cualquier movimiento, puede pronunciar discursos o blandir sus armas: dependiendo de la reacción del adversario, puede marcharse- si el adversario continúa en su sitio- o arrearle un golpe- porque el adversario pretendía gol- pearle primero o porque estaba mirando hacia otra parte- o tomar en consideración una oferta de protección pagada. Se nos propone que imaginemos a dos jugadores: Azul y Rojo. Ambos persiguen la preeminencia en el sentido hobbesiano, con este orden de preferencias: victoria en la guerra, desarme, paz armada y derrota en la guerra. ¿Y qué ocurre? Aziü, que no sabe si Rojo se armará o se desarmará, opta por armarse para salvar la derrota, con lo cual consigue la paz con coste y una posibñidad de victoria, si Rojo es tonto Rojo, que razona como Azul, también escoge armarse. Total, que Azul y Rojo escogen la paz armada, o solución maximín -el mejor caso entre los peores- que es la solución adecuada para jugadores hostües. Aunque ambos la hubieran preferido, han rechazado la paz sin coste, o solución cooperativa sólo porque la victoria del uno sobre el otro constituía una preferencia mayor. En ausencia de im tercero con capacidad de coerción para imponer el desarme, la paz sin coste es inestable, con lo que el resiütado del dilema de la guerra es habitualmente imá paz armada, con guerras ocasionales. Aun así, reconforta saber que las últimas investigaciones- deductivas o experimentales- sobre el düema de los prisioneros indican que la aceptación de la coerción por los jugadores no es condición necesaria para dar con una solución cooperativa siempre que los jugadores no sean estúpidos ni carentes de previsión. Bastante avisados, los jv adores que tienen mucho mimdo cooperan generalmente en los sucesivos düemas de los prisioneros.

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